Colaboraciones

La Guerra de Ifni-Sáhara 1957/58: Un jefe que supo cumplir el credo legionario, por Antonio Herrero Andreu

De las operaciones de Ifni/Sáhara en 1957, sin lugar a duda alguna, fue la Legión quien llevó el mayor peso contra las bandas rebeldes

De las operaciones de Ifni/Sahara en 1957 sin lugar a duda alguna, fue la Legión quien llevó el mayor peso en todas las actuaciones contra las bandas rebeldes. Solo mencionar el triste 13 de enero de 1958 en el combate de Edchera, donde más de 40 legionarios entregaron sus vidas a parte de los más de 80 heridos. Ello da fe del heroísmo y bravura de este glorioso cuerpo, verdadero baluarte de los valores castrenses.

Los legionarios llegan a la Playa de Aaiún

El 1 de julio de 1956 pisaban la playa de Sidi Aotman (Aaiún) los componentes de la recién creada XIII Bandera de la Legión, la cual se formó en base a una compañía de la II, IV, VI y IX Bandera de los Tercios "Gran Capitán", "Duque de Alba" y "Don Juan de Austria". Con una compañía de cada una de sus banderas se hizo el Guion de Mando, el cual estaba formado sobre fondo verde, con las cadenas de Navarra y sobre el mismo las cadenas de Navarra y el bastón de mando en recuerdo del General Emilio Mola Vidal, siendo su primer jefe el entonces comandante Martin Guirao.

Una vez que la XIII Bandera se aposentó en El Aaiún se puede afirmar que pronto tuvo su primer bautismo de fuego. El 8 de diciembre de 1957 una banda del Ejército de Liberación Marroquí atacaba el coche correo que se dirigía a Villa Bens. Días más tarde, el 25 de noviembre una sección de dicha bandera destacada en la Playa del Aaiún es atacada por otro grupo rebelde, combate que duró hasta el día siguiente, resultando herido el teniente José María Alonso Magariños, el cabo 1º Eduardo Jiménez Huertas y los legionarios Alfredo Guirado y Manuel Suarez Bejarano.

De nuevo el 30 de noviembre de 1957 la 3º compañía, que protegía un convoy hacia la Playa del Aaiún, sufre un ataque de las bandas rebeldes, siendo rechazado enérgicamente por los legionarios, que hicieron huir al enemigo en auténtica desbandada, aunque pagaron un caro tributo, muertos: German García Taboada y herido el capitán Venerando Pérez Guerra, el cual fallecería días después en el Hospital Militar de Las Palmas de Gran Canaria, y heridos el teniente Manuel Huertas Suarez de Vega y los legionarios Manuel García Alcázar (muy grave), un cabo 1º y cinco legionarios heridos de consideración.

Es justo citar a un célebre escritor que narra las virtudes del soldado y en este caso a las que adornan a la Legión: "Es pues una verdad que la grandeza del alma debe ser compañera inseparable del soldado y seguirle en toda su carrera, lo mismo en la paz que en la guerra, lo mismo con sus amigos que con sus enemigos, bajo los techos suntuosos, como bajo las lonas de los campamentos, en el palacio como en los cuerpos de guardia. Es indudable que sin esta virtud no hay grande acción posible y que con ella, cualquiera que sea la fortuna, jamás será un ente vulgar”. (Max Caccia).

Un auténtico espejo que refleja las virtudes que adornan a este glorioso cuerpo avalado por esa laureada hoja de servicios a la Patria.

Sagrado juramento de no abandonar nunca a un compañero

Este subtitulo es uno de los artículos del Credo Legionario y es el de no abandonar jamás a un compañero si fuese preciso hasta perecer todos y en sus hojas de servicio a lo largo de esos noventa y ocho años de brillantes años al servicio de la Patria lo tiene rubricado con letras de oro ese brillante historial.

El fallecido teniente general Ricardo Rivas Nadal el 13 de enero de 1958 era el comandante-jefe de la XIII Bandera, el cual tenía el valor acreditado en la Guerra de España y en las estepas rusas en la División Azul, y a propósito de este gran soldado se han escrito auténticas falsedades de esa tribu de ignorantes y sobre todo indocumentados que ni saben lo que hablan y por supuesto menos lo que escriben, incluso de que en el combate de Edchera poco más o menos que el responsable de lo que allí sucedió fue el entonces comandante Rivas Nadal.

Para los que lo ignoran, el comandante Ricardo Rivas Nadal sabía muy bien lo que era la guerra, lo había padecido en España y en las filas de la División Azul. Por ello, no le era desconocido lo que iba a ser el combate de Edchera. Además a Edchera no fue por puro capricho, se limitó a lo que la Orden de Operaciones (PM-4) del Estado Mayor de la Capitanía General de Canarias le entregó el coronel Manuel Mulero Clemente, Subgobernador del Sahara. Dicha orden era complementaria a la del Estado Mayor Central del Ejército, orden que había que cumplir.

Testigo principal de lo que sucedió el fatídico 13 de enero de 1958 lo avala mi buen amigo y compañero en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, el entonces Cabo 1º (hoy comandante) Francisco Parra Vidal, al mando de un Jeep-emisora de radio a las ordenes directa del entonces comandante Ricardo Rivas Nadal, el cual fue testigo directo y principal de lo que aconteció dicho 13 de enero de 1958, el hoy comandante de ingenieros Francisco Parra Vidal, así recuerda lo vivido a las órdenes del comandante-jefe de la XIII Bandera Ricardo Rivas Nadal: "Recuerdo que bajo las órdenes del comandante Rivas Nadal, en un momento del combate al comunicarle las novedades que se desarrollaban en el combate, desde El Aaiún a través de la radio el comandante militar de El Aaiún le ordena al comandante Rivas Nadal que se retire con su fuerza, la respuesta del Comandante Rivas Nadal fue esta, ¡No abandonaré a ninguno de mis legionarios, hasta perecer todos!”. La lectura de este texto es más que elocuente y demuestra la realidad de los hechos.

Poco más tarde aparecían los aviones "Heinkel" del Ejército del Aire y ametrallaban las posiciones del enemigo, con el triste balance de 40 muertos y medio centenar de heridos.

Quien glosa la grandeza del entonces comandante Ricardo Rivas Nadal es un legionario que combatió en Edchera, buen amigo mío y recientemente fallecido: "Este gran soldado, excelente compañero y grande entre los grandes Ricardo Rivas Nadal. Si los valientes van al cielo, seguro que este gran jefe y querido amigo esté allí". (Victoriano Blanco Rodríguez, teniente legionario).

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