Quien considere que hay una solución definitiva para los problemas derivados de la inmigración es un necio. Los movimientos de hombres y mujeres, anónimos, que llegan engañados por las mafias haciendo uso de las vías que otorga la ilegalidad son insospechados y a los mismos resulta complicado poner una solución fija. Ellos piden libertad, las autoridades exigen que se adopten medidas que pasan por la repatriación de los que llegan por las vías ilegales, y así, con posturas enfrentadas, se llega a una situación marcada, según temporadas, por mayor o menor tensión. Paralelo al CETI ha surgido otro campamento hecho a base de cabañas y chabolas de plástico y madera. Ya son varios los casos en los que se han producido accidentes por el modo de vida que se estila en estos habitáculos. En la inmigración nunca hay que dormirse, hay que adoptar medidas en las que la humanidad se combine con la legalidad y, está claro, ante situaciones como las que hoy narramos cabe no mirar hacia otro lado. Ese modo de actuar solo trae problemas y llantos de última hora.
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