No creo que exista en Europa otra frontera tan caliente y con tanta problemática, desbarajustes, avalanchas, presión, peculiaridades y sin razones como la del Tarajal. Ni siquiera la de Melilla. Para empezar, aquella cuenta con su aduana comercial, algo tan normal que aquí es la excepción, y con tres pasos fronterizos añadidos al de Beni Enzar.
Tras la pausa de los últimos días por el fin del Ramadán, mañana volverá el aluvión de porteadores y vehículos con mercancías. El fenómeno no ha sido algo repentino. El ‘monstruo’ fue creciendo y creciendo sin que nadie lo remediara, hasta alcanzar las graves proporciones actuales.
Con unas infraestructuras desbordadas, unas plantillas de agentes insuficientes para controlar el flujo de personas y mercancías -¡quién diría que ésta no es una frontera comercial!- Con atascos, en ocasiones, hasta las Murallas Reales, con un comercio que, dependiendo en gran parte de Marruecos, se tambalea gravemente por la parálisis del paso. Franquicias y firmas de renombre que aterrizaron atraídas principalmente por la afluencia de esa clase media emergente marroquí, turismo que, ante tan desolador panorama, comienza a mirar para la otra orilla. Vecinos, escolares, taxis y ambulancias atrapados en la N- 352, ceutíes que renuncian a cruzar el Tarajal para pasar un día de asueto o ver a sus familias…
Qué les va a decir uno sobre tan preocupante asunto que, por repetitivo, difícilmente podríamos acostumbrarnos a convivir con él, porque no es lógico ni aceptable, y con tantas repercusiones negativas para una ciudad como la nuestra, que ya carga con demasiados problemas sobre sus espaldas.
En mi opinión, la solución es muy compleja. Escapa de los poderes gubernativos locales y reclama iniciativas al más alto nivel. Entiéndase, Madrid, Rabat y la propia UE. ¿Acaso el Tarajal no es frontera europea? Se podrán traer más agentes, contar dentro de dos años, como mínimo, con unas infraestructuras adecuadas, pero si al otro lado Marruecos dificulta y no colabora, difícilmente se podrá salir del atolladero actual.
Sin el menor ánimo de defender a las dos máximas autoridades locales de sus muchas declaraciones sobre el tema, dos son evidentes: “La provincia de Tetuán no cabe en Ceuta” (F. Cucurull, 11/06). “Debe reflexionarse entre el atractivo de Ceuta y su frontera, que Tetuán haya pasado en pocos años de 300.000 habitantes a un millón, y Castillejos de 15.000 a 100.000” (Vivas, 11/01). Es la pura y dura realidad. El asunto es serio, muy serio.
Es evidente que España y Marruecos no pueden seguir permenciendo de brazos cruzados. ¿Qué hacer ante esa oleada de ‘coches patera’ cargados de mercancías y en continuo incremento, cuando Marruecos no los acepta y bloquea el paso? Nuestro reducido territorio es el que es y la N-352 no da para más. ¿Será cuestión de dinero?, me pregunto. ¿Estará buscando el vecino país un ‘peaje’ económico para colaborar con el tema, tal y como sucede con el control de la inmigración? ¡Ay! Y si tan buenas relaciones existen con ese país amigo, ¿tan difícil es establecer un diálogo que permita solucionar un problema, no sólo a Ceuta, sino también a esos marroquíes, con coches o sin ellos, abandonados al sol y a la intemperie en una desesperante vela de horas y horas, aguardando a que los agentes de Bab Sebta se decidan a darles vía libre?
Con ese diálogo de país a país, cabría la opción de desviar el tráfico de vehículos con mercancías por Benzú, descongestionando así el Tarajal. Y no me contradigo, por cuanto que, el 7 de agosto del pasado año, y a raíz de una propuesta y recogida de firmas por parte de Caballas “exigiendo” a la delegación de Gobierno y al ejecutivo central la reapertura de dicho paso “para uso exclusivo de los ceutíes”, expresaba entonces mis dudas sobre si pudiera ser legítima tal apertura del paso para dichos fines.
Desviar el tráfico comercial por Benzú dadas las actuales infraestructuras del paso y sin la adecuada dotación de agentes requeriría cierto tiempo. Recuérdese el serio precedente del cúmulo de problemas que allí se originaban con los apedreamientos, intentos de entradas ilegales, aglomeraciones y lamentables vicisitudes que a diario habían de sufrir en el lugar los efectivos de la Guardia Civil. Vista la situación, el cierre del paso, hace diecisiete años, no tenía vuelta de hoja.
Pero sin la aceptación del reino alahuita, algo que hoy por hoy parece una utopía, lo de Benzú es un puro sueño. De momento, resuélvase en lo posible el tapón del Tarajal. Ceuta se está jugando demasiado en este asunto, y quién me dice que en el trasfondo de toda esta cuestión fronteriza no existe un entramado más de Marruecos en su política de ahogar la ciudad de acuerdo con sus irredentas reivindicaciones territoriales.
Lo que es de libro es que la situación actual es insostenible. Y si el vecino del sur persiste en su política de mirar para otro lado habría que explorar otras vías. Por ejemplo poniendo la vista en el tratado de Schengen y sus excepciones para Ceuta y Melilla. Pero eso me suena a palabras mayores.
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