Las estadísticas de las sanciones disciplinarias en la Guardia Civil deben analizarse para hacer un balance de la verdadera situación socio-laboral de la Institución. Analizar estos datos desde el punto de vista numérico no es suficiente para hacer un análisis exhaustivo y real de una situación que, en muchas ocasiones, roza la inmoralidad, el desequilibrio psíquico de algunos, por no decir el delito.
El régimen disciplinario de la Guardia Civil como el Código de Circulación no deja ilícito sin poder sancionarse, pero son los hombres los que deben valorar y adecuar las circunstancias a las teorías. Me explico, llegar un minuto tarde al servicio es motivo de sanción, pero los mandos con capacidad disciplinaria deben valorar las circunstancias que han provocado el retraso y, por supuesto, si la sanción perjudica más a la Institución que la exoneración al autor. La imagen de la Guardia Civil, que no es propiedad de esos que utilizan “El aquí te pillo, aquí te mato”, sufre ante la rigurosidad de estos elementos nocivos.
En el año 2012, fueron sancionados 1.861 guardias civiles. Una evolución que ha ido creciendo poco a poco y que refleja que algo falla en la Institución. No hay lugar a dudas, con estos datos estamos hablando de una Institución muy indisciplinada, porque si no utilizan el “aquí te pillo, aquí te mato” serían muchas más, o por el contrario, esa utilización temeraria del régimen disciplinario puede ser el arma letal de los intolerantes ante los excesos ajenos y no para los excesos propios.
Por otro lado, existe en la Guardia Civil, y así lo percibimos la mayoría, la convicción de que el régimen disciplinario está para aplicarlo a la escala básica y que la escala Superior de Oficiales cumple tanto que ni aparece en las estadísticas. Esta curiosa circunstancia desvela que la disciplina se aplica de forma caprichosa o que son tan inmaculados y perfectos que deberían ir al cielo directamente. Cosa que no es cierta (me refiero a la perfección e inmaculación), porque las estadísticas de otras parcelas de la vida cotidiana dicen que son tan imperfectos como el que escribe.
Si tomamos las estadísticas de guardias civiles separados, con exceso de peso, número de hijos, o que sufren enfermedades aparecerían los mandos en el mismo porcentaje que los guardias civiles, pero en las faltas disciplinarias desaparecen como por arte de magia. Esa es la razón por la que hablaba que las sanciones rozan la inmoralidad, el desequilibrio psíquico de algunos, por no decir el delito.
Quizás las faltas disciplinarias de los mandos se resuelvan hablando más que sancionando y la de otras escalas se resuelvan a golpe de régimen disciplinario; o que las sanciones a mandos prescriben como por arte de magia. ¡Qué bonita la magia como espectáculo y que mala para la democracia!
Hace años un director general instaba a los mandos a utilizar más el diálogo que el régimen disciplinario. Alertaba de ciertos factores de riesgo de los excesos disciplinarios (bajas psicológicas incluidas). Pero los tiempos cambian y hemos vuelto a la utilización torticera del régimen disciplinario y eso perjudica mucho a la Institución. Parece que tomaron el consejo del ex director, pero hablan más entre las escalas superiores y poco con los de las escalas básicas. Esto es lo que dicen las estadísticas. Son casi perfectos en el trabajo y tan imperfectos en la vida cotidiana como los guardias civiles.
Los tiempos cambian y los intolerantes se agarran a la teta del régimen disciplinario para perpetuar su estatus de hacer lo que les venga en gana, utilizando su capacidad sancionadora caprichosamente o no sancionando las conductas más reprochables. Esa es una de las muchas razones para que exista AUGC como una organización que apuesta por democratizar la Guardia Civil y por defender la igualdad de derechos entre todas las escalas y, por supuesto, expulsar de la Institución esas conductas inmorales de los que se consideran “AMOS DE CORTIJOS QUE NO COMPRARON”. Amos que en muchas ocasiones cuentan con la complicidad de una clase política incapaz de crear mecanismos que impidan la utilización caprichosa del régimen disciplinario; incapaces de poner orden a los excesos de sanciones, de bajas psicológicas, suicidios e intentos de suicidios.
La democracia tiene asignaturas pendientes y una de ellas, sin duda, es la Guardia Civil.
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