El jueves de la semana pasada, tuvo lugar la inauguración del auditorio de la Manzana del revellín. La inauguración de un complejo que muchos y muchas pensábamos que jamás de llagaría; una construcción que ha tardado más que la obra del Escorial y que ha generado más portadas y polémicas que el fracaso escolar o el paro. Una polémica en la que cada partido ha intentado e intenta sacar rédito político, una polémica que no comenzó en tiempos del Gil, si no en 1987 cuando gobernaban en coalición PSPC-PSOE-CDS que otorgaron una concesión a un gestor privado, al objeto de construir y gestionar diferentes aparcamientos públicos en la ciudad y que posteriormente fue recuperado previo pago. Una historia larga de luces y sombras que ahora achacan exclusivamente a tiempos del Gil y del actual gobierno, pero de la que todos, de una forma u otra, fueron participes aportando su grano de arena a la construcción más polémica de la historia reciente de Ceuta. La manzana, nació podrida.
Tras la inauguración daba comienzo una nueva etapa para la Manzana del Revellín. Para celebrarlo la vistieron de gala, y de gala se vistieron todos aquellos que tuvieron la oportunidad de ir. Muchos ciudadanos y ciudadanas hicieron cola para adquirir las entradas del concierto de inauguración, con un precio que en los tiempos que corren, me resulta excesivo.
Espero que actuaciones futuras el precio sea más acorde con la realidad económica que vivimos. Algunos declinaron la invitación al acto inaugural dando como argumento el derroche que suponía, pero para ser sincera, es casi evidente, que la razón por la que no quisieron asistir era para una vez más, buscar la notoriedad que no tienen como partido. Otros, o más bien, muchos diría yo, se pusieron sus mejores galas para hacerse la foto, o para merodear cerca del presidente y hacerle “la pelota”; la cuenta atrás para la elaboración de las listas, comenzó al día siguiente, tras el acto de los diez años de Vivas en el gobierno.
Diez años en los que con casi total seguridad se podrían haber hecho muchas más cosas, diez años en los que otras cosas, se podrían haber hecho mejor y otras, que sin lugar a dudas, quedan por hacer, pero estoy convencida que han sido diez años, donde Vivas a ha dado lo mejor de sí mismo.
Pero “la nota”, no se la darán ni las encuestas, ni los pelotas, tampoco los partidos de la oposición, “la nota”, la última palabra, la tiene la ciudadanía de Ceuta, ejerciendo nuestro derecho al Voto.
Quien gobierne, aun tiene que ganárselo en las urnas y para ello, aunque ciertos “iluminados” discrepen conmigo, pensando que todo lo saben, creo o al menos esta es mi humilde opinión, que los partidos que se presenten el 22-M deben elaborar unas listas que reflejen la realidad de Ceuta, gestionando las medidas oportunas para que todas las personas que viven en Ceuta tengan oportunidades equitativas de alcanzar las mismas posiciones; esto, no solo supone garantizar su acceso sino, además, garantizar su plena participación en el proceso. Elaborando unas listas con personas comprometidas con el servicio a la ciudadanía, con capacidad de trabajo, con formación, pero formación política, para que no dejen en evidencia a Ceuta cada vez que abran el pico, y para que después no queden relegados a “levanta manos” y con los que por supuesto se sienta identificada parte de la ciudadanía.
Hasta ahora, la paridad la ha garantizado la Ley, y la multiculturalidad, esos a los que algunos llaman en privado “levanta manos”. Ésta vez ni a Vivas, ni al resto de partidos políticos, les servirán los presuntos “levanta manos Interculturales” que le dan un aire exótico y de convivencia a las listas, ya que en la calle, ya se escucha a la gente decir, que se les ve el plumero. La ciudadanía está cansada de paripé, 4 años dan para mucho y los últimos acontecimientos avivados por “los salvadores pirómanos”, han dejado brechas que pueden provocar rupturas irreparables en la sociedad, y eso no es bueno para Ceuta.
Aun estamos a tiempo de contribuir al fomento de la convivencia, cada cual aportando su granito de arena desde aquellos espacios que nos permitan llegar a otras personas. Tratando de ir paso a paso, más allá de la tolerancia (el concepto “tolerancia” se origina en el latín tolerare “soportar”, “sostener”)
Como algunos sabéis, (y por lo que en algunos casos he recibido críticas, unas más cariñosas que otras), suelo ser muy quisquillo con el uso del lenguaje, en ocasiones incluso saltándome alguna regla gramatical para visibilizar.
La capacidad de comunicación tiene un papel fundamental en la elaboración del pensamiento; las palabras que elegimos para nombrar o incluso algunos para velar la realidad, no solo expresan una opinión, sino que además tienen consecuencias políticas y sociales que puede ser en unas ocasiones prejudiciales y en otras actúan como motor de cambio.
La tolerancia nos sitúa en un plano de superioridad ideológica que no tiene cabida en los espacios de convivencia multiculturales. Mientras que la empatía, nos permite ponernos en el lugar de la otra persona. Esa empatía nos lleva a ser más justos a nivel social y favorece la convivencia desde el respeto mutuo.
Precisamente lo que nos merecemos todos los ceutíes, si, yo soy Ceutí, porque desde hace algunos meses, aun cuando la RAE ya reconoce otro gentilicio, “Ceuti” es el único con el que me identifico, no me gusta la publicidad subliminal.
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