El proceso de innovación está considerado como uno de los principales impulsores del crecimiento económico en los países de economía desarrollada, además de un importante factor para la evolución social y cultural. Y es que en la actualidad el cambio tecnológico afecta a la estructura de los mercados y a sus formas de operar, y también es una fuente de creación de nuevas ventajas competitivas para las empresas. Por ello es muy importante identificar y caracterizar las relaciones entre el cambio tecnológico y la estrategia competitiva de la empresa.
Según los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, en España, el gasto en I+D ascendió a más de trece mil millones de euros en 2015, lo que supuso un aumento del 2,7% respecto al año anterior, pero representó un 1,22% respecto al PIB, frente al 1,24% en 2014. Es decir, el volumen de producción nacional que dedicamos a I+D, en lugar de incrementarse, como sería lo aconsejable en nuestras actuales circunstancias, disminuye en términos de porcentaje del PIB.
Si ahora nos vamos a los datos que ofrece el Banco Mundial, nos encontramos con los siguientes datos. La media mundial de gasto en I+D respecto al PIB, se situó en 2013 en el 2,131%. Destacaron Alemania, con un 2,83%, Austria, con el 2,96%, Dinamarca, con el 3,08%, o EEUU, con el 2,72%. España, con el 1,2%, ocupaba una discreta posición en el ranking mundial. Difícilmente con estos datos podemos pretender situarnos en lugares destacados en la escena internacional con respecto al desarrollo tecnológico. Si no se investiga, ni hay fondos para investigar, es muy complicado que nuestro país pueda estar al nivel que le correspondería. Y no es cuestión de falta de talentos. Otro día hablaremos de ello.
Descendiendo algo más en el detallado análisis que hace el INE, resultó que las comunidades autónomas que más porcentaje de gasto dedicaron a actividades de I+D respecto a su PIB fueron País Vasco, Madrid, Navarra y Cataluña. Y las que menos, Islas Baleares, Canarias y Castilla-La Mancha. Y por sectores, el sector Servicios concentró el 49,8% y el de Industria el 47,9%, destacando dentro de ellos Farmacia, Consultoría y otras actividades informáticas, Actividades profesionales, Construcción aeronáutica, Vehículos a motor y Química.
Pero, ¿qué pasa en nuestras empresas?. Según la Encuesta sobre Innovación en las Empresas?, sólo el 28,5% de las empresas españolas de 10 o más asalariados fueron innovadoras en el periodo 2013-2015. Y por tipo de innovaciones, el 12,8% fueron innovadoras tecnológicas (de producto y proceso), y el 23,7% fueron innovadoras no tecnológicas (organizativas y de comercialización). La cuestión es si con esta cifra de empresas innovadoras nuestro país va a poder salir de la crisis y situar nuestras tasas de desempleo a nivel europeo. Lamentablemente, creo que no.
Aún hay un dato más preocupante en esta encuesta. Se trata de la información sobre empresas con innovaciones tecnológicas o con innovaciones tecnológicas en curso o no exitosas (EIN). Del total del 35,4% de de ventas de productos de las empresas innovadoras, el 16,8% representó una novedad en el mercado, mientras que el otro 18,5% fueron productos que representaron una novedad sólo para la empresa. Además, un 64,6% de la cifra de negocio, lo fue por productos sin alterar o ligeramente modificados.
Si a todo lo anterior le añadimos que los mayores porcentajes de empresas innovadoras en el sector industrial se concentraron en las industrias del petróleo, las farmacéuticas y otros equipo de transporte; y en el de Servicios, en la consultoría, la informática y las telecomunicaciones, nuestra conclusión no puede ser otra que la de entender el pesimismo que inunda a los agentes económicos al observar que en nuestro país seguimos sin tener un modelo de desarrollo económico claro, como tampoco lo son los objetivos en desarrollo energético, educación, sanidad o sectores relacionados con la sostenibilidad y el cambio climático.
Como botón de muestra de este desánimo generalizado, en una feria de productos de artesanía y sostenibles, estuve hablando con los que vendían una buenísima cerveza artesana. Los promotores eran dos jóvenes licenciados en paro. Uno en Dirección y Administración de Empresas. El otro en arquitectura. Mientras que compartía unas cañas con el padre de uno de ellos, me comentaba que estaba de vacaciones de su trabajo en Inglaterra, en donde ejercía de técnico de energía solar. Se lamentaba de que siendo España uno de los países de más horas de sol al año, hubiera tenido que emigrar a Inglaterra para poder sobrevivir, a consecuencia de la pésima política que penaliza la producción de energía solar para autoconsumo.
Algo parecido a cuando los médicos de la España franquista se dedicaban a prescribir pastillas de vitamina C a los chavales, siendo nuestro país el de mayor producción de cítricos del mundo. O es que el mundo está al revés, o es que poco a poco nuestra administración se ha ido repoblando de los herederos de aquél “glorioso” régimen que, fundamentalmente, beneficiaba a sus amigos.
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