El Círculo de Silencio se congregó en la tarde de ayer, como cada segundo miércoles de mes en la Plaza de Constitución, para manifestar su solidaridad con los migrantes y refugiados a los que “se les sigue negando el derecho a buscar una vida mejor y más segura en países europeos donde sus derechos sean respetados” y rechazaron la “inhumanidad del alambre”.
En esta ocasión, la primera convocatoria del año, los asistentes expresaron su “dolor por los sucesos ocurridos en la madrugada del 1 de enero en el perímetro de la valla fronteriza entre la ciudad autónoma de Ceuta y Marruecos”, tal y como dieron lectura en el manifiesto elaborado por las entidades convocantes.
Los asistentes reiteraron su “rechazo a las devoluciones sumarias”. Según las informaciones que recibieron desde Marruecos, “dos personas que intentaron entrar el día 1 han muerto y otra de ellas ha perdido un ojo”. Por ello, apelaron al dictamen del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), “que ya en 2015 advirtió que la enmienda a la Ley de Extranjería aprobada en su día no avala las devoluciones automáticas”.
Las medidas y actuaciones adoptadas en torno a la frontera únicamente consiguen “incrementar aún más si cabe el sufrimiento, dolor y muerte de las personas migrantes y de los solicitantes de protección internacional”, leyó una de las activistas. En el Círculo de Silencio, apostaron por un modelo de gestión de fronteras “que no se centre únicamente en temas de seguridad, sino que también se comprometa con el respeto a la vida, la integridad personal y los derechos humanos”.
La necesidad de “articular una política de fronteras basada en los principios humanitarios y capaz de garantizar vías de acceso seguras a las personas que huyen de la miseria” estuvo presente en la alocución. Los presentes hicieron un llamamiento a la ciudadanía para mantenerse “alerta” ante las causas de esta “sangrante realidad humana y trabajar juntos para que su dolor y sufrimiento no se conviertan en una rutina deshumanizadora”.
La Mesa Diocesana de Atención y Acogida de Refugiados –formada por Migraciones, Cáritas, la Conferencia de Religiosos (Confer), la Fundación Centro Tierra de Todos, la asociación Cardijn y Justicia y Paz– hicieron un llamamiento a la ciudadanía para mantenerse “alerta ante las causas de esta sangrante realidad humana y trabajar juntos para evitar esta inhumanidad del alambre, y para que su dolor y sufrimiento no se conviertan en una ruta deshumanizadora”.
El Círculo de Silencio reunió ayer a unas 80 personas, una de las convocatorias que ha contado con más participantes.
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