La gran coalición

El pasado 2 de septiembre fue el día de la Autonomía de Ceuta. Peces Barba, uno de los “padres” de nuestra Constitución, lo tiene claro. Ceuta y Melilla son de España mucho antes de que Marruecos hubiese sido concebido siquiera como un mero “sueño”. Por eso hay que aprovechar la reforma constitucional, según su opinión, para blindar su posición. Me temo que para estas cuestiones no se van a poner de acuerdo los dos grandes partidos nacionales, el Partido Socialista y el Partido Popular. Sí lo han hecho para imponer un tope al gasto público, aunque sin consultar a la ciudadanía. Es lo que le exigían los “mercados” y los verdaderos dueños de Europa, con Alemania a la cabeza. Aunque por lo que se ha visto en la última subasta de deuda pública española, a los especuladores esto les importa un bledo.
Pero, ¿qué poderosas razones hay detrás de toda esta operación?. ¿Por qué tira por la borda Zapatero el poco prestigio que le quedaba al socialismo español?. Lo que muchos políticos nos dicen, en un intento didáctico de que todo el mundo lo entienda, es que la economía de una nación debe funcionar como la de una familia. Si gastas más de lo que ganas, nunca podrás ahorrar. Y si no lo haces, tendrás más dificultades para salir de situaciones difíciles. Esto es lo que nos estaría pasando a nosotros, y a medio mundo. Los que han trabajado y ahorrado, como Alemania, o China, le han podido prestar a países como Grecia, España o Estados Unidos, que ahora se ven en una situación comprometida. Por eso, Alemania o China van a la cabeza en producción y empleo, mientras que los demás tenemos problemas. Explicar las cosas de esta manera, puede ser que consiga el efecto electoral que los políticos desean.  Pero también oculta una gran mentira. La de que todos somos culpables de haber llegado a esta situación.
La realidad de nuestra economía, y de la del resto del mundo, es bien diferente. La tremenda deuda, imposible de pagar, que acumulan las economías en crisis es consecuencia de una enorme burbuja financiera que han estado propiciando los bancos, con el consentimiento de las autoridades monetarios. La economía financiera se ha movido al margen de la actividad económica real. En los últimos días se ha podido ver un claro ejemplo de esta situación. La compañía estatal petrolera mejicana Pemex, que ya arrastra un endeudamiento de 37.000 millones de euros, pretende aumentar su presencia en Repsol con una inversión millonaria, en alianza con la constructora española Sacyr. Pero esta operación se financiará en más del 70% con deuda privada. Esto ha provocado, inmediatamente, la subida en bolsa de las acciones de Repsol. Pero esto no son más que movimientos especulativos, que si fallan, generarán una enorme burbuja en alguna entidad, que finalmente tendremos que asumir entre todos, pues el valor de dichas acciones no responde a la realidad.
Es lo que ha ocurrido en España. Desde el año 2002 en adelante, a pesar de que la capacidad de financiación familiar pasó a ser negativa, nuestras entidades privadas siguieron obteniendo financiación en el exterior, para así seguir engordando artificialmente la burbuja inmobiliaria que ahora ha explotado. Según datos del Baco de España, en 2009 el total de activos financieros de nuestro sistema era de 9,02 billones de euros, lo que suponía un 858% del Producto Interior Bruto nominal. Es decir, en España hay un serio problema de deuda privada que, según el profesor Juan Laborda, de la Universidad Carlos III, alcanza el 334,4% del PIB, que esencialmente se acumula en empresas financieras y no financieras, pues las familias no llegan al 90% de deuda respecto al PIB, y la deuda pública supone solo el 62%. Pero como los activos que sustentan dicha deuda han perdido gran parte de su valor, pues el precio que alcanzó la vivienda en nuestro país no respondía a la realidad, la solvencia de la mayoría de entidades financieras está puesta en entredicho. Lo que solucionaría parte del problema sería el saneamiento de los balances contables, pues como nos dice el profesor Laborda, si no hay una quita o refinanciación drástica de esta deuda privada, la restricción del crédito seguirá haciendo estragos en nuestra recuperación económica. Es decir, la burbuja especulativa mundial y nuestra particular burbuja financiera inmobiliaria hacen que estemos en una situación de la que nos resulta muy difícil salir. Por esto los ataques especulativos de los mercados y por eso los desesperados intentos de reducir el déficit para así rebajar nuestra prima de riesgo y, de paso, nuestra deuda financiera.
El problema es que la mejor solución sería dejar que fuesen las propias entidades causantes de la crisis financiera las que asumieran sus pérdidas. Como se ha hecho en Islandia. En nuestro caso, el camino escogido ha sido el peor de todos, pues una reducción del gasto público contraerá aún más la economía y provocará aún más paro, lo que conllevará a un mayor déficit por falta de ingresos. Nuestros dos grandes partidos nacionales, que no son capaces de ponerse de acuerdo en casi ninguna de las cuestiones importantes, ahora sí lo han hecho. No para acordar que sean los poderosos los que paguen las consecuencias de la crisis, sino para que seamos los de siempre los que paguemos los platos rotos de los especuladores. ¡Para lo que ha quedado Zapatero!.