El 21 de julio de este año, Ceuta sufría uno de los incendios más graves de su historia. Comenzó una pesadilla que no pudo terminar hasta 72 horas después, cuando los Bomberos aseguraron que no cabía que las llamas pudieran reavivarse. Hoy, casi cinco meses después, poco o más bien nada se ha sabido del origen de este siniestro forestal cuyas consecuencias son todavía visibles.
La Guardia Civil no pudo ahondar más allá de las evidencias, ni encontró un rastro que pudiera conducir al culpable de estas llamas. Ni tan siquiera se ha podido concretar si la mano humana estuvo detrás, si alguien fue el artífice de que Ceuta volviera a sufrir uno de los incendios más graves de su historia, en pleno corazón de García Aldave.
La Benemérita ha confirmado a El Faro que en el transcurso de la instrucción de las diligencias y durante los trabajos que se llevaron a cabo de reconocimiento del terreno y de rastreo investigador, “no se han obtenido indicios de las causas y autoría de los mismos”. El incendio no dejó un rastro que pudiera llevar a que las indagaciones efectuadas llevaran a una detención o a la señalización de implicados que pudieran responder ante la justicia. Por parte de la Benemérita, tras los trabajos del SEPRONA y de la propia Policía Judicial, no se han aportado detalles que puedan conducir al juzgado que asumió la instrucción a poder ejecutar una acción penal.
Las horas posteriores al incendio se dijo de todo, se informó demasiado pronto de conclusiones que no se habían alcanzado, incluso hubo sospechas que llevaron a tener retenida a una persona porque parecía sospechosa y llevaba varias pastillas para realizar barbacoas en su poder. Nada condujo a un fin determinante, ni tan siquiera policialmente se ha llegado a confirmar aquella teoría lanzada desde el ámbito político de que el incendio había tenido dos focos distintos.
La Guardia Civil cierra su investigación sin poder avanzar más y sin concluir si aquello pudo ser algo más que el producto de unos montes que, en parte, seguían acumulando basura y restos que pudieron hacer de pantalla para provocar aquellas llamas que devoraron el terreno poco a poco hasta el punto de tener que desalojarse viviendas próximas.
Los Bomberos lucharon cuerpo a cuerpo, contando con el respaldo de fuerzas de seguridad de un pelotón de la Legión, después de que un brigada forestal alertara de los primeros indicios sobre lo que posteriormente sería un desastre medioambiental.
73 hectáreas quedaron completamente calcinadas. Algunas instalaciones militares quedaron en riesgo. Hubo pérdida de especies naturales y animales... se cerró después un capítulo de sucesos, viviendas dramáticas, historias y penalidades que convirtieron el incendio de este verano en uno de los más complicados de la historia.
Las investigaciones de la Guardia Civil no han puesto un punto y final, quedando en el ámbito de las incógnitas las de si pudo ser algo intencionado que no dejara rastro, si fue fortuito o una mera imprudencia causada por terceras personas.
Lo que sí quedó claro es la necesidad de contar con más medios de reacción rápida para no tener que depender de la activación de medios aéreos llegados de la península, disponiendo de un helipuerto en Ceuta. Nada se ha concretado en torno a este asunto más allá de un compromiso político de intentar poner medios.