Categorías: Opinión

La gestión de la política cultural en ceuta y sus estigmas

Sabemos del gran adormecimiento moral al que someten el artificioso pacto entre los partidos políticos y los mercaderes de los medios de comunicación pero, afortunadamente hay algunos resquicios a través de los cuales es posible intentar crear un poco de opinión, al menos este es nuestro convencimiento y en ello todavía creemos.
El estilo de la política cultural ceutí es más bien cenagoso y los que se regodean en este cieno, por otra parte se trata de un fondo pantanoso bien auspiciado por toda la sociedad en su conjunto, están bien tocados de santerío y militarismo activo. Somos una ciudad de frontera en la que las reivindicaciones patrias y las adscripciones religiosas son necesarias para la propia supervivencia como grupo social europeo dentro de África.
En otros momentos hemos intentado escribir sobre los porqués de nuestro deprimente estado cultural que, por otra parte, no es mejor en otras muchas y variadas zonas de la geografía española o europea, no obstante, nuestra crítica siempre intenta reconocer los progresos en relación a la frecuencia y ordenación de ciertos eventos y espectáculos culturales para goce y divertimento ciudadano. Sin embargo, en la línea de un último artículo escrito por nosotros ya indicábamos una gran falta de criterio y de consistencia en la gestión cultural en Ceuta. No vamos a poner en tela de juicio la falta de espontaneidad moral de la consejera como atributo de todo ser humano y por tanto la buena voluntad de ejercer una gestión apropiada con una complicada consejería como es la de Cultura, pero si vamos a cuestionar su falta de juicio a la hora de enfocar todo este asunto y de manera particular la gestión de los espacios museísticos. Todavía no ha desarrollado ningún espacio museístico dedicado a la ciudad y a su evolución histórica desde su fundación, es decir la constitución de un museo cívico que explique lo que somos como realidad social y como hemos llegado a ello, analizando el presente y siente las bases de nuestro futuro dentro del paradigma de la sostenibilidad. Muy diferente a esta nueva e improvisada idea de aglutinar materiales etnográficos dentro del ángulo de San Pablo, nos referimos a la propuesta de crear un museo (en todo caso se refieren a un sala de exposiciones) de la vida cotidiana a cero pesetas. Debido al tiempo transcurrido desde que inició su andadura en la política local, la señora consejera es prácticamente una funcionaria más de la administración de la Ciudad Autónoma de Ceuta y ha tenido el tiempo suficiente para hacerse una idea apropiada del estado de la cuestión y de cuales son sus líneas prioritarias de actuación. Sin embargo, no nos parece que deje muy claro sus metas sino que, como otros muchos de sus compañeros de vicisitudes electorales desde aquí hasta Sebastopol, se entrega con ahínco a la improvisación y a comportarse más de una manera líquida que de forma sólida en su área de gestión.
Muy superada por las circunstancias y acontecimientos de la obra faraónica de la manzana del Revellín parece que se refugia en una gestión más acorde con sus intereses educativos y con el reparto subvencional. Sin embargo, no tiene demasiado criterio al no hacer distingos entre asociaciones del tipo “folcróricas en la corte del rey Salomón” y quizá otras asociaciones dedicadas a cuestiones algo más transcendentales y de mayor relevancia para nuestro avance como sociedad. Nosotros podemos acercarnos a comprender todos los problemas y vicisitudes relacionadas con un cargo como el que ocupa y las dificultades inherentes a desarrollarlo, pero también deberá entender que tenemos que exigirle superación constante y dedicación permanente a su importante tarea, teniendo en cuenta que prácticamente al paso que vamos se va a jubilar en el cargo que está ocupando sin haber dejado desde nuestro punto de vista el camino preparado para un futuro culturalmente mejor en Ceuta. En cuanto al mantenimiento del patrimonio histórico comparte la inacción con la que nos agasaja el gobierno central y no ha luchado por impedir desmanes contra el patrimonio histórico y contra la pérdida de nuestro acervo cultural. Tampoco le interesan mucho los espacios abiertos, como los parques cívicos o parques urbanos, como el que estamos proponiendo en la calle Brull, donde se puedan desarrollar condiciones propicias para otros estilos de relación ciudadana más humanas y dónde los aspectos más genuinos del ágora puedan florecer en forma de tertulias cotidianas.
Después de tantos años de ejercer su cargo político y los que parece que aún le quedan al frente de su consejería, podría plantearse algo más de superación en su gestión y sobre todo aplicarse más a la construcción de la identidad cultural ceutí y la definición de sus instituciones. En su mano esta pasar a la historia como una vulgar gestora de la burocracia cultural de Ceuta y de los espectáculos culturales o bien superarse un poco aunque dure poco en el cargo. Es más, esto sería deseable y digno de encomio, como una persona reformadora del hecho cultural ceutí.
Sobre este asunto, el de la identidad ceutí, los museos pueden ayudar algo a fomentar este tipo de pensamientos identitarios que nos anclen a todos más a nuestra tierra con mayor conocimiento de causa. Aunque advertimos que los mejores museos están al aire libre y creemos firmemente que son los que más merecen la pena. No obstante, no es el caso de Ceuta que se ha arrojado a una ingente tarea de generar una serie de atractivos escenarios culturales expuestos en salas cubiertas. Además, desde hace algunas semanas han aparecido en la prensa una serie de proyectos museísticos de los que hemos tenido noticias a través de los medios de comunicación. Nos sorprenden nuevos proyectos expositivos que no museísticos sin que todavía tenga consolidados otros proyectos ya iniciados como el museo del mar. Porqué no se termina de consolidar el museo del mar de Ceuta pleno de colecciones y con actividad científica, bases ambas de un verdadero museo. Nos referimos a abrirlo al público y a generar una relación conveniada que satisfaga a ambas partes y así aprovechar la sala de una manera plena dando el servicio cultural que actualmente no se puede ofrecer a la población ceutí. Nuestro proyecto de tetrápodos está más desarrollado que nunca y atesoramos muchas colecciones con interés expositivo, se escriben numerosos artículos científicos y se colaboran con muchos investigadores nacionales y foráneos, y sin embargo no se quiere obtener el necesario rédito social que sería prioritario en cualquier gestor político. La excusa más usual que esgrime la actual responsable político del área de cultura sobre la titularidad del recinto museístico es hueca y esconde claramente otros prejuicios poco confesables y necesariamente mediocres.
Cierto es que la consejería apoya a través de las actividades del programa educativo “Ceuta te enseña” que algunos escolares puedan visitarlo y disfrutar de actividades educativas, pero esto es hartamente insuficiente sobre todo entendiendo el tiempo transcurrido desde que comenzamos nuestra singladura. No conocemos las razones, aunque las intuimos, para no poner en marcha la apertura de la sala al público, y sin embargo se inician otros proyectos inciertos de carácter museístico que incrementan los desequilibrios. Si se tuviera una visión más holista y ordenada de la exposición de las colecciones museísticas ya existentes y sus prioridades convenientemente organizadas todo estaría más equilibrado. No nos tache de victimistas porque no nos sentimos tal cosa sino privilegiados que podemos desarrollar estos trabajos en nuestra querida ciudad y meros instrumentos al servicio de nuestra sociedad a la que pretendemos servir. Tampoco escribimos estas líneas con malsana intención de vapulearla y criticarla en algo tan fácil de criticar como cualquier gestión política. Sus propios errores son tan suyos como nuestros como parte de la sociedad a la que ambos pertenecemos y con estas líneas solo intentamos que comprenda que debe enmendar un error importante e histórico, la atención al medio marino en un espacio expositivo como merece nuestra identidad cultural. Las únicas víctimas de esta falta de atención son los ceutíes y los turistas que no pueden acceder a una infraestructura de estas características.
Y no es el mar un museo en sí mismo al que conservar y atender, pleno de criaturas sorprendentes que esperan nuestro sabio pastoreo y bella imagen de observación neolíticamente asombrada y perspicaz a la vez que nuestro juicio estético. Mar de ballenas pleno de corales y elegantes moluscos misteriosos que danzan al son de corrientes y de procesos sistémicos de sus mundos físicos, químicos y acuosos. ¿No merece el museo del mar desatar la ola de la cultura marina y servir a nuestra ciudad y a sus ciudadanos?

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