La nueva vida de la mangabey

Han pasado 19 años desde que la Guardia Civil encontró, en un barco de traficantes rusos, varios animales destinados al contrabando. En el grupo se incluía una especie exótica, arrebatada de su hábitat natural. Se trataba de un ejemplar de mona de mangabey que se encuentra en peligro de extinción y de los que sólo se conocen cinco en toda Europa y menos de 3.000 en todo el mundo. Así empezó esta historia que hoy, después de muchas trabas, impedimentos y demasiada burocracia, ha escrito su último capítulo. Hace unos días, el veterinario Álvaro García de los Ríos emprendió el que quizá era uno de sus viajes más ansiados. Primera parada: Alicante. Tras obtener todos los permisos y el visto bueno de Medio Ambiente, García de los Ríos trasladaba en un transporting a la mona, emprendiendo trayecto hacia la central que tiene en España la asociación holandesa Primadomus, dedicada a la protección de estos ejemplares. Fue un viaje cargado de anécdotas, era la primera vez que la mangabey veía algo más allá de una jaula en San Amaro y decenas de caras  diciéndole, nunca mejor dicho, las monadas de turno. En esa jaula no podía trepar (que tenga una destacada cola larga es por algo, sintomático de que, por su propia naturaleza, necesita vivir en espacios abiertos y no en una jaula por muy bien acondicionada que estuviera). García de los Ríos recuerda el camino, cómo la mona se quedaba mirando por la ventana las distintas escenas del paisaje y cómo permaneció todo el viaje tranquila. “Ahora sí que va a tener una vida buena”, indica el veterinario. Durante tres meses estará en Holanda para, tras cumplir la cuarentena, ser trasladada a un jardín botánico de París. Allí ya le espera su  novio.

La mangabey, antes del traslado

Una vida con etapas de condiciones inhumanas: Desde que fuera recuperada por la Benemérita este ejemplar ha permanecido por etapas marcadas con condiciones inhumanas. Durante años estuvo de jaula en jaula, después fue trasladada a San Amaro, en donde no podía estar junto a otras especies ya que podía ser agredida. Así que se le pasó a otra jaula que tampoco tenía las condiciones oportunas, algo de lo que se dieron cuenta los trabajadores del parque. La Ciudad aprobó la construcción de una jaula en donde ha permanecido hasta ahora la mangabey. Las condiciones en que ha estado, sin poder disponer del espacio que marca su propia especie, le han provocado una cojera en una de sus extremidades.

Traslado en una ambulancia

Todos los recursos dispuestos: La asociación Primadomus se dedica, precisamente, a la protección de estas especies. Ya ha tenido contactos previos con la Ciudad para el rescate de especies y en el caso de la mangabey han puesto especial interés ya que se trata de una especie en peligro de extinción. Tal es el funcionamiento y los recursos de esta fundación, que disponen de una ambulancia con pequeños transporting para el traslado de las especies.

Ya tiene pareja en París

La mangabey tiene posibilidad de reproducción: La fundación encargada del traslado, todo gratuito, de la mangabey le han encontrado un lugar en el que poder vivir el resto de su vida. El destino de esta especie está en un jardín botánico de París en donde, incluso, ya le han buscado otro ejemplar de su misma especie que es macho, para que tenga posibilidad de relacionarse e incluso criar. Su novio es el de la imagen, y es de la misma especie que la enviada por Ceuta. En estado salvaje esta especie acostumbra a vivir en grupos de entre veinte y treinta monos, excepto en la época de cría en la que la vida la hacen sólo en pareja.

La colaboración de distintas entidades hace posible esta operación rescate

Su última imagen, en San Amaro: Para que la mangabey haya podido protagonizar realmente esta operación rescate, de la que ya informaba este medio el pasado 10 de abril cuando todavía era una meta el lograr su salida, se ha contado con la colaboración de distintas entidades. Desde la Consejería de Medio Ambiente, al facilitar los últimos trámites para amparar el traslado, hasta personal de Obimasa, que preparó la documentación, socios de la Protectora de Animales que lucharon de manera individual por sacar adelante este tema, o veterinarios como el propio Alfonso Morey. Mientras ha permanecido en San Amaro, ha habido una persona que sin duda le ha prestado toda la atención: Camacho, quien se encargaba de atenderla de forma particular. Y los ceutíes también ya que por internet se recogieron casi mil firmas apoyando esta operación rescate que hoy, al final, tiene sentido porque la mangabey tiene ya vida.

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