Categorías: Opinión

La inmigración, los estados y las fronteras

Lo primero que hay que poner de relieve es el grave problema de la inmigración a nivel global, más la tragedia y el drama tan doloroso de tantas vidas arrebatadas por el mar de personas jóvenes y pletóricas de vida que, con tal de escapar del hambre, la miseria, la marginación, la injusticia social y las dificultades de supervivencia en sus países de origen, se atreven a poner en peligro su propia existencia con tal de buscar

un horizonte más amplio en un mundo mejor. Es una pena y un gran dolor que eso tenga que suceder así y que esa imagen la tengamos que ver tantas veces repetida sin apenas poder hacer nada para que no vuelva a suceder. Esa situación conmueve a cualquiera, porque es verdaderamente desolador tener que ver tanta miseria humana.
 Pienso que al problema de la inmigración ilegal debe dársele un tratamiento internacional y abordarlo en los propios países de origen con medidas eficaces que tiendan a poner término a esa tan lamentable situación. Para ello, creo que habría que crear un fondo europeo y otro mundial de solidaridad constituidos por los países desarrollados para ayuda a los países pobres, cuyos fondos deberían ser administrados paritariamente por los países donantes junto con los donatarios, para asegurar que las aportaciones al mismo cumplan con los fines para los que el fondo esté destinado, como pueden ser la acción social, la cultura, la promoción del desarrollo, las inversiones y la industrialización. Y debería exigirse a los gobernantes de esos países pobres el compromiso serio y controlado de modernizar sus estructuras políticas y administrativas dentro de un orden democrático, de libertad, de Estado de Derecho, de paz y de justicia social, así como poner fin a la compraventa de armas, a las luchas internas entre grupos y etnias, a las guerras tribales y de religión, a las matanzas entre tribus y a las injusticias sociales que tanto se dan en algunos países, porque es una verdadera pena y una vergüenza que al lado de tantas miserias florezcan dirigentes políticos y terratenientes de muchos de los países de donde los inmigrantes proceden viviendo en la opulencia y el despilfarro, gastando partidas multimillonarias en acciones bélicas que casi siempre van dirigidas contra el propio pueblo con luchas fratricidas y sangrientas. No puede ser que mientras se gasten ingentes sumas de dinero en comprar armas, el pueblo llano se esté muriendo de hambre en muchos casos.
   Cada país rico o deficitario de mano de obra, debería cada año elaborar cupos de inmigrantes legales, canalizando ofertas de trabajo hacia los países pobres, y que se provea a los inmigrantes legales de la debida autorización de residencia y permiso de trabajo. Y en el ámbito de la Unión Europea, que se proceda a la armonización de toda la normativa sobre inmigración, de forma que la misma sea común y con una misma unidad de criterio para todos los países miembros y se lleve a cabo una acción conjunta y compartida, implicándose todos. No puede ser que a España esté gastando tan ingentes sumas en inmigración y, encima, se le demonice, junto a sus Agentes, como si fuéramos nosotros los que promoviéramos un problema que nos viene de fuera. Y menos puede ser que nuestro país esté haciendo de barrera de contención de la inmigración ilegal hacia la Unión Europea (UE) por exigencias comunitarias, a costa de un gran esfuerzo en medios personales y materiales, y que luego la misma UE se desentienda totalmente del problema. Y para colmo, que vengan luego la nórdica ex comisaria de Interior Malmströng y la propia UE a pedir explicaciones, precisamente por tratar de frenar las sucesivas oleadas y avalanchas de inmigrantes hacia los Estados de Europa de donde ella es y en los que menos  inmigrantes admiten. El partito Demócratas Suecos (SD), la tercera fuerza de su país, se niega rotundamente a que a Suecia vayan más inmigrantes; mientras que ella le ha cogido manía a España desde que fallecieran 15 subsaharianos en aguas marroquíes fronterizas con El Tarajal y acusara a España – sin preguntar antes cómo habían sucedido los hechos –  de que los fallecidos lo fueron por disparos con pelotas de nuestros Agentes sin ser cierto.
 Ceuta y Melilla son frontera exterior de la UE y en ellas España está soportando la mayor carga en materia de inmigración, como receptoras que ambas ciudades son de los mayores flujos migratorios en Centros de acogida que tantos gastos y problemas originan y que están colapsados, para los que hay que dedicar medios que ni siquiera los propios españoles tenemos. De otra parte, son de resaltar la entrega y el sacrificio de las Fuerzas de Seguridad españolas, con sus miembros jugándose todos los días la vida para salvar a miles de inmigrantes en pateras, gomas hinchables y artilugios rudimentarios en los que temerariamente se embarca no sólo a los hombres, sino también a mujeres embarazadas y  niños casi bebés, pese a que las mafias conocen los graves riesgos que corren. Y es llegar a España o navegar en sus proximidades y los Agentes son los primeros en atenderles, socorriéndoles y en muchos casos salvándoles la vida y entregándoles en Centros de Acogida en los que se les provee de mantas, ropa nueva, alimentos, cochecitos para bebés, teléfonos móviles y otros bienes de uso y disfrute de los que muchos españoles no pueden disponer; porque aquí vienen todos de fuera a gastos pagos, pese a los cinco millones de parados que sufrimos, con un 50 % de paro juvenil, más de un millón de familias que ya sin ninguna ayuda para poder comer y han de acudir a Cáritas. Y ninguno de los que con tanto ahínco dicen defender a los inmigrantes, jaleándoles contra el Gobierno y los Agentes españoles, los recogen en su casa ni los auxilian. Esos Agentes son dignos profesionales con gran sentido de la responsabilidad y del deber. Y no se les debe someter a tanta presión mediática como la que están recibiendo de quienes todo lo politizan y todo vale con tal de sacar rédito político, pese a que la inmigración es un problema de Estado. Ese proceder de los políticos, criticando lo que luego ellos mismos hacen cuando gobiernan, es abominable y vergonzoso, como también lo es la lacra de la corrupción de la que tan hartos estamos.
 ¿Y de qué serviría abrir las fronteras de par en par como algunos tanto propugnan, como brindis al sol, si por el efecto llamada sabemos que nos inundarían inmigrantes de todos los países hasta no caber en el nuestro y para al final ser perjudicial para todos, nosotros y ellos?. En legislaturas anteriores ya se abanderó la consigna de “papeles para todos”, para después tener que dar marcha atrás cuando vieron que medio mundo se les venía encima. En resumen, inmigración sí, pero antes solidaridad europea e internacional y, luego, inmigración legal, ordenada, con papeles en regla, sin la intervención de mafias ni organizaciones de tráficos ilícitos de personas, igual que hacia 1960 - y de nuevo ahora - se les exigía y exige a los españoles para irse a Alemania, Francia, etc. No se debe inculpar públicamente por simple interés partidista, y menos para poner en duda la dignidad y el prestigio reconocidos de funcionarios que lo único que hacen es obedecer órdenes y cumplir con su deber, teniéndolo que hacer a veces desbordados por la propia violencia de los que al asalto la emprenden con palos, piedras, insultos y vejaciones con tal de quitarlos de la puerta de entra a España y a Europa por la fuerza para entrar ellos.  
  Desde que el mundo es mundo y también desde que el Derecho Internacional existe, a todos los Estados se les reconoce el derecho a ejercer su independencia, su soberanía, su plena jurisdicción y también el control y vigilancia sobre sus fronteras en materia de policía, seguridad, sanidad, control aduanero y fiscal a través de las cuales cada Estado ejerce su derecho de control de entrada y salida dentro de su propio territorio, controlando las personas, las mercancías, los transportes y demás que configuran la seguridad de los Estados. Igualmente, el Derecho Internacional no obliga a los Estados a admitir a extranjeros de terceros países en sus territorios. Para entrar y salir en un país, todos los países exigen en sus normas internas que la persona se identifique, declare su nacionalidad y posea un pasaporte o visado consular. Y si bien es cierto que dentro de la Unión Europea (UE) existen la libre circulación de personas, capitales, mercancías, establecimiento y demás derechos, en los casos de Ceuta y Melilla estamos en presencia de fronteras exteriores de la UE, con la ineludible obligación de controlar las entradas y salidas al territorio comunitario; es más, las mismas normas comunitarias establecen la llamada cláusula de excepción en lo referente a cuestiones que afecten a la seguridad interior y mantenimiento del orden público, a la que puede recurrir todo Estado miembro como asunto de su exclusiva incumbencia soberana.
 Ceuta y Melilla padecen gravísimos problemas inmigratorios y de yihadismo radical. Más de 17.000 intentos de asalto a las vallas han sufrido en lo que va de este año y miles de indocumentados han entrado utilizando la fuerza y la violencia, porque las mafias que comercian con ellos les arrebatan sus exiguos recursos y no dudan en ponerlos en gravísimo riesgo de perder sus vidas, canalizando los flujos inmigratorios a través de ambas ciudades y las entradas en las mismas han aumentado este año un 73 % sólo en diez meses. La situación es insostenible, máxime ahora que dichas mafias aleccionan a los sin papeles para que utilicen la violencia contra las fuerzas de Seguridad y les agredan con palos y piedras. Es cierto que el Derecho comunitario establece el derecho de asilo, pero la potestad de concederlo o no corresponde al Estado de acogida. Y lo que no puede ser es que, como premio a la ilegalidad de los violentos, haya que conceder el asilo obligatorio a quienes más violencia empleen para derribar las vallas y a los Agentes, aun viniendo indocumentados, negando su nacionalidad para eludir la repatriación, utilizando la amenaza, la fuerza y la violencia, y atropellando y llevándose por delante a honrados servidores públicos que están cumpliendo con la misión que la Ley y el Estado les asignan. ¿Pensaría igual la ex Comisaria Malmström si estuviera ella de policía en la frontera y se la llevaran por delante a golpes y pedradas cuando de entrar por la fuerza a su país se tratara?. ¿Por qué no ha querido visitar Ceuta y Melilla para tomar contacto personal con tan grave problema, del que sólo le importa dar la imagen de trato todavía más exquisito a los ilegales?. ¿Se ha preocupado esta señora alguna vez por los Agentes heridos a pedradas y a golpes por los mismos?.
       

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