Opinión

La Mongolia Perdida

Nos rodean murales de guerreros mongoles... estupas budistas... oriflamas al viento... estepa hasta el infinito… ¿Ya hemos llegado a Mongolia? Pues todavía no. Se trata de la República de Kalmukia, una república en la Rusia Europea que posee un origen muy singular. Para conocerla mejor nos hemos desviado miles de kilómetros hacia este enclave situado al norte de las inestables Chechenia y Daguestán. Pero iniciamos nuestra ruta por la Gran Rusia en la bellísima e inolvidable ciudad de San Petersburgo y proseguimos hasta la espectacular capital rusa, Moscú. Varios días más de ruta hacia el sur y alcanzamos la histórica ciudad de Volgogrado, antaño llamada Stalingrado en honor al tirano soviético Stalin. Aquí se libró la batalla más sangrienta de la humanidad cuando otro demonio, Hitler, intentó conquistarla. Dos millones de muertos y 650.000 heridos fue el resultado de esta locura. Reanudamos nuestro personal “éxodo” a través de la infinita y árida estepa hasta llegar a la república de Kalmukia, la meta de esta etapa. ¿Y qué nos encontramos en este rincón escondido de Europa? Casi toda la población es mongola, hablan mongol, nos encontramos con yurtas, estupas y monasterios budistas... ¿Cómo es posible encontrarse una Mongolia perdida en Europa? En el siglo XVII se produjo una migración masiva de mongoles a esta zona de Rusia en busca de pastos para sus rebaños. Después de vivir innumerables vicisitudes durante miles y miles de kilómetros hasta este remoto rincón se establecen rodeados de grandes pastos. Entonces fueron bien recibidos a cambio de proteger con su presencia la frontera sur. Pero poco después, los pobladores vecinos (rusos y alemanes) comienzan a hostigarles. Decenas de miles de familias mongolas deciden regresar a Mongolia. El retorno es una pesadilla. Son atacados por la población de los territorios que cruzan, les asaltan y roban las pertenencias, avanzan por el río Volga congelado pero el hielo al no estar lo suficientemente helado se quiebra y perecen congelados por millares. Dos tercios murieron en ese intento de retorno. La mayoría de los que sobreviven deciden regresar y unirse a los que no se fueron. Los hostigamientos cesan y por un tiempo son relativamente felices hasta que llegan los bolcheviques en 1920. El régimen comunista suprimió su sistema de autogobierno, arrestaban y ejecutaban a los monjes, les expropiaron su ganado... La represión de Stalin fue aun más brutal, en su paranoia de ver enemigos en todas partes decidió que los kalmukios no eran de fiar y en diciembre de 1943 ordenó meter a todos los kalmukios mongoles (incluyendo a los propios miembros del partido y policías) en vagones de ganado y se los llevó a Siberia. Es fácil imaginar el infierno que vivieron. En 1957, Khrushchev les permitió volver a su tierra pero sólo la mitad habían conseguido sobrevivir a duras penas los terribles gulags siberianos. El polvo nos acompaña mientras avanzamos con nuestro incombustible Mitsubishi Montero hacia su capital, Elistá. El paisaje es una monótona y estéril estepa que tan solo se ve rota por esporádicos cursos de agua que consiguen arrancar a su árida tierra algún fruto. Los kalmukios llaman a su república la "Pequeña Mongolia" y... ¿cómo no vamos a incluir este lugar tan sorprendente en nuestra ruta? Nuestra presencia por las calles de la capital capta la atención de una población amable y curiosa. Les sorprende ver un coche europeo por su remota tierra y no son pocos los que se acercan a conversar con nosotros. Al explicarles la razón de nuestra expedición se les ilumina una gran sonrisa en sus caras, vamos hacia la patria de su antepasado: Gengis Khan. En el parque principal de Elistá comprobamos que una de las pasiones de los kalmukios es el ajedrez, asignatura obligatoria en la Enseñanza Primaria. Visitar los templos y monasterios budistas de esta república rusa fue para nosotros una experiencia realmente inédita y un anticipo de lo que viviremos cuando alcancemos el objetivo de esta expedición: Mongolia. Es el primer contacto que tenemos con los descendientes de Gengis Khan. Pero esta república de origen mongol se encuentra a más de ocho mil kilómetros de Mongolia y todavía nos queda por cruzar, a través de los Urales, de Europa a Asia y recorrer una extensa parte de Siberia hasta el legendario lago Baikal, que más que un lago parece un mar atrapado en las rudas tierras siberianas. Toda esta ruta se puede ver en detalle en Facebook en @RutaGengisKhan y en la página web www.ruta-imperios.com

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