Agucé la mirada y pude ver una jaima a lo lejos. Caminé con presteza, y pude ver como una esposa mecía a su primero. Hice un gesto de amistad a la mujer y a su caballero que salía, y pronto me sentí como un huésped en la cocina de un rey midas.
“Hafsae, ve al lar y trae la tetera de latón resistente”, -dijo el hombre. “Mientras, yo saldré al jardín, que con manojo de hierbabuena disfrutaremos del azúcar caliente”.
Aquel personaje improvisó un palmo de terreno junto a una milagrosa palmera, árbol mensajero de la sombra, la humedad, el alimento y el fuego. Y era cierto, unas ramas de hierbabuena despuntaban, desafiando a los elementos. Por otro lado, el fruto de la palmera da muy bien si se muele, aunque en jarabe despierta el amor.
Pasa despacio el día en el reino del sol. Pasa despacio las páginas el recóndito y hábil lector. El sol enseña sus cartas en el desierto de la sabiduría: todo aquel que se adentra en sus espacios corre el riesgo mayor. Sólo un perfecto conocedor del libro de los astros podrá dar las gracias, y respirar al fin sin temor.
Pero... ¿cuál es el origen del malefico, y de la sed? Con el libro abierto entre las piernas, el hombre dijo: “Destacan por su importancia las estrellas del odio y del amor, principio y fin de un círculo imcompleto. Es como si el firmamento se partiera en dos. No hay nada más cercano, ni nada más lejano al mismo tiempo”.
El anfitrión se molestó en dibujar un círculo imcompleto: “Si miras este círculo, que yace sin terminar, verás que hay dos caminos para llegar a comprender la verdad. El camino más corto es la fé, cerrar el círculo. El más largo es la desconfianza, la travesía del desierto. El que quiere saber la verdad es porque desconfía. El círculo imcompleto es el símbolo de la sabiduría. Podemos intuir el infinito, la fé, pero no lo podemos comprender”.
La vida es ese estado en que disfrutan los sentidos. ¿Por qué ir más allá? Si uno ambiciona la verdad, los ángeles del juicio traerán la tempestad. Sin embargo, es justo conocer los secretos de la supervivencia, seguir a la estrella que nos guía, y cómo cobijarse de las arenas que levantó el fuerte viento.
Distraído con la agotadora jornada, pasé al raso la noche. Las brasillas chisporroteaban y ofrecían calor, y así puede imaginar cómo nacía la estrella de la amistad, entre las estrellas regidoras del odio y del amor.Pero también pensé en la vida de aquel hombre; en el tiempo que empleó hasta comprender la danza de las estrellas; en la deuda que contrajo con sus ancestros; y sobre todo, pensé en la belleza de aquella mujer, que mecía a su hijo en silencio.
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