Lo primero que he hecho ha sido comprar la prensa. Nada. Ni una reseña, ni un comentario, ni una foto... nada. ¿El miércoles 4 de diciembre se celebra una macroreunión, en donde todas las partes estaban representadas, en el Salón de Actos del Ayuntamiento, convocada por la Consejería de Asuntos Sociales para hablar, una vez más, de la mala gestión de FEAPS, a la que la Consejería aporta más de 800.000 euros del dinero público, o sea de todos, y nadie informa a la ciudadanía?
Pues voy a hablar yo, Lola Lara Ogalla, y voy a hablar porque me he ganado a pulso el dar mi opinión. O algo más que mi opinión, y los que me conocen saben que tengo conocimiento de causa para hablar con bastante propiedad.
Estoy vinculada al movimiento FEAPS desde 1999. He participado desde todos los ámbitos: miembro de la Junta Directiva, voluntaria durante un año, psicóloga de familias en la entidad durante cuatro años, y, por encima de todos, mamá de un usuario gravemente afectado. Cuando empecé a meter el dedo en ciertas llagas perdí mi puesto de trabajo, pero ello me dio libertad para luchar contra las injusticias sin cortapisas alguna, y eso lo sabe el presidente de la Ciudad, las diferentes oposiciones, la Consejería, los padres y familias, los usuarios y los trabajadores.
Por eso estoy en situación de sacar algunas conclusiones de lo vivido en esa reunión. Lo primero es una sensación de dejá-vu que se prolonga en el tiempo: de manera periódica tenemos esas confrontaciones que solo sirven para empeorarlo todo y en donde los grandes perjudicados siguen siendo los usuarios, cada vez más.
Lo segundo es el poder que se concentra en un solo cargo como es el de presidente o presidenta de la Junta Directiva, que hacen y deshacen a su antojo, tanto para lo bueno como para lo malo, sin contar con nadie y en este nadie me refiero al resto de familias. Pierden la perspectiva de que son meros representantes o cabezas visibles de los demás,pero que no pueden mover ni un sólo papel sin que estemos informados todos.
Lo que me conduce a la tercera conclusión: la falta de información, de consulta y de consenso con las partes interesadas, que a su vez lleva directo al camino de la suspicacia: si hay transparencia y los objetivos están bien definidos no se debería de eludir esa informacion, es más, los responsables de la Junta Directiva con, en este caso, su presidenta a la cabeza, deberían de hacer un especial hincapié en que todo el mundo en todo momento sepamos de qué va todo, qué personas entran y salen de la Asociación que ocupa una buena parte, y fundamental, de nuestras vidas y la de nuestros familiares discapacitados, en qué se emplea el dinero recibido, (ingentes cantidades por parte de la ciudad y diferentes programas, o pequeñas aportaciones como la recibida en la Feria de la Tapa del año pasado, 600 euros en concreto), etcétera.
Otra cosa observada y no de ahora, sino desde siempre, es que existen bandos. En la reunión era todo un espectáculo, bochornoso por supuesto, ver cómo los trabajadores no estaban todos a una, cómo entre los padres había división de opiniones a voz en grito, cómo a los representantes de la ciudad y de FEAPS confederación, que dicho sea de paso habían venido a ayudar, no se les dejaba casi ni hablar o dar explicaciones... y por encima de todo sobrevolando la malaeducación, la prepotencia y la ira por parte de la presidenta y Junta Directiva, como si lo ocurrido fuera una afrenta personal hacia ellos. Por cierto, de la ética ni hablamos y me parece una falta de ética impresionante que la presidenta haya colocado a su sobrina en un cargo importante, con un sueldo no menos importante. Y el “y tú más” no me vale, por si se alude a que pudo ocurrir algo parecido en el pasado.
Volvemos otra vez a la falta de perspectiva: la Asociación no es el feudo de la junta de turno y hasta ahora es lo que parece, empeorando las cosas en cada periodo. Llegados a este punto, y derivado de mi experiencia personal, que es bastante, considero dos cosas: una sola persona, por mucho nombramiento de presidente o presidenta de la Junta Directiva que ostente, no puede concentrar en sí tanto poder.
La otra es que, si bien es cierto que en teoría los padres son los que en última instancia tienen la capacidad de hacer y deshacer, en la práctica no hacen nada. Esa es nuestra realidad y hay que hacerle frente de una vez por todas. Los padres, en su mayoría, (y en un país democrático las mayorías son las que valen), también están divididos en dos bandos: los que por desidia no se pronuncian y dejan que los demás se lo den todo hecho, y los que por miedo no hablan, miedo que está justificado cuando, de manera intermitente, los que se apropian del control de la asociación hacen algún movimiento para que no nos olvidemos de quien, dicho de manera coloquial, dirige el cotarro.
Y aquí hablo con conocimiento de causa porque mi hijo, durante un año y medio, ha sufrido la discriminación negativa más cruel que se le puede hacer a una persona sin autonomía para andar y con una discapacidad intelectual del 93 por ciento: se le privó, a criterio de la presidenta, del transporte escolar, y para esa actuación no hay excusa ninguna. Me dan igual los motivos. Repito, no hay excusa ninguna. Pero si además es como castigo por una equivocación cometida por una tercera persona, el disparate ya no tiene nombre. Está documentado y a disposición de quien quiera leerlo. La humillación sufrida a diario cuando lo llevaba al colegio en mi propio vehículo, unido a la impotencia de ver cómo se cebaban con una persona tan vulnerable, ha sido insoportable. Amén de que todas las noches las pasaba pensando que al día siguiente no me aquejara ni un maldito dolor de cabeza que me impidiera conducir.
Eso se le hizo a una madre sola con su hijo adulto discapacitado que estaba pasando por el peor momento de su vida y que lo único que esperaba era un poquito de apoyo y empatía de otra madre que pasaba por iguales circunstancias. (50 años de filosofía de FEAPS, de ayudar a los discapacitados intelectuales y su familia, tiradas de un plumazo al cubo de la basura).
Por eso, sé que me juego la estancia de mi hijo en la Asociación, quizás no ahora, por demasiado evidente, pero puede que en el futuro. Lo hago público y a lo mejor eso lo evita. Como también sé, y ahora ya dejo de personalizar y vuelvo al tema que nos ocupa, que los trabajadores se la han jugado (excepto algún que otro tránsfuga, más que tránsfuga chaquetero, diría yo). Se han jugado su puesto de trabajo, porque si de algo ha valido esta reunión ha sido para empeorar las cosas, emponzoñar el clima laboral y, como consecuencia, entorpecer la labor con los usuarios, labor que es muy dura tanto física como psicologicamente. Por muy profesionales que sean, que lo son, y mejor buena gente, es imposible trabajar bajo presión, que es lo que llevan haciendo tantísimo tiempo. Eso tiene un nombre y está tipificado como enfermedad psicológica.
No tengo más remedio que seguir personalizando. A esta presidenta se le ha olvidado que hace tres o cuatro años, sólo tres o cuatro años, venía llorando de fuera de Ceuta porque el problema lo tiene multiplicado por dos, y la acogimos, la arropamos y encima le pusimos FEAPS en sus manos creyéndonos sus promesas.
También se le ha olvidado que ella sOlo ha tenido que ir cerrando todas las puertas que yo –sí, yo– le deje abiertas y en vías de solución gracias a mi esfuerzo durante tres años con la ayuda de un par de madres, y no con abogados, asesores y gestores que es con lo que ella ha podido llevar a cabo sus gestiones y todo pagado por la Asociación, porque si después de 25 años de la creación de FEAPS Ceuta la Consejería se personó en las reuniones generales fue gracias a que yo lo promoví y la buena predisposición de los responsables del momento, buena predisposición que desde entonces ha continuado y que esta señora está a punto de cargarse.
Cualquier persona, medianamente coherente, sabedora del malestar que provoca en tantísima gente y a todos los niveles pondría inmediatamente su cargo a disposición de FEAPS, demostrando sin ningún tipo de dudas que lo que realmente le interesa es el buen funcionamiento de la asociación.
Bueno, esta es la situación y la hemos visto todos. Que alguien la pare, porque los de “a pie” no podemos.
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