La piedra angular de la seguridad nacional de cualquier país es su Policía (estatales, autonómicas y locales). No hay que obviar que su papel es muy importante en nuestra sociedad (por no decir imprescindible) ya que sabemos que velan por el cumplimiento de las Leyes, protegen a las personas, así como mantener y restablecer el orden y la seguridad ciudadana, entre otras.
No debemos olvidar que nos encontramos ante una amenaza de alerta terrorista a nivel mundial, por lo que su presencia, queda escasa ante este nuevo fenómeno. Por lo que creo que, la necesidad de colaboración entre lo público y lo privado, es esencial.
La Seguridad Privada sería una herramienta fundamental para sumar en número de efectivos policiales, los cuales hoy en día son escasos.
Tanto desde el punto de vista económico, como su grandiosa aportación a la Seguridad Pública, deberíamos destacar la importancia de estos servicios, en las estrategias de todos esos países ante nuevos retos, principalmente por nuevas amenazas en infraestructuras críticas.
Es un valor añadido en la seguridad de Europa, donde se ve su eficacia en servicios tales como, transporte de reclusos en Suiza, supervisión electrónica de reclusos en Turquía, protección marítima contra actividades de piratería en España y la seguridad de los servicios sanitarios por todo el continente europeo.
En los nuevos modelos de cooperación público/privada que, se están desarrollando en otros países hay una especial referencia sobre esta cooperación, entre ellos el apoyo de la Seguridad Privada a combatir fenómenos específicos en Bélgica, funciones policiales no esenciales en Suecia, etc.
España, un país que en esta materia es o debería ser uno de los referentes, cuenta con leyes y reglamentación adecuados a las necesidades que se presentan. Además de disponer de los agentes de seguridad mejor formados a nivel europeo.
Marruecos, bajo mi criterio, es un país potencial para fomentar el uso de este tipo de servicios de seguridad, porque es un país con innumerables recursos. La seguridad privada sería una muy buena opción para velar, proteger y controlar la seguridad de un turismo de calidad que recibe el país durante todo el año.
Estos servicios se podrían incluir en el ámbito de la Administración Pública, donde como hemos dicho anteriormente, se está llevando a cabo en otros muchos países con una efectividad máxima.
Y ni que hablar de la Ley de Seguridad Privada, que atribuye funciones y obligaciones a los vigilantes de seguridad pero sin seguridad jurídica alguna, ni medios de defensa efectivos y proporcionarles al nivel de amenaza actual.
Si un vigilante no puede protegerse a sí mismo ¿Cómo va a garantizar la integridad física de terceros? todas las semanas un compañero recibe una paliza en algún rincón del país.
Podríamos hablar horas sobre el tema. En definitiva hay mucho trabajo por parte de los que mandan, mucho por regular y por regularlo bien, mirando por la seguridad real, no por el postureo ni pensando que el mundo es de piruletas y arco iris.
Discrepo mucho con el artículo.
La formación que se imparte y los requisitos para ser vigilante (no agente) de seguridad en España son mínimos, deficientes, en comparación con los de cualquier policía.
Si queremos equiparar la seguridad privada y apoyarnos en ella atribuyéndole hay que impartir más y mejor formación.
Por otro lado, tanto la Ley como el Reglamento (pendiente de actualización por cierto desde 2014) funcionan en la teoría, y con pinzas, pero no en la práctica, empezando por el cachondeo de las empresas de seguridad. La mayoría de empresas incumple sistemáticamente la Ley de Seguridad Privada, anteponiendo siempre el beneficio económico al servicio prestado, siendo éste muy deficiente y muchas veces temerario, sobretodo para los vigilantes, que prestan servicio sin medios ni protección.
Todo el que conozca bien el sector sabe lo que hay. Mucho postureo y seguridad poca.
A ver si el Ministerio del Interior hace las cosas como Dios manda de una vez y somete a control a las empresas, igual que se inspecciona a los vigilantes.