Vanidad de vanidades, todo es vanidad.3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.10...”
Eclesiastés
“Todo es vanidad…”
Y en estos días hemos sido testigos de la hipocresía en el valor más alto que pudiera darse. Pues aconteció lo que el Eclesiastés nos viene diciendo desde que se escribiera el Antiguo Testamento por el pueblo de Israel, a saber: “Que todo es vanidad de vanidades… Y que no hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después12…”
Es la historia miles de veces repetidas -más una- de una carrera política que tiene sus días de vino y roas y al cabo, cae de su pedestal para no ser reconocida ni siquiera por los suyos. Es la condición humana, que apenas hace una semanas se ha personificado en la cobardía de Antonio Hernando, portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, en el “NO es NO, y más tarde pasar al “NO es SÍ”…
A Rita Barberá la justicia la llamó a declarar por los presuntos casos de corrupción ocurrido en el ayuntamiento de Valencia, y, probablemente en esa caída al vació en los meses anteriores a su declaración en el Tribunal Superior, su psique y su organismo se hayan ido deteriorando al paso de verse relacionada con el caso “Taula” que se juzgan en los tribunales, y del abandono de sus compañeros del Partido Popular al que pertenecía con el carnet número -según han apuntado- tres de valencia.
“Más dura ha sido la caída”, como la película americana de 1956, dirigida por Mark Robson e interpretada en los papeles principales por Humprhrey Bogard y Mike Lane. Efectivamente, ha sido dura la caída, tanto que ha llevado a la senadora a la muerte… No hay nada nuevo bajo el sol, pues como decimos es la misma historia repetida del árbol caído del que todos hacen leña; sin embargo la historia de Rita es paradigmática porque ha pasado de estar en la cumbre de la ola durante veinticuatro años portando el bastón de mando en el ayuntamiento de Valencia, a una caída en el precipicio de la nada en el vertiginoso tiempo de sólo unos meses. Ver para creer. Y, aun así, pareciera fuera de la realidad, la abrupta caída de esta carismática política en tan breve tiempo desde la perdida de la alcaldía de su ciudad.
En la mayor de las veces es el fuego amigo el que produce el mayor dolor y el mayor sufrimiento y abandono, a aquellos que han sido todo y caen en desgracia por el egoísmo y la ambición desmedida de los que dicen llamarse sus amigos. No ha poco hemos tenido la patética defenestración del Secretario General de los socialistas por parte de los barones y baronesas del partido, que todos hemos columbrado en directo como si se tratase de un “reality show” al alcance de cualquiera que encendiera la televisión. Y, en todos estos sucesos de acoso y derribo, siempre impera como denominador común el sentimiento de la “cobardía” que como una jauría humana ataca sin compasión al encartado que, por diferentes circunstancias, ha perdido la confianza precisamente de sus más allegados.
No hay nada más bochornoso y patético oír al portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, acusar a los medios de difusión y a la prensa de cacería a Rita Barberá, cuando todos le hemos oído decir explicita y públicamente en algunas de su comparecencias, que la exalcaldesa ya no pertenecía al PP. Y, de manera hipócrita apuntar: «que fue apartada del partido para evitar su “linchamiento”, aunque las hienas siguieron mordiéndola». Sin embargo, Rita, llevaba cuarenta años de militancia y cerca de 25 años en la alcaldía de la capital de la Comunidad Autónoma de Valencia.
No; no, nos parece acertada las declaraciones del portavoz; sino al contrario, evidencia la mala conciencia del PP y sus dirigentes por no haber sabido estar a las maduras y haber defendido a Barberá en vida, si consideraban injustas y desmesuradas las críticas a su persona relacionas con la corrupción del PP en Valencia. Así, también, tampoco nos parece apropiado en un portavoz parlamentario encanallar su lenguaje, y llamar de “repugnante” a Podemos por ausentarse del Congreso en el minuto de silencio a su memoria, porque es propio de cada grupo parlamentario en su libertad valorar y en homenajear a los que consideran merecerlos.
La sociedad hipócrita de los tiempos tormentosos que estamos viviendo hace que ocurran estos acaecimientos luctuosos y trágicos. Es claro que Rita Barberá, se marchó llena de dolor por el abandono de los suyos, de los más cercanos, de aquellos compañeros del Partido Popular que no supieron valorarla en vida, cuando las cosas se volvieron difíciles para ella al paso que las circunstancias excepcionales de la vida nos trae cada día… Todavía podemos recordar el día de la apertura solemne de la XII legislatura, cuando al paso del exministro de Exteriores Margallo, la senadora le apuntó: “¡Margui, que no me has saludado!”, lo que evidenciaba a las claras y la vista de todos, la soledad y el abandono en que se hallaba de parte de sus antiguos compañeros de partido que trataban de evitarla... Se fue -como ha dicho Aznar- apartada del partido al que dedicó su vida y ayudó a construir...
Sírvanse, amigos lectores, de trasponer la ingratitud a la dedicación de un personaje público a un partido político, como fue Rita Barberá con sus claros y obscuros, al aprendizaje de la vida misma en nuestras actuaciones y experiencias que están por llegar. Descanse en paz...
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