La orquesta filarmónica ‘Szeged’ trae desde Hungría el sabor clásico de históricos como Strauss o Millöcker
“Uno de los mejores recuerdos que tengo de mi época en Hungría y Austria”, rememora Alfonso Garcés, vecino de Ceuta, residente en Madrid y de visita por la ciudad por época de Navidad, “es el disfrute de la música de orquestas en los teatros de Viena o Budapest”.
Las palabras de Alfonso, pronuciadas a la entrada del concierto de año nuevo celebrado anoche en el Teatro Auditorio del Revellín, problablemente tendrían su continuidad al término del mismo y en forma de loas hacia el espectáculo que puso en escena la filarmónica húngara ‘Orquesta Filharmonica de Szeged’, llegada a la ciudad de la mano de la sociedad cultural ‘Amigos de la Música de Ceuta’.
“Realmente y siendo sincero”, dice por su parte África, vecina de la calle Jáudenes, “vengo al concierto un tanto desorientada pues la entrada pertenecía a mi hijo pero como al final él no ha podido venir por motivos laborales, soy yo la que ha aprovechado el billete de acceso”.
Juntos de la mano aparecen Javier y Concepción quienes enseñan la entrada con el número de fila y la butaca exacta: la cuarta y quinta de la derecha en la fila ‘ñ’. Quieren disfrutar de la música y, aseguran, viene informados por internet de la biografía del director, de la banda y de los verdaderos protagonistas, “los del escenario”, bromea él.
Lo que descubrirían buceando por las redes, en caso de ser información veraz, dibujaría un panorama muy similar al que ayer se pudo observar en el Revellín, “porque se trata de un tipo de música y de formación poco dados a los cambios radicales de un concierto a otro”, apuntan fuentes de la organización, quienes asimismo añaden que se trata de “una orquesta que en la recta final de la década de los noventa adquirió una creciente notoriedad por sus programas innovadores ejecutados por unos músicos solventes”.
El espectáculo que comenzó con puntualidad británica giró en torno a la figura esbelta de la soprano Cornelia Hübsch quien interpretó piezas emblemáticas que estuvieron divididas en dos partes, en las que se evidenció la admiración y el respeto que el director de la orquesta, el vienés Norbert Pfaflmeyer, siente por Johann Strauss.
De tal modo, a lo largo de los aproximadamente noventa minutos que duró el espectáculo, se sucedieron temas ‘made in Strauss’ como ‘Csardas de ‘El Murciélago’, ‘Polka de Ana’, ‘Mi vida es amor y alegría’, ‘Vals del Danubio azul’ o ‘Cuadrilla del baile de máscaras’, piezas a las que se unieron otras de Carl Zeller, Karl Millöcker o Franz von Suppé, todo ellos clásicos de una música de la vieja Europa que ayer se deslizó en el Revellín.
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