La pantomima del comunicado

Casi un mes después  que el jefe superior de Policía telefoneara al delegado del Gobierno para presentarle su dimisión y veinte días después que ‘El Faro’ publicara la noticia de esta dimisión verbal, el Sindicato Profesional de la Policía ha emitido un comunicado donde no sé si intenta elevar a José Luis Torres a los altares o hacer plausible ese dicho popular que habla de “a enemigo que huye puente de plata”. Y digo el Sindicato Profesional de la Policía, porque tanto el SUP como el CEP debería ser que pasaban por allí y también firmaron.
Pero vayamos por partes. Donde más inquina echan es en las informaciones sobre esas relaciones entre el jefe superior y el segundo y entre el jefe superior y los restantes jefes de Brigada de la Jefatura Superior de Policía de nuestra ciudad. La verdad es que el comunicado, más que dirigido a los medios, se lo deberían haber enviado al todavía jefe superior de Policía, José Luis Torres. Es él, el que calentándose un día, más concretamente el Viernes de Dolores, en un lugar que suele visitar con mucha frecuencia y con testigos delante, llama al delegado del Gobierno y le presenta la dimisión verbal. Y las razones que expone son muy fáciles: se sentía absolutamente presionado por el segundo jefe y el conjunto de sus más íntimos colaboradores desde hacía mucho tiempo, y si a ello se le añadía la nueva presión a la que se estaba viendo sometido por la manera de trabajar del delegado del Gobierno, la olla a presión estaba a punto de explotar. Así que emplaza al delegado del Gobierno a visitarle en su despacho el Lunes Santo para confirmárselo por escrito. Lo repetimos, con testigos por delante. Además, en esos días de depresión profesional a la que estaba sometido el jefe superior, estas mismas conclusiones se las contaba a quien le quisiera escuchar y la verdad es que fueron muchos.
Pero, sin embargo, llegó el Lunes Santo y el jefe superior no compareció en el despacho del delegado y no mantuvo un encuentro con él, así fue hasta el Lunes de Pascua cuando, sin embargo, no vuelve a sacar para nada su advertencia de dimisión verbal. Seguramente se había arrepentido, pero claro, el delegado, con su plante, ya se había quedado liberado y estaba comenzando a trabajar para buscarle un sustituto. Era demasiado tarde. Este mismo periódico publicó hace unos días que el delegado pidió al director general de la Policía, con quien le une una gran amistad hace muchos años, que le buscara a un gran profesional para dirigir la Jefatura Superior y que le daba igual a quien nombrara. Luego, ya nos enteramos que el elegido era Pedro Luis Mélida.
Por tanto, no falten a los periodistas y busquen dentro de su Casa las razones que han llevado al jefe superior de Policía a sentirse presionado por el segundo jefe y el conjunto de demás colaboradores cercanos. Porque los periodistas no han sido quienes le han hecho la cama a José Luis Torres.
Hay más, no se preocupen. Aquí tenemos para todos. A ese malestar que el jefe superior sentía y que estaba larvado en el tiempo se le unió en las últimas semanas la decisión personal que había tomado para que las vacantes en las Jefaturas de Seguridad Ciudadana y de Policía Judicial fueran cubiertas por inspectores jefes de la península. Unos inspectores jefes a los que nadie ha puesto en duda su profesionalidad. Ustedes cantan sus excelencias y no dudo de ello. Aquí no se ha cuestionado la profesionalidad y el currículum de estos inspectores jefes, ni mucho menos. Nada más que se ha contado el cabreo monumental de numerosos responsables policiales porque pensaban que esas dos vacantes iban a ser cubiertas por personas de Ceuta y no traídas especialmente de la península. Por tanto, pregunten a los cabreados y no saquen conclusiones, porque parece que son ustedes quienes ponen en duda la valía de los recién llegados.
Pero vayamos a lo más sangrante: las famosas estadísticas y la gran labor realizada a lo largo de estos últimos seis años. Mire, comencemos por la actualidad. No llevaba Torres ni un año en nuestra ciudad cuando se produce la famosa Operación Duna. No hace falta que les explique cómo ha  terminado el juicio. Una pantomima la investigación policial y más las declaraciones que luego realizaron los agentes. Porque no olvidemos que las investigaciones comenzaron en Ceuta, y miren cómo han terminado.
Pero les recuerdo más, el mismo delegado del Gobierno dijo en una entrevista publicada en este medio cuando se cumplían los cien días de su mandato, que Ceuta no era ni segura ni tranquila cuando llegó a la Delegación. Algo tendrán que ver ustedes -y apunto a los jefes, no a los policías- con su labor realizada en esos años. Muchos de los incidentes ocurridos en estos años en la barriada Príncipe Alfonso han sido por equivocaciones policiales y todavía estamos esperando a los detenidos por la participación en los apedreamientos a los agentes.
Y el último inri: seiscientos vehículos quemados en tres años en nuestra ciudad. No era un problema de seguridad según el todavía jefe superior, era un invento de ‘El Faro’. Pues bien, al final, era un problema de seguridad y hasta se ha convertido en la prioridad actual para los nuevos responsables de la Delegación del Gobierno. Con una mano y sobran dedos se pueden contar los éxitos que en esta materia han tenido.
Vayamos terminando: flaco favor le han hecho ustedes a José Luis Torres. Lo mejor es que le hubieran dado la cena de despedida cuando llegue el momento y adiós, para que estuviera tranquilo. Lo demás es volver a remover algo que ha estado apestando en la Jefatura Superior de Ceuta durante mucho tiempo.