Categorías: Opinión

La inversión entre Barça y Madrid

Avanzaban las últimas semanas del año pasado cuando algunos medios madridistas, exaltados por el impresionante juego y solvencia de su equipo, se preguntaban si no era acaso ese el mejor Real Madrid que había existido nunca.

De hecho, en la encuesta de Marca los lectores eligieron el equipo de Ancelotti como el mejor de la historia madridista con un 35,4%. Por aquel entonces, el Barça de Luis Enrique aún no se había ensamblado del todo y tanto los jugadores como el entrenador estaban en entredicho. Pero, si bien las competiciones pueden perderse en los primeros meses, se ganan mucho más tarde, y en esta temporada se ha vuelto a demostrar.
El año 2015 trajo consigo un Real Madrid agotado y descoordinado, seriamente aturdido por lesiones claves como la de James o Modric, el auténtico sostén del equipo sin el cual Toni Kroos era desplazado de su hábitat natural y sufría un sinfín de dificultades para mantener el equilibrio de su zona y, al mismo tiempo, distribuir el balón hacia delante. Por su parte, el rendimiento de Cristiano Ronaldo cayó en picado tras recibir su flamante Balón de Oro con muy pocas actuaciones de alto nivel. En paralelo, el Barcelona comenzaba a cohesionarse con un Leo Messi cada vez más estelar. Se invertía progresivamente la situación que a finales de 2014 había encumbrado al Real Madrid y producido serias dudas sobre el Barça.
El criticadísimo plan de rotaciones de Luis Enrique ha surtido efecto y sus jugadores claves han llegado al final de temporada en un pico de forma muy bueno, lo cual ha permitido que el equipo afrontara con determinación la mayor parte de las citas complejas de la Liga y de la Copa de Europa. Más allá de las frivolidades a las que se suele recurrir desde la tranquilidad de haber conquistado un gran título al máximo rival, y estar en liza por otros dos, el trabajo del entrenador asturiano ha sido más que bueno. No obviemos que la mayor parte de estos jugadores estuvo con Martino el año pasado, y este fue incapaz de que rindieran a un nivel alto en ninguna de las facetas del juego.
Sin embargo, Luis Enrique no solo ha sabido reordenar las diferentes líneas y lograr un óptimo rendimiento de todas ellas, sino que, además, ha ampliado la estrategia del Barça introduciendo el tan odio contraataque en tiempos atrás, que ha sido muy efectivo cuando el
equipo catalán ha necesitado de él. A ello se añade la magnífica dosificación de sus estrellas que ha sido esencial para llegar a las últimas semanas con el punto necesario de fuerza, intensidad y velocidad. Por otra parte, el antiguo jugador madridista y culé ha sido inteligente a la hora de tratar su espinosa relación con Leo Messi, y ha solucionado los problemas que podían interferir en el buen rendimiento de la plantilla, aceptando que el argentino requiere un tratamiento diferente, como todos los cracks mundiales de su talla o parecida.
Por el contrario, el planteamiento de Ancelotti, enfocado en abusar de la presencia de sus mejores jugadores sin gestionar adecuadamente la carga de partidos, ha propiciado que la plantilla se haya deshecho acarreando severos desequilibrios. La situación recuerda a la que hubo de afrontar el Real Madrid de Carlos Queiroz, protagonista de una primera vuelta destacada y una segunda desastrosa, arruinada por el exhausto físico de los jugadores de mayor relevancia que por aquel entonces estaban omnipresentes en la mayor parte de los minutos disputados. En mi opinión, no existen muchas diferencias entre la gestión de la plantilla que Ancelotti llevó a cabo el año pasado y la que ha ejecutado en este, pero las que se han surgido sí poseen una gran relevancia. Una de las diferencias principales es que esta temporada arrancaba tras un Mundial, lo cual requería prestar una atención especial al control de los esfuerzos para evitar tantas lesiones y bajones físicos. Otra de ellas, es el hecho de que los chispazos de Gareth Bale (en la final de la Copa del Rey) y Sergio Ramos (en la final de la Copa de Europa) no se hayan vuelto a repetir ni a través de estos jugadores, ni mediante ningún otro.
Una vez más, el tiempo ha demostrado que un desempeño mediocre en los primeros meses puede subsanarse con una gran actuación en el resto de la temporada, pero que en ningún caso un rendimiento muy bueno en los primeros compases de los campeonatos puede ser útil si en adelante no se actúa a la altura. Una lección tan valiosa como comúnmente ignorada.

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