La larga travesía del PSOE (II)

Qué largo se le está haciendo el camino del desierto al PSOE, con tantos antiguos dirigentes  que no aciertan a comprender que su tiempo ya ha pasado, y ahora otra generación más joven lleva las riendas del partido. Que espectáculo más bochornoso de estos viejos cargos, pongamos los Guerra, los González, los Solanas, los Ibarras, los Leguinas etc., que día tras días -aburridos del anonimato-, salen a la palestra en los medios de comunicación para atar al Secretario General en ciernes,  de que no haga esto o aquello, o no atraviese esta o aquella línea roja, que suponen en su miopía política que no deben de traspasar.

De tal forma, que  incluso personajes de inteligencia borrosa y caprichosa como algunos expresidentes de Comunidades Autónomas, apuntaron explícitamente a algunos medios de prensa: “Que clase de alianza  y con cuál organización política  debe  o no  debe de concertar sus acuerdos de gobierno, Pedro Sánchez. Verdaderamente inaudito y falto del más mínimo respeto hacia el jefe político del socialismo español en estas horas difíciles para la gobernabilidad de España. No cabe mayor cobardía que, desde la tranquilidad de un observador que no se ve afectado por la mayúscula responsabilidad antes los militantes, de asumir la colaboración de llevar a la investidura al jefe de Gobierno en funciones  -que ha propiciado los mayores  recortes y las tramas corruptas de los últimos años-, arremeter contra el derecho que tiene  el  secretario general para intentar iniciar pactos con otros partidos  y, legítimamente,  intentar alcanzar el poder  y gobernar en coalición.

Da verdadera nauseas, columbrar a esta caterva de políticos del PSOE jubilados, “joder la marrana” a quién está obligado a conseguir consensos con otros partidos de izquierda y de la periferia del país, para llevar otra opción diferente a la que ha llevado el Partido Popular en los pasados cinco años. Pues, desde nuestro parecer, como algo necesario y natural, el socialismo -en sus diferentes sensibilidades-, debe de estar unido para acabar con la política desnaturalizada y falta de sensibilidad  social que han llevado a cabo los inquilinos actuales de la Moncloa.

Y, amenaza, pongamos,  al expresidente de Extremadura, Sr. Juan Carlos Rodríguez  Ibarra, con darse de baja en el PSOE, si Pedro Sánchez lleva a efecto algún tipo de pacto con Podemos, como si fuera un nuevo Mesías, que hubiese de  llevar al pueblo socialista a la tierra prometida del “centro-izquierda”, como dijera su paisano el Señor Guillermo Fernández Vara… Nunca pensamos que llegaría el día que un dirigente político de una Comunidad Autónoma -Extremadura-, identificara al partido que fundara Pablo Iglesias -2 de mayo de 1879- como un partido de “centro-izquierda”. Pues a renglón seguido nos preguntamos qué ha pasado con la “O” de obrero y la “S” de socialista. No; nunca nos pareció el PSOE un partido de centro, ni creo que esté en sus estatutos de más de cien años… Ahora bien, que vergüenza ajena sentimos cuando aquellos que siempre nos hemos  considerados  socialistas, vemos al Sr. Fernández Vara, decir estas cosas de un partido surgido de las clases proletarias del pasado siglo, en la pantalla de cualquier cadena de televisión.

Sorprendidos nos hallamos de tanto socialista de pacotilla que prefieren que con la “abstención”, gobierne el partido de la “corrupción” más generalizada no sólo de la democracia, sino incluso de la dictadura del general Franco.  Pero, ¿qué clase de socialistas son estos, que desean irse a la oposición sin intentar gobernar junto a otro partido de izquierda como es Podemos, negándoles el pan y la sal. ¿Es qué acaso, quieren que gobierne el Sr. Rajoy, otros cuatro años, para continuar con los desahucios, la mafia de las  mordidas de los concursos públicos,  los contratos en precarios con un salario mínimo de 655,20Euros/mes mientras ellos, por el contrario -como pretendían con el Sr.Soria-, se postulan para puestos del Banco Mundial de emolumentos millonarios en un país de tan alto porcentaje de pobres?

No nos cabe duda que la clara cobardía  de este grupo  de pasados cargos  socialistas -por llamarles algo- que actúan de manera coordinada contra el secretario general del PSOE, se constata hasta en unas sencillas hojas gratuitas como “20 minutos”-, en su edición del viernes, 16 de septiembre, que en su primera página, apuntaba  en “Fogonazos”, Julia Otero,  lo siguiente: “Coincidiendo con la semana “horribilis” del PP, algunas baronías y otras glorias del PSOE, perfectamente coordinados, han lanzado nuevas ofensivas contra su secretario general. Lanzar piedras en grupo nunca fue de valientes. ¿Quieren Gobierno de Rajoy? Díganlo, abandonen la estrategia del perro del hortelano. Y asuman las consecuencias”. A nuestro parecer, las palabras de Julia -dichas no en un importante periódico del país, sino en unas simples hojas repartidas a pie de calle y que apenas atendemos- dan exactamente en la diana de lo que de manera vergonzante e insidiosa labran algunos ex-dirigentes que dicen llamarse de “centro-izquierda”…

Como ha podido caer tan bajo el Partido Socialista con militantes que sólo ensombrecen a un partido histórico con sus continuas insidias y banderías,  y  no les da de baja -como ellos mismos amenazan  si no se accede a sus expresos deseos- por no representar ya el ideal del socialismo, sino todo lo contrario; pues  pareciera bien servidos y acostumbrados a los  buenos dividendos que  las puertas giratorias  de las “eléctricas”, “Gas Natural  y otras grandes empresas les proporcionan… Pero,  por qué no dejan de incordiar estos políticos amortizados de aquel  “CAMBIO”, con sus soflamas de burgueses adinerados y faltos de sensibilidad, para aquellos millones de españoles que no llegan a fin de mes y luchan a dentelladas para sacar a sus familias adelante en esta selva de cada día. Por qué no vocean a viva voz por los miles de jóvenes que después de costearles el Estado y el esfuerzo de sus padres una carrera universitaria, tienen que soportar tristemente decir adiós a todo aquello que aman, a saber: familia, amigos, compañeros y entorno existencial, para  coger la maleta -como en los años cincuenta- e irse como nuevos  emigrantes por los países de Europa, solicitando un trabajo digno que les posibilite la realización como seres humanos.  Y, por qué no continúan voceando, por los millones de empobrecidos ciudadanos y por aquellos descamisados  y refugiados que huyen  del horror de la  guerra, que  nada poseen, y ni siquiera tienen la ilusión de que en los próximos años vaya a cambiar su incierta suerte.

Y, podemos apuntar, que estos antiguos socialista de tres al cuarto, se han acostumbrado a los consejos de administración de las grandes empresas del país, y ejercen de asesores para captar voluntades que puedan ser beneficiosas para estas empresas. De tal manera, que estos antiguos socialista que otrora levantaban el puño en alto, ahora van con otro lenguaje de grandes finanzas y de “macro economía”, que los ciudadanos no comprendemos, pero ellos -ávidos del dinero fácil-  lo comprenden a la perfección para seguir engañándonos con su retórica engañosa y de palabras huecas…

Decían los literatos de la “Generación del 98*”:  Ángel Ganivet, Unamuno, Maeztu, Antonio Machado, Valle-Inclán, Azorín,  o Pio Baroja, “Que les dolía España…” Y, a nosotros -como aquellos ilustres escritores del desastre de la perdida de las últimas colonias a manos de los siempre oportunistas y pragmáticos americanos- también nos duele España. Una España en manos de políticos filibusteros que con tal de situarse en el poder del Estado, no pierden pie por engolfarse en tramas corruptas,  que cada día saltan a la prensa para verificarse sus causas en los tribunales de justicia, sin que devuelvan aquellos montantes económicos que nunca le pertenecieron;  como tampoco se devuelven los miles de millones que se ingresaron a las entidades bancarías  para ser reflotadas con los dineros públicos.

No; no podemos callar por más tiempo en este país dónde al parecer no importa la corrupción generalizada de algunos partido políticos; y, como una rueda atávica que surgiera de la fatalidad de nuestra historia más negra, los ciudadanos vuelven a votar a partidos dónde la corrupción estalla por cualquier esquina del país. ¿Cómo es posible que al  Partido Popular lo sigan votando millones de españolitos de a pie, cuando cada día se suma una nueva trama de corrupción? ¿Acaso,  a esos millones de ciudadanos deseosos de una España mejor, con mayor grado de libertad y bienestar, no les tiembla la  mano cuando saben perfectamente que colaboran y ayudan en mantener a un partido en el poder,  donde la corrupción le pasa factura cada día?

No; no puedo entenderlo… Cada día me  lo pregunto y me duele España, mi país, mi nación, como le dolía su patria a aquellos escritores de la “Generación del 98”,  que deseaban regenerar la vida política del quietismo imperturbable de la sociedad de finales del siglo XIX, sólo perturbada por los acuerdos del 10 de diciembre de París, donde -como  ya hemos  apuntado anteriormente- perdimos las últimas posiciones de ultramar que nos quedaban, de aquella  procelosa  aventura de  América,  descubierta en 1492 para la corona de Castilla.

(*)LA GENERACIÓN DEL  98

El último tercio del siglo XIX fue muy negativo para la sociedad española a causa de una serie de problemas que concluyeron con el Desastre del 98. Políticamente, la alternancia entre los conservadores y los liberales en el poder no satisfacía a una población descontenta que sufría dificultades económicas, así como el atraso económico del país. Aparecieron grupos políticos anarquistas y socialistas, además de los carlistas, que intentaban aportar las soluciones que los conservadores y los liberales no hallaban.

Además de la sublevación de las colonias americanas, los problemas regionalistas constituyeron otra dificultad más para la maltrecha sociedad española. El ambiente era de descontento, de dejadez en todos los sentidos, en un país donde la mayoría de la población vivía atrasada y miserable, cuando no hostigada por los caciques

Características:

La decadencia de España culmina con el desastre mencionado, y esto motiva que los autores del 98 analicen la conciencia nacional, el problema de España: las causas de sus males, las posibles soluciones, el pasado, el futuro, etc. Estos escritores toman una actitud bastante peculiar ante el problema: buscan el conocimiento de España viajando por ella, describiendo los campos, las ciudades, los viejos monumentos, para intentar recrear literariamente la historia del país. Con esto, podemos decir que no se conforman con un acercamiento sin más al paisaje: es un acercamiento estético, bello, claro. Castilla será el eje del paisaje, como representante de la esencia española, de la decadencia. Todos estos autores provienen de la periferia –Unamuno, Maeztu y Baroja eran vascos, Azorín alicantino, Machado y Ganivet andaluces y Valle-Inclán gallego– y coinciden en Madrid. Desde aquí descubrirán los viejos pueblos castellanos, silenciosos y casi muertos, los paisajes, la historia de nuestro país, los monumentos, los recuerdos. Su amor a España les llevó a analizar las causas de tanto declive a través de tres temas fundamentales:

El paisaje: viajaron por España y la describieron, especialmente Castilla, como una re-creación del paisaje. Había que empezar de cero, y esto no era otra cosa que mirar con ojos nuevos lo que les rodeaba. Castilla simbolizaba a toda España.

La historia: no se interesan por la Historia con mayúscula, es decir, la de los grandes hombres y las grandes batallas, sino por la historia del pueblo, de las personas que trabajan día a día, la de los hechos cotidianos, la del trabajo, la de las costumbres, la de “los millones de hombres sin historia”, calificada por Unamuno como intrahistoria.

La literatura: las fuentes literarias que influyen están muy claras, ya que son un referente histórico y literario. Los autores del 98 se interesan por los clásicos de nuestra literatura, como el Poema de Mío Cid, Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes, Góngora...

Estos autores evolucionan desde el compromiso social y político de su juventud hasta la evasión por medio de la literatura a medida que van envejeciendo. Azorín poseía de joven una ideología anarquista radica para, posteriormente, evolucionar a posturas conservadoras; Baroja se mostraba contrario a todo –era anticlerical, antimilitarista, anticristiano, antijesuita, antimasón, antisocialista y anticomunista–; Unamuno estaba afiliado al partido socialista; Maeztu se consideraba anarco-socialista. Todos asistían a las mismas tertulias o a los mismos actos como elemento ideológico común: realizaron una visita en común a la tumba de Mariano José de Larra (considerado por algunos como un precedente de la Generación), fueron de excursión a Toledo en 1902, asistieron al estreno de Electra de Galdós. Antonio Machado y Valle-Inclán, mencionados en el capítulo anterior, fueron más bien modernistas en su juventud (Valle-Inclán, además, simpatizaba con el carlismo tradicionalista) y poco a poco fueron evolucionando hacia compromisos de tipo progresista en su madurez.

Entre los autores del 98 predomina el uso de la prosa para expresarse. La mayoría de las obras más importantes son novelas o ensayos. Tres autores podemos destacar como poetas: Antonio Machado, Valle-Inclán y Unamuno. Tanto Valle como Unamuno, a pesar de escribir algunas obras de poesía, cultivan fundamentalmente la novela o el ensayo, en el caso del bilbaíno, o la novela y el teatro en el caso del gallego. Por su parte, Machado es el poeta de la Generación. Aunque tenga escritos en prosa más o menos apreciables, destaca fundamentalmente por su obra poética. Baroja será el gran novelista del 98, entregado por entero a esta labor.

El estilo es muy personal en lo que se refiere a los autores de los que estamos tratando. Aun así, podemos citar algunas características coincidentes: Reaccionan contra la retórica, el prosaísmo. Se convierten en auténticos renovadores del panorama literario de principios de siglo.

El estilo es sobrio y directo. Importa el contenido e intentan que éste llegue al lector de la manera más clara posible. Cuidan la forma de su prosa, son exigentes y reaccionan contra las imprecisiones o los contenidos confusos. Recogen palabras que están en desuso y las incluyen en sus escritos. Las ven como una muestra del pasado que hay que conservar.

Visión subjetiva (emotiva o intelectual), entonación lírica y sentimental. Al igual que los autores románticos (Bécquer), asocian el paisaje al estado de ánimo, de ahí que el símbolo de la decadencia española sea la yerma meseta castellana.

Los temas principales de los autores de esta generación, además de los relacionados con la regeneración del país y el problema de España,  serán dos:

La vida y la muerte, el sentido de la vida, el paso del tiempo. Estas preocupaciones existenciales estarán representadas fundamentalmente por Unamuno, aunque los demás autores también dan muestras de ellas en su obra, como veremos.

La religión. No hay unanimidad entre ellos en cuanto a este tema: desde los católicos fervorosos como Azorín y Maeztu hasta los agnósticos como Baroja, pasando por los dubitativos, como Unamuno, vemos representadas en la Generación del 98 posturas muy diversas en relación con la religión.

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