Categorías: Colaboraciones

La otra ofrenda

Cuando uno se asoma a ese balcón -siempre sorprendente- de El Faro de Ceuta, suele encontrar algún reflexivo artículo de esa pléyade magnífica de colaboradores con que cuenta el periódico.  Y, en este caso, me llamó la atención el artículo escrito por Juan Luis Aróstegui, que hace una reflexión en voz alta acerca de la “Ofrenda Floral” a la Virgen de África del dirigente de “Caballas”, Mohamed Alí.

Y, puedo apuntar que el primer sentimiento que me embriagó al leer “La Ofrenda”, fue el de tristeza, el de una tristeza al comprobar el “laberinto cretense” en que se halla el futuro de nuestra ciudad, sin que se vislumbre en los próximos años, a tenor de la actual dinámica social, una solución  que genere equilibrio, concordia  y una nueva esperanza en el futuro de esta antigua ciudad del Estrecho.
Juan Luis, en un esfuerzo de síntesis ha tratado de explicar desde una visión sociológica, el diferente entramado de la sociedad ceutí en relación a nuestro presente y nuestro devenir futuro. Y, ha explicado muy acertado, las cinco maneras diferentes que a su modo de ver, pueden diferenciar la toma de posición de los ciudadanos de nuestra Ciudad Autónoma. Desde luego, podemos estar de acuerdo  o no, con el reflexivo hijo de nuestro admirado don Antonio Aróstegui -insigne profesor-filósofo de nuestro primer Instituto- pero lo que está claro, es su voluntad pedagógica -inquebrantable al desánimo- que, semana tras semana, como una cita atávica con las cuestiones que se allegan irremediables sobre nuestra  capital, nos deja cada semana en El Faro; y, como un banderín de enganche, anima a sus ciudadanos a que reflexionen sobre todas las problemáticas que acechan a nuestro municipio.
A las diferentes maneras de interpretar las diversas formas de la sociedad ceutí -que Juan Luis nos cita-, nosotros la reduciríamos sólo a dos, a saber: aquellos que tienen una sensibilidad “multicultural” o no la tienen. Porque a nuestra manera de entender,  pareciera que este dilema pasará a ser fundamental en unos años, y va a caracterizar de manera definitiva el devenir y el futuro de la ciudad. Y en este concepto de la “multiculturalidad o interculturalidad”, pensamos que nuestra urbe va a jugarse  su proyecto de ciudad “im  o  posible”,  dentro de nuestros  horizontes culturales.
Y, os puedo decir que sí hace unos años era un entusiasta de la “multiculturalidad” -como la forma más natural de la integración de las diferentes culturas,  proyectadas hacia un inevitable fututo común-, ahora después, de los últimos acaecimientos en el mundo islámico, columbro con mucha dificultad que la “multiculturalidad” pueda imponerse como forma de coexistencia pacífica entre los diferentes pueblos y culturas.
Si queremos salir a encontrarnos con la verdad desnuda de nuestra realidad, basta con echar una mirada sobre las comunidades que integran nuestra sociedad, para darnos cuenta que todas viven de espaldas unas de otras; y,  en especial la cristiana y la musulmana -próximas cada una a la mitad de la población- , que si bien se respetan, cada una viven en sus costumbres y tradiciones, como si hubiera un autismo sociológico, que pareciera que sólo ellos existen, sin que cuenten en absoluto con la otra comunidad.
Este respeto que ahora coexiste, es fruto de algunos intereses necesarios para que la ciudad pueda seguir desarrollándose, y no entre en una desestabilización que haría imposible la convivencia. Sin embargo, esta forma de entender la convivencia es sólo un “pacto” para que los ciudadanos desarrollen sus actividades profesionales y lúdicas; y puedan continuar rodando la inercia de los diferentes intereses de la propia sociedad. Sin embargo, este equilibrio inestable de ayer, del  día  a día,  y del próximo mañana, bien sabemos que es algo coyuntural y bien pudiera un día terminarse su difícil equilibrio.
No somos, pues, optimista con respecto al concepto de la “multiculturalidad”, y hemos de ver en los próximos veinte años, cómo, a la vista del esfuerzo que realicen los ceutíes porque sean permeables sus comunidades con respecto a las otras, pueda la ciudad de Ceuta, tener un futuro asegurado, y contemple el futuro con la esperanza necesaria para llegar a buen puerto -nunca mejor dicho-  el transbordador de todas las orillas culturales que en esta “city de siete colinas”, se dan…
En los próximos veinte años que hemos citado,  a tenor del ascenso cuantitativo de la  población de origen  magrebí, seguramente,  habrá superado con creces a la comunidad cristiana-europea, que conllevara que la mayor parte de los cargos públicos de la ciudad sean  de aquella comunidad. Y, lo que a mi modo de ver se dirimirá,  no será la cuestión de la “soberanía” -que es claro que también puede cuestionarse-. sino el proceso cultural de nuestra capital, que pasará de ser una ciudad cristianizada y europea -como en los últimos siglos-, a otra más en consonancia -debido a la mayoritaria  población de origen marroquí- con la cultura árabe y musulmana. La ciudad vive un proceso de islamización continuado e inexorable, que desde una perspectiva histórica y,  dejando al margen nuestros propios sentimientos identitarios, no podemos saber si es bueno para la ciudad, o conlleva un decaimiento para el proceso de “Ciudad Abierta” al mundo de las libertades, que es en cuestión lo que nos gustaría...
Porque lo que en verdad nos convencería,  lo que deseamos con toda la fuerza que nos alcanza para nuestra añorada Ceuta, es que fueran un ejemplo de convivencia, donde pudieran coexistir las diferentes culturas y religiones que en ella conviven. Y, que estas se manejaran con la suficiente sabiduría para ser posible una integración entre ellas, que estuviesen por encima de credos y tradiciones atávicas.
Ceuta pudiera ser ese “crisol” del que tanto se ha hablado, pero que sólo se halla sobre el papel de los discursos huecos y de los centenarios que al final, como un juguete roto -a pesar de la ingente cantidad de dinero público gastado- se abandona y se tira a la papelera de los actos inservibles.
Ceuta es un puente tendido a la esperanza y al futuro. Un puente tendido a aquello que con su criterio consideren los ceutíes. Porque es la hora de trabajar por la ciudad, por estar unidos, por labrar un futuro que merezca la pena y se pueda dar fe, que aquí, en esta ciudad milenaria, es posible la convivencia entre las diferentes culturas y religiones.
Y, finalmente,  Juan Luis Aróstegui, nos apunta que va a batallar hasta la extenuación por esta idea de la “multiculturalidad”… Por tanto, no sería del todo mala cosa, que apreciemos su valor y su abnegada lucha por encontrar una salida a este “dédalo cretense”, como decíamos principiando el artículo. No es bueno para nuestra ciudad desaprovechar la mente despierta de este economista, que sin duda es un interesante activo y un valor añadido para el conjunto de los ciudadanos; y,  tengamos más en cuenta su  parecer,  su voluntad titánica por convencernos de la bondad de sus ideas; porque en ello nos va el futuro de Ceuta y de sus encomiables ciudadanos, sean de cualquiera de los  ámbitos culturales y religiosos que habitan en esta única y formidable ciudad del Estrecho…

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