La gaviota

El PP celebraba ayer los diez años de Vivas, por si todavía no se habían enterado. Así que la cita obligada estaba en el Muralla. Hasta allí acudieron los militantes que nunca faltan, quizá porque son aquellos de los que siempre echa mano el partido. Pero también había sorpresas. Ver a Liazid con traje, después de su marcha de Sidi Embarek escoltado por la Policía, lo es. O ver antiguos socialistas-gilistas es cuando menos curioso. Y comprobar cómo los defenestrados del Gobierno siguen estando ahí a pesar de haber bailado en la cuerda floja, aplaudiendo como el que más, no tiene precio. También faltaba alguno que otro. Evidentemente don Pedro ya no pegaba en este tipo de actos, pero sí el grupo que él aupó, que él potenció y que ahora hasta critican lo que de sobra conocían. Ya ven, la memoria se puede manipular hasta el extremo de que uno puede creerse sus propias mentiras y sus particulares imaginaciones. Entre los pasillos se colaban quienes buscan el pan nuestro de cada día y de los próximos cuatro años. Las lentejas valen, en tiempos de crisis, su peso en oro. Por eso, qué quieren que les diga, los arrastrados tienen mis disculpas... que vamos a hacer, cada uno vale para lo que vale.
A Rocío Salcedo se le vio entregada, dentro de lo que su capacidad le puede permitir entregarse, claro. El subconsciente le falló a la hora de presentar a Doncel: ¿cómo se le ocurre decir que es quien engrasa la máquina del PP? Me perdí el careto de Díez Nieto porque sencillamente los de la prensa éramos los últimos monos colocados en una mesa al final del todo, desde donde no se veía más que las cabezas y los traseros puestos por delante.
Pocos esfuerzos tenían que hacer para preparar unos discursos. ¿Hablar del PP? Mejor que no, no hay partido, ¿o es qué todavía creen ustedes que existe? Por eso se explotó al máximo la marca de la gaviota que no es otra que el término de la victoria: ‘Vivas’. No pude llevar la cuenta de las veces en que se mentó su nombre, ni puedo reproducir en letras los sentimientos de ‘las maris’ que lo adoran más que a Jesulín en plaza, lo que sí puedo hacer es recomendar al Partido Popular alguna que otra práctica de embalsamamiento porque, visto lo visto, como pierdan la marca pierden todo.
La política se basa en sentimientos, en impulsos y en querencias. Por eso el GIL se llevó de calle a media Ceuta, ahora encorsetada en otros trajes políticos e intentando que se olvide que un día aplaudieron otros aires y otras carteras. El ‘Vivas style’ brilló ayer noche en el Muralla y atrajo a los yacimientos de votos: presidentes de barriadas importantes, miembros de asociaciones islámicas de peso y algún que otro cabeza visible de grupos de poder. Y, como era de esperar, algunos de los rostros nuevos que ya se perfilan para ir en las listas.