La marcha de la dignidad

La marcha pacífica que un grupo de hombres y mujeres parados de Ceuta vienen llevando a cabo desde hace más de seis meses, para mí es uno de los actos de dignidad obrera más importante de los últimos tiempos. Ya sé que para algunos es molesto. Y para otros, ilegal. Pero la molestia más importante no está en los cortes de tráfico, que son mínimos, ni en los perjuicios al comercio, que ya está en crisis desde hace tiempo. Ni siquiera en el ruido que producen sus tambores y megafonía. Cualquiera que conozca esta ciudad sabe perfectamente que el caos provocado en las calles de Ceuta en el último año por unas obras mal planificadas, es infinitamente más molesto y perjudicial que esta manifestación. Y también que según datos del Instituto Nacional de Estadística, Ceuta, junto a Melilla, siguen siendo las ciudades españolas que soportan un mayor índice de ruido producido por los vecinos, o por la calle, tan sólo superadas por la Comunidad Valenciana. El problema es la molestia a nuestras conciencias.
Se podrían citar miles de actos de trabajadores, en defensa de sus derechos, sólo en los últimos años, sin tener que retroceder a la Dictadura. Por ejemplo, los trabajadores de los Astilleros de Puerto Real en Cádiz, han utilizado los cortes de carreteras y los enfrentamientos con la policía, con todo tipo de artilugios caseros, para defender sus puestos de trabajo. También los trabajadores de los astilleros de Sagunto llevaron a cabo jornadas de protesta memorables. O los jornaleros de El Arahal en Sevilla. Y los trabajadores de Sintel, traicionados por casi todos, estuvieron acampados en el Paseo de la Castellana en Madrid durante muchos meses. De la misma forma, los parados de la transición española protagonizaron cientos de manifestaciones y encierros en Iglesias y Catedrales.
Y qué me dicen de las famosas 'Madres de Plaza de Mayo', que con su heroica lucha consiguieron llevar a los Tribunales a miles de militares argentinos implicados en las desapariciones. O de las 'Damas de Blanco', que tanto molestan a los dictadores cubanos, y a las que acosan enviando a los partidarios del régimen a insultarlas. O de esas mujeres de la denominada 'Ola Verde' de la oposición al terrible régimen dictatorial iraní, que con sus cacerolas hacían ruido desde las terrazas de sus casas a diario.
Manifestarse todos los días una hora para pedir trabajo, durante más de seis meses, es duro. Soportar las miradas de 'asco' de muchos ciudadanos, más cruel aún. Aguantar mentiras, engaños, insultos, humillaciones, vejaciones, pero seguir adelante, en la convicción de que lo que piden es justo, es una gesta sin precedentes entre los trabajadores de este pueblo. Pues lo que ellos piden, fundamentalmente, es que se ponga fin al dumping social que se está produciendo, y consintiendo desde la propia Administración, al contratar trabajadores ilegales para realizar todo tipo de trabajos en esta ciudad. Y también que se hagan planes de empleo específicos en los que se contemplen las especiales circunstancias de necesidad en la que se encuentran cientos de familias ceutíes como consecuencia de una crisis que ellos no han provocado, pero que las prácticas de contratación irregular está agudizando hasta límites humanamente insoportables (más de 10.000 desempleados en una población de 70.000 es éticamente inasumible para un demócrata). Así de simple y de sencillo.
Y para ello utilizan el único recurso que les han dejado las autoridades, nacionales y locales. Porque no hay que dejarse engañar. El derecho de reunión y manifestación no es algo que se concede graciosamente por la Autoridad. Es un derecho constitucional que no necesita permiso para ser ejercido. Lo que establece la normativa en vigor es que se deberán de comunicar estos actos a la Autoridad gubernativa. Y sólo en los casos en los que se aprecie que existen razones fundadas de alteraciones del orden público, con peligro para personas o bienes, se podrán prohibir o modificar dichos actos. En el presente caso no ha existido nada de esto. La prueba es que durante más de seis meses, todos los informes de las autoridades competentes han sido favorables. De ahí la perversión moral del Delegado del Gobierno, que con una resolución de dudosa legalidad (los Tribunales decidirán), pretende prohibir, ahora, lo que se ha venido consintiendo meses atrás.
Desde el primer momento, tanto el Delegado del Gobierno, como el Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, creyeron que dicha protesta se diluiría con el paso del tiempo. A continuación comenzaron con su campaña de desprestigio.
Para ello cuentan con poderosos medios de comunicación locales, y con 'notables' de la vida pública, que como a Berlanga, les gusta sentar un pobre a su mesa.  En este caso, un 'pobre morito', pero que no sea muy protestón. Y cuando nada de esto les ha servido, han recurrido a la vía de la fuerza. En definitiva, es la que mejor entienden estos 'socialistas de bote', reconvertidos en demócratas desde el más recóndito sector del estalinismo militante. Y por supuesto, para la derecha local, muy bien representada por el Partido Popular, 'miel sobre hojuelas'. Pues esto de que el trabajo sucio se lo haga la izquierda les reporta muchos réditos electorales.  
El problema que tiene el Sr. Chacón es que por mucho que se esmere en intentar hacer desaparecer la voz de la disidencia, los tambores de la miseria seguirán retumbando en nuestras conciencias. También en la suya, aunque a veces parezca que no la tiene. Y esto no hay sonómetro que lo pare.