La historia de la posición A

La instrucción de las primeras compañías se efectuó en las proximidades de Ceuta, en la llamada, en aquella época posición A, donde existía un reducto desde 1860 y que en 1909 estaba constituida por dos barracones de madera y chapa, donde se alojaban tropas para operaciones en el llamado en aquella época Campo Exterior de Ceuta.

En el año 1917 la posición se adecuo como Sanatorio de convalecientes y en 1918 la Posición A pasó a recibir el nombre del prestigioso Tte. General Garcia Aldave.

En 1920 fue ocupado para iniciar la instrucción de las primeras compañías del recién fundado Tercio de Extranjeros, hasta su traslado al famoso acuartelamiento de Dar Riffien en el Protectorado Español el 17 de octubre de 1920.

En este escenario castrense y adusto, se enseñan las primeras lecciones Militares s los Legionarios. La instrucción en la Posición A es dura, agotadora. Aquellos voluntarios se van transformando en hombres que responden sin titubeos a las voces de mando. El trabajo es tan intenso que nadie tiene ganas de hablar en los breves momentos de descanso. Las marchas ponen en carne viva los pies de los legionarios, terminan con las energías que van quedando, pero estimulan la fortaleza moral y la resistencia a la fatiga. Hay que picar llenar sacos terreros, y realizar ejercicios de tiro, arrastrase cuerpo a tierra y correr, y ocultarse entre la gaba.  Aquellos primeros voluntarios se habían convertido en menos de un mes en soldados disciplinados y con una gran ilusión de poder cumplir el Creo Legionario.

Esta es la recompensa que recibía el Tte. Coronel Millán Astray de ver convertidas en realidad sus esperanzas en él Tercio de Extranjeros, pues a primeros de noviembre la primera Bandera del Tercio sale del Campamento preparada y lista para entrar en fuego, en tan breve espacio de tiempo imprime un alma a las Unidades recién creadas. La hora de la Creación del Tercio perdurará en la historia, es una afirmación de la vitalidad de las puras esencias de la Infantería Española.

Ahora, la Legión está en la cima de su prestigio, que no toca de guerra sino de Paz en las Misiones Humanitarias en cuatro continentes.

Más tarde no siendo necesaria la Posición A para la legión, por el avance de nuestras tropas se abandonó relativamente pues en ocasiones fue ocupada por tropas para relevo. En el año 1928 fue ocupado por Unidades del Regimiento de Línea nº 43. Ya en el año 1942 se estableció allí la Maestranza de Artillería y un pequeño destacamento de la Guardia civil.

Tras la independencia de Marruecos en 1956, el Acuartelamiento fue ocupado por el Grupo de Regulares nº 1 en 1959, trasladado desde Tetuán a Ceuta durante el repliegue de las Unidades Españolas situadas en el Protectorado hasta la construcción de su nuevo acuartelamiento en la Avda. del Ejercito y ya en 1961 García Aldave fue ocupado definitivamente por el Tercio Duque de Alba 2º de la Legión, así como el Serrallo y Recarga.El 20 de septiembre evoca, junto al resurgir del otoño, epopeyas gloriosas de la vida de la Legión. El poeta legionario canta en su lira el florecer de héroes; estas son las flores de la Legión.

El mes otoñal ha sido también en las efemérides legionarias el mes donde resurgieron rosales de la guerra, hechos, cruces y medallas. El guerrero no dejó lugar a la lírica y empeñó su prestigio en la gloria de las armas. El caballero se sobrepuso al trovador en esa misión de no descansar hasta alcanzar la gloria.

Nombres y lugares llegan al recuerdo, en este mes de poesías, con nostalgia y ausencias, la suprema ofrenda del guerrero es más sensible cuando todo en la vida resurge con fuerza creadora. Pero el guerrero, el legionario, no pueden ser el ser pusilánime que mira atrás para recrearse en el romanticismo de un mes otoña, cuando la misión está enfrente en forma de enemigo de la patria. Así el pueblo hispano conquisto un continente, cristianizo a una raza y, sobre todo, sentó el precedente de su verdadero prestigio y valer.

La Legión, con ese sentido profundo de la vida y la muerte, con su estilo de poeta que aspira a la sola rima de la gloria, sentó también su precedente, aun en aquellos momentos en que todo resurgía a la vida.

Septiembre pasa por las efemérides legionarias, con sus retazos de gloria y honor. El guerrero hecho caballero de una causa, maestro de un estilo, cumple ante la historia, ofreciendo la poesía más elevada; aquella que entre versos lleva la rima de la entrega, el valor de la lealtad y el honor. El clarín de guerra alterna con el canto del risueño, y mientras el poeta va cantando sus versos a la vida que se abre, el guerrero, con sus canciones, va jalonando de gloria los caminos por donde pasa y escribiendo en el libro de la historia las poesías épicas de sus hazañas, sus victorias y su entrega.

La Legión ha rendido siempre culto a su estilo y, a la vuelta de los caminos, cuando los campos vuelven a sentirse florecer y la victoria acompaña a los que lucharon bajo el emblema legionario, el laurel del triunfo regresa con las Banderas de la Legión, para servir de norma y ejemplo constante a los poetas que se hicieron guerreros porque el morir en el combate es mayor honor.

Para terminar esta breve glosa de una realidad incuestionable que es la valía y competencia de las Unidades de la Legión y categoría de sus hombres, Caballeros Legionarios, queremos dedicar un emocionado recuerdo a todos los legionarios que dieron la vida en cumplimiento del deber, pues no pudieron andar otro camino, no quisieron seguir otra bandera, no supieron morir de otra manera. ¡Descansen en Paz!