Categorías: Opinión

La guardia mora de Franco

A veces se ha tratado en algunos medios de comunicación - entre ellos El Faro de Ceuta - de la situación en que quedaron los marroquíes que lucharon en la pasada guerra civil española al lado de Franco y que devengaron el derecho a percibir una modesta pensión del Estado español, según los años de servicio que prestaron o bien en las antiguas Tropas Indígenas de Regulares o por su participación en la guerra civil española, 1936-1939. Pero poco o casi nada se ha dicho en los medios sobre la que vino en llamarse “Guardia Mora de Franco”, que tenía en común con las fuerzas marroquíes que lucharon en las trincheras el hecho de ser todos súbditos de Marruecos que también sirvieron a Franco, y de forma más directa. Por eso, hoy me voy a ocupar de dicha Guardia Mora, previa advertencia de que lo hago con proyección histórica, para que las nuevas generaciones conozcan cómo fueron su organización y servicios; pero sin que ello tenga ninguna connotación política, como es propio de quien jamás ha tenido afiliación política alguna.
Como es sabido, Franco sirvió desde Teniente hasta General en el entonces llamado Ejército del Norte de África, en La Legión y en las antiguas Tropas Indígenas de Regulares, formadas por personal marroquí, que cuando entraban en combate solían distinguirse por su acometividad e intrepidez cuando avanzaban, que les hacía muy temibles, aunque también se les conocía por sus sonadas huidas en desbandadas en cuanto encontraban tenaz resistencia. Franco solía decir que "el marroquí sólo desenvaina su gumia (machete), cuando el enemigo está de retirada". Eran también muy leales y obedientes a sus mandos, de manera que Franco, que necesitaba su apoyo, les convenció para que lucharan a su lado desde el fuerte carisma que tenía sobre ellos y prometiéndoles en varias arengas: “¡Cuando florezcan los rosales de la victoria, nosotros os entregaremos las mejores flores!”; y: “¡Valientes soldados marroquíes, os prometo que cuando acabe la contienda, a los mutilados les daré un bastón de oro!”.
La confianza de Franco tanto en la Guardia Civil como en esas tropas indígenas marroquíes fue el motivo de que desde el inicio de aquella guerra (1936-1939), las primeras fuerzas a las que recurrió para formar su Escolta personal fueron al Benemérito Cuerpo de la Comandancia de Marruecos y a los soldados marroquíes de tropas indígenas. En lo que se refiere a la Guardia Civil, el 19 de julio de1936 un Sargento y cinco Guardia de dicha Comandancia fueron designados para dar escolta a Franco, primero para su traslado desde Tetuán a Ceuta y, luego, en su “salto” desde Ceuta a Sevilla para ponerse al frente de la guerra. Ellos fueron el primer personal con que contó la que después sería la Escolta de Franco, cuya historia he escrito recientemente. A Sevilla se incorporaron otros once Guardia Civiles, todos bajo el mando de los Oficiales Buenaventura Cano Portal y Eusebio Torres Liarte. En octubre de 1936 se incorporaría a Cáceres una compañía de voluntarios de la misma Comandancia de la Guardia Civil, formada por dos Secciones de Guardias y una tercera Sección de mezhazníes de las tropas indígenas marroquíes, que se incorporarían ya a Salamanca como Guardia de Honor y Escolta en los distintos desplazamientos que hacía Franco desde los lugares en los que tuvo instalado su Cuartel General hasta los frentes de batalla.
Esta Sección de tropas indígenas marroquíes estaba al mando del Caíd de Mehaznía Mohamed Ben Chairi. Las funciones de la Guardia Mora eran las de protección al entonces Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, asistencia a los actos oficiales como Guardia de Honor, desfiles, celebraciones oficiales y acompañamiento de personalidades y políticos extranjeros, más en la presentación de Cartas credenciales de Embajadores. Tras finalizar la guerra, la Guardia Mora tenía su cuartel en Madrid, en el Palacio del “Conde Duque”, y realizaban la instrucción a caballo en la Casa de Campo, aunque prestaba sus servicios en el Palacio de El Pardo. En cuanto a su indumentaria, la Guardia Mora fue dotada de guerreras azules y pantalones blancos para gala, continuando con el color garbanzo para diario. La Faja continuó siendo azul como la de Regulares nº 1. Para servicios de Escolta y Gala usaban la típica doble capa de la Caballería marroquí, Suljan azul y alquicel blanco. Los Oficiales europeos del Escuadrón vestían similar uniforme con Tarbuch rojo. El personal indígena de la Compañía de Honores de Infantería usaba para diario el uniforme en color caqui de la Mezhanía marroquí. Para gala en verano el uniforme pasaba a ser de color blanco y en invierno tenían uniformes con guerrera azul. A pesar de ser tropas de Infantería, para gala usaban suljans y alquiceles como la Caballería.
El Escuadrón de la Guardia Mora debía proporcionar una pareja a caballo con uniforme de gala a la entrada de Palacio y en las garitas que lo flanqueaban, armados con lanza durante el día.  Otra pareja a pie con el mismo uniforme que la montada, se situaba algo más retrasada, armada con Mauser modelo 1943, machete modelo 1941 y correa portafusil blanca, sin correaje ni cartucheras. Un quinto hombre hacía guardia en una garita al lado de la Capilla del Palacio. Y un cabo del Escuadrón con uniforme de gala mandaba los relevos de las guardias. La Pareja de Lanceros de gala de la entrada se retiraba por la noche; hacían turnos de guardia de dos horas, los restantes puestos se cubrían cambiando la uniformidad a guerrera, breeches, botas altas de montar, correaje con 90 disparos y correa portafusil negra con uniforme de gala. Los Guardias de a pie, durante la noche, cambiaban la uniformidad e iban dotados de correaje negro con 90 cartuchos. Durante el mes del Ramadán el Escuadrón de Caballería mora era sustituido por la Sección de Caballería de la Guardia Civil. La Compañía de Fusileros moros se turnaba con las otras dos de españoles en los servicios de guardia exterior. Tenían cocina y cocineros propios para preparar sus comidas conforme a la doctrina coránica. Un Oficial moro de segunda, Caíd, asimilado a Alférez, se encargaba de los temas relativos a la fe, mediando entre sus hombres y los mandos naturales españoles.
En 1958 desaparecieron estas Unidades moras. La Guerra de Ifni fue la causa, dado que el Escuadrón de Caballería mora fue varias veces apedreado por el pueblo cuando rendía honores en la presentación de cartas credenciales de nuevos Embajadores ante Franco; éste se resistía en principio a prescindir de tales tropas, pero varios Generales más allegados se lo aconsejaron y terminó accediendo a su disolución como medida preventiva. Estas Fuerzas moras, eran absolutamente fieles al mando, pero, a la vez, también eran muy celosas y posesivas de su destino y puesto. Para su disolución y traslado a Marruecos hubo que utilizar la siguiente estratagema: Se simuló una orden de ejercicios de tiro en el campo de tiro situado en los montes de El Pardo, a unos cinco kilómetros. Se les informó que el personal sería trasladado en camiones y los fusiles y munición en un camión aparte. Los guardias moros, no se separaban nunca de sus armas, pero su obediencia al mando era ciega si se les sabía ordenar y convencer, de manera que subieron a los camiones, que en vez de trasladarlos al campo de tiro, los llevaron a la estación del tren, de donde partieron hacia Algeciras y después embarcarían para Ceuta con destino a Marruecos.
Los miembros de la Guardia Mora fueron indemnizados tras su separación del servicio. Al causar baja, podían optar por pasar a retiro o volver a la Unidad de procedencia. La mayoría solicitó la baja y fueron muy pocos los que volvieron a su lugar de origen. Algunos, sobre diez o doce, continuaron en el Regimiento de la Guardia del Jefe del Estado en El Pardo por diversas circunstancias, integrándose en las demás Unidades, unos porque habían contraído matrimonio con españolas y tenían ya formada familia en nuestro país, y otros que se bautizaron en la religión católica y llegaron a ser fervorosos creyentes cristianos, unas veces manteniendo sus propios nombres y apellidos de origen y en otros casos tomando el nombres españoles, pero conservando sus apellidos árabes, como el que se llamaba Jesús Ignacio Ben Duddhuos. Quien escribe, llegó a conocer en 1964 a varios de los que se quedaron en El Pardo, como Mohand y Yilali, que eran allí popularmente conocidos
Es de resaltar y digno de ver el amplio salón de que disponían en el interior del acuartelamiento del Regimiento de la Guardia, a modo de Sala de Oficiales, que les fue construido conforme al estilo más puramente árabe que le daba gran belleza, realce y vistosidad, disponiendo también de un precioso patio con jardín rodeado de fachadas y escalera del más refinado gusto árabe, por las que se accedía a la 8ª Unidad de Automóviles y 9ª Unidad de Transmisiones del Regimiento de la Guardia del Jefe del Estado, después formado junto con el resto de Unidades integradas por personal español. El Escuadrón de Lanceros de la Guardia Mora fue sustituido cuan do se disolvió por personal voluntario de los Regimientos de Caballería de Valladolid, Sevilla y Valencia, quienes al finalizar su servicio militar y tras superar las pruebas correspondientes de ingreso, se les dio la opción de convertirse en profesionales. En fin, a modo del resumen que sólo puede hacerse en un artículo, esa fue la breve historia de la que fuera la Guardia Mora de Franco, cuyo conocimiento creo pudiera tener algún interés histórico para las nuevas generaciones tanto españolas como marroquíes.

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