La lucha de la familia de Sandy

  • Esta mujer, con “trastorno de la personalidad”, malvive en la calle desde hace año y medio

  • Sus parientes temen por la vida de la joven y piden la colaboración ciudadana, aunque ella pueda rechazar la ayuda.

A nadie pasa desapercibida su presencia en las calles desde hace meses. Para algunos solo es la chica maquillada en exceso que porta un vaso mientras apura su cigarrillo. Un alma desarraigada que deambula por la ciudad sin rumbo ni techo, pensarán. Nada más lejos de la realidad. Sandy Rajab Abou, nacida en Siria pero desde los tres años en España, encierra una dramática historia que su círculo más cercano desvela, después de año y medio de sufrimiento, con el fin de derribar el mito y despertar conciencias. Porque, ¿quién es en realidad esta mujer?

Sandy, que cumple 31 años este mes, no está sola. Su familia lleva todo este tiempo luchando por ella. “Hay que ayudarle, protegerle, aunque lo rechace porque está enferma; padece un trastorno de la personalidad”, explican sus parientes. Ellos mismos solicitan a la ciudadanía que no desista de llamar y denunciar a la Policía, o de telefonear a la ambulancia, en caso de que sufra un brote de agresividad o se encuentre en apuros. Un llamamiento que tampoco está reñido con que, a cada hora que pasa, más temen por su vida y piden a la población que se evite los enfrentamientos con ella.

Sus seres queridos están al tanto de los episodios violentos en los que Sandy se ve envuelta pero, insisten, “ella no es una delincuente, sino una chica con problemas”. Razón por la cual rogaron que los internautas se abstengan de “mofarse y reírse de ella con comentarios y fotografías” en las redes sociales porque “no deja de tener una enfermedad”. Una humillación constante a Sandy que les tiene desolados. No obstante, en su momento, la familia está dispuesta a emprender cuantas acciones legales considere oportunas.

En la actualidad, han emprendido una campaña de recogida de firmas en establecimientos de Real 90 para conseguir que se le diagnostique su patología mental, reciba un tratamiento adecuado y, si es necesario, que le ingresen. Como explicaron sus parientes, la Fiscalía está promoviendo el procedimiento de incapacitación con el apoyo de la familia. Una vía en la que tienen depositadas todas sus esperanzas aunque están abiertos a cualquier posibilidad ya que, como reconocen, “el dolor nos impide ver con claridad”. Su entorno solo quiere que Sandy se recupere e, insisten, nunca se han olvidado de ella.

Su problema real no es la adicción, sino ese trastorno que, tras dos ingresos hospitalarios, “tan solo han diagnosticado superficialmente”. Una demostración de que siempre fue una persona a la que le gustó llevar una vida sana está en que, unos meses antes de abandonar su hogar, “se sacó las pruebas físicas de la Policía Nacional”, y en que iba puntualmente al gimnasio desde hacía tiempo. “Obtuvo todos los carnés de conducir y tan solo le faltaba el de la moto”, añadieron.

“No es una indigente, aunque por su aspecto pueda parecerlo; tampoco es una toxicómana, aunque su enfermedad se ha agravado por el consumo de sustancias desde que dejó el domicilio familiar; y tampoco prostituta, con todo el respeto hacia las personas que ejercen esa profesión”, aclararon sus allegados. A Sandy le recuerdan como a una joven “dulce, fina y educada” que, en el último año y medio, “se ha convertido en todo lo contrario”. A modo de comparación indicaron que hoy es como un “calcetín al revés” de lo que fue antaño. “Nunca bebía ni se había drogado, le molestaba hasta que alguien fumase a su lado, en su vocabulario tampoco había lugar para las groserías…”, le describen quienes tratan de ayudarle por su bienestar.

El duelo por el fallecimiento del cabeza de familia, su padre, afectó a Sandy que “decayó anímicamente” y le fue prescrito en Ceuta un tratamiento que, aseguran, “no fue el correcto porque se sentía peor y se alteraba aún más”, con lo cual “el psiquiatra se lo retiró”. Ella empezó a mejorar hasta retomar su vida habitual. Decidió presentarse a las oposiciones cosechando buenos resultados en las pruebas físicas, como resaltaron sus parientes, y acudía a la Biblioteca Pública regularmente a estudiar. Así fue hasta que, en febrero de 2015, esas “malas compañías” detectadas por el núcleo familiar se cruzaron en el camino de Sandy.

En una semana, sostienen, comenzó a llegar “mareada” a su casa y, en el transcurso de esos días, tuvo un accidente de tráfico con su coche “en estado de embriaguez”. La preocupación era creciente pero aún podía empeorar. Poco antes de que abandonase su hogar, pidió a sus familiares que le echasen de casa. Un detalle en el que no repararon, sin pensar en lo que estaba por venir...

Las reacciones de Sandy a partir de ese momento motivaron su primer ingreso en el Hospital Universitario, en Psiquiatría, en marzo de 2015. Una hospitalización que recuerdan nada traumática ya que entró “por su propio pie en la ambulancia”. Sus allegados lamentan que el diagnóstico de “trastorno de personalidad” fue “superficial”.

A partir de ese momento, “le perdemos la pista cinco meses” y, cuando vuelven a verla, se topan con una Sandy desconocida: “Estaba sucia, había ganado peso y se encontraba en un estado denigrante para cualquier persona…”. Pese a que sus familiares intentaron hablar con ella, convencerle de que volviese a casa, la fémina se opuso a recibir auxilio, relataron apenados. Desde entonces, tienen conocimiento de las “barbaridades que ha padecido” y de cómo malvive en la calle, “donde duerme sin que nos deje hacer algo por ella”.

En diciembre de 2015, Sandy volvió a ingresar en el Hospital Universitario a través de Urgencias, gracias al empeño de su círculo más cercano. “La psiquiatra nos dijo que la veía muy deteriorada y que quedaría hospitalizada”, explicaron. Sin embargo, cuando se marcharon a buscar algo de ropa para Sandy y telefonear antes de volver para ver cómo se encontraba, “ella ya no estaba”. La familia estima que este ingreso duró unas cinco horas, de las cuales, “la valoración pudo durar media hora”. Un examen que dio lugar a un diagnóstico que, apuntaron, “está en poder del juez”.

Para cualquier ayuda o información relevante, se puede contactar con la familia en el 617652162. Asimismo, agradecieron la colaboración recibida hasta ahora.

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