El ser humano está sometido a múltiples deseos de sus pensamientos y estos, a su vez, están generados por la soberbia. Algo hay, en cada ser humano, cualquiera que sea su carácter y formación, que lo transforma; es ese afán de dominio que doblega a la inteligencia o que la conduce en la dirección que es, de momento, de su especial interés. Cuando la soberbia hace su aparición en el ser humano éste deja de ser señor de sus
capacidades y se convierte en esclavo de una dominadora pasión que lo anula o, cuando menos, lo disminuye a niveles inferiores a los de los seres humanos corrientes y sencillos. Es imposible el diálogo con los seres humanos dominados por la soberbia; cualquier argumento que se les haga llegar quedará envuelto en las redes de la intransigencia. Si las condiciones en las que se desarrolla la relación entre los seres humanos no son cómodas y conducentes a un fin equilibrado entre las posibles opciones. hay que dar por seguro que la intransigencia, producto de la soberbia, se ha afirmado en algunas mentes y el afán de dominar, por encima de todo, es lo que impera.
Ello se traduce, a fin de cuentas, en el dominio de unos sobre otros; dominio que no es el de la sensatez inteligente sino el de la fuerza intransigente de la soberbia y ello da lugar a una vida incómoda en amplios sectores de la sociedad. Así no es agradable la convivencia y se disminuye, muy sensiblemente, la calidad de los proyectos del conjunto de la sociedad. Unos son los que deben dirigir a los otros, pero la intransigencia debe descartarse por nociva.
Ya ha dado fin el proceso consultivo llevado a cabo en Escocia sobre si independencia del Reino Unido y el resultado es favorable a dejar las cosas como estaban. Nada de independencia de Escocia aunque si se trate de mejorar todo aquello que pueda presentar defectos en las relaciones con el Gobierno de esa agrupación de naciones. A mi entender es una solución conveniente para el mundo occidental, que cada día necesita más unión y fortaleza de toda índole pero que hace falta, en primer lugar, que lo sea de pensamiento. ¿Qué quiere y debe ser Europa, en el plazo más breve posible? Hemos de tener delante, siempre, el mapa de Europa en el que aparezcan las líneas de peligro, las que pueden estimarse como atentatorias de su seguridad y también de su desarrollo e influencia en el mundo.
No estaría de más que en España tomáramos buena nota de esa sensatez mostrada por la población escocesa en los comicios celebrados el 18 de Septiembre. Nos hace falta esa sensatez y hasta podría decirse que en mucho mayor grado. No se pueden crear ideas donde no hay razones para ello sino para lo contrario, para la máxima unión de unos con otros y de emprender proyectos comunes para, con el esfuerzo de todos, ocupar un puesto de importancia en Europa y en el mundo. Esta es nuestra obligación, unida a a la máxima atención hacia nuestra población, a la que hay que proporcionar calidad de vida de ser humano, en toda la extensión de ese concepto. No hacerlo significaría que la fuerza de la soberbia se ha apoderado de nosotros.
Es, pues, totalmente necesaria que nuestras mentes vivan con ideas de serenidad y de humildad. España tiene ante sí graves problemas de identidad y ha de esforzarse, al máximo, en encontrar la serenidad y claridad de juicio que esos asuntos - tan importantes - requieren y para lo que es necesario inteligencias claras y sencillas, sin soberbia alguna en sus mentes que las puedan ofuscar. Es, realmente, lo que al ser humano corresponde en esta vida, ser sencillos y eficaces, dándoles a los demás todo lo que necesiten: la paz del alma y el bienestar social al que todos son merecedores.