La historia de ian

La familia Orihuela-Ayora está desesperada. Buscan ayuda para que puedan estar al lado de su hijo, de un año de edad, atendiéndole en su hogar. La historia de esta familia, que pueden leerla íntegra en la página 16, puede ser la de cualquiera de nosotros. Su hijo nació un 12 de septiembre en el Hospital y pronto tuvieron que evacuarlo a Cádiz al presentar una enfermedad de origen genético. Durante todo este tiempo ha sido tratado en la península y es ahora cuando a la familia se le presenta la oportunidad de, cuando menos, soñar con el inicio de una vida medianamente normal, disponiendo de un respirador para que el niño, una vez supere un periodo de prueba, pueda estar en el hogar.
Esta historia no la tienen que leer ustedes con corazón de piedra. Tienen que leerla sabiendo que la historia de Ian podría haber sido la de su propio hijo. Es la única forma de poder acercarse en algo al sentimiento de rabia que hoy por hoy anida en las vidas de Héctor y Laura, los padres de la criatura. Ingesa les da largas a la hora de ofrecerles la ayuda correspondiente, dispensándoles ese respirador que, ¡bingo!, es algo normal en cualquier otro lugar de la península. De forma cobarde, como suele actuar la administración cuando o no tiene respuesta o no la sabe dar, se está mareando a un matrimonio que lo único que quiere es poder disfrutar de su hijo, a sabiendas de que el primer año de su vida lo han perdido entre hospitales.
Si a los políticos se les llena la boca hablando de que los ceutíes somos iguales que el resto de españoles, si hasta el propio delegado del Gobierno aludía a la sensibilidad del Gobierno de la Nación con los ceutíes... ¿cómo se explican que Héctor y Laura no puedan disponer de esta ayuda básica?, ¿llaman igualdad a que una pareja no pueda disfrutar de su hijo y tengan que perder meses y meses en pelearse con una Administración que se supone está para ayudar al ciudadano?, ¿qué problema tiene Ingesa para intentar resolver una cuestión mostrando algo de humanidad?
La tan vendida transparencia no se está aplicando hoy con esta pareja como, quién sabe, mañana le puede suceder a usted. ¿Le habrán contado a la secretaria general de Sanidad y Consumo, Pilar Farjas, este caso?, ¿se lo ocultarán o le contarán con pelos y señales cómo la Administración es capaz de torear al ciudadano que con sus impuestos la sostiene? Diabólico juego, ¿verdad? Resulta inhumano y cruel que casos como el que hoy se denuncia tengan lugar en una sociedad en la que el arte de pasarse la pelota tiene campeones en toda regla. Ni Héctor ni Laura ni el pequeño Ian merecen esto.