Categorías: Sucesos y Seguridad

La guerra del ‘eurito’

La revuelta ocurrida ayer en Bermudo Soriano no hay que entenderla como un hecho aislado sino engarzada en una serie de episodios que vienen produciéndose desde el año 2010. El control del mercado comercial más básico para los inmigrantes (el de los aparcamientos o el de la ayuda al transporte de los carritos con las mercancías compradas) es la joya de la corona. Eso reporta dinero y es buscado como un auténtico maná por los inmigrantes.
De forma verbal existe un pacto racial por el cual las áreas comerciales se reparten por distintos grupos de subsaharianos para que unos los controles a unas horas y determinados días. Es una manera de poner orden para que todos salgan beneficiados de la propina que le da el usuario. Los problemas se han sucedido conforme determinados grupos se han hecho más fuertes. El ‘silogismo de calle’ es sencillo: cuantas más personas haya, requieren de más días para que todos se lleven algo de dinero, y al final sucede que no hay horarios para todos. ¿Qué ocurre entonces? Que la fuerza del grupo pretende imponerse a la fuerza. Y eso es lo que ocurrió ayer. En el espacio exterior de ‘El Coso’ se escenificó un nuevo episodio de la guerra del ‘eurito’. Por un lado los cameruneses. Un grupo numeroso, fuerte, bien organizado, que ya dio muestras hace un par de veranos de su sistema de actuación paramilitar cuando, a cartonazos, quebraron la ordenación social y hasta provocaron que la Delegación del Gobierno se sacara una resolución de la manga que, finalmente, terminó tumbada en los tribunales. Por otro lado los nigerianos, un grupo menos numeroso, que en Marruecos es significativo porque controla las mafias de la inmigración, los pases de compatriotas y todo lo que, de ilegal, afecta a estos movimientos.
Los cameruneses quisieron, ayer, hacerse con la zona, aprovechando su supremacía y provocando que los nigerianos se retiraran del lugar. Éstos no se doblegaron y decidieron, unidos, hacer valer sus derechos, dando pie a la tangana que terminó siendo controlada por la Policía Nacional.
En el CETI los inmigrantes tienen garantizada la asistencia básica, pero luego necesitan dinero para sus compras particulares o para su subsistencia fuera del campamento, de ahí la necesidad por controlar estos negocios. Ayer le tocó a la explanada de ‘El Coso’, pero este tipo de episodios se ha producido ya en la zona portuaria y también en el Hospital Universitario.
La Policía ha intentado en varias ocasiones instar a los subsaharianos a que respeten el reparto de este ‘negocio paralelo’ por nacionalidades. Un acuerdo que se rompe cuando determinados grupos se hacen más fuerte y buscan garantizarse un medio de vida.
En otros episodios previos los protagonistas han sido oriundos de Costa de Marfil y también magrebíes, congoleños y guineanos; ahora la tensión es mayor debido a que las salidas a la península se ralentizan y crecen las tensiones ya que hay salidas de algunos grupos que marchan más rápidas que las de otros y los inmigrantes no entienden de criterios policiales sino de tiempo permanecido en el CETI. Las tensiones en la calle pueden extrapolarse al centro, algo que teme la Policía Nacional. “Esto no es ninguna broma”, espetaba ayer un agente.

Y mientras la Policía marroquí recurre a los delincuentes para acosar a los subsaharianos

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) ha denunciado que la Policía marroquí está recurriendo a delincuentes comunes para acosar a los subsaharianos. En declaraciones a la agencia Efe Rabat, un miembro de la AMDH en Taurirt (norte de Marruecos y uno de los puntos de mayor concentración de inmigrantes) ha denunciado que estos delincuentes “apedrean, insultan con expresiones racistas o roban” a los subsaharianos, todo ello dentro de las prácticas de persecución policial, para evitar que lleguen a las ciudades de Ceuta y Melilla o se hagan fuertes dando forma a campamentos.
En este mismo sentido, en una carta dirigida al presidente del gobierno, el ministro de Interior, el de Justicia y al presidente del Consejo de Derechos Humanos, la AMDH denunció “los ataques racistas contra los emigrantes subsaharianos por parte de las autoridades o los delincuentes”.
La AMDH pidió al Estado “asumir su responsabilidad internacional relativa a los derechos de los inmigrantes, garantizar sus derechos, su dignidad y su integridad física”. Los subsaharianos se refugian en varias ciudades (Uxda, Nador, Fez, Casablanca, Rabat...) y son habitualmente detenidos por la Policía y deportados hasta la frontera con Argelia, pero suelen regresar, por lo que a veces las mismas personas son deportadas varias veces.
Taurirt se ha convertido en el punto de concentración de los emigrantes llegados de Argelia o expulsados desde España.
En Marruecos se concentran miles de emigrantes que de manera periódica intentan atravesar las fronteras hacia las ciudades españolas de Ceuta y Melilla.

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