La frontera como centro y periferia

{jaimage crop="ML" /} Apenas había nacido, Chris Wastian (Austria, 1987) fue testigo cercano del último rediseño de fronteras en Europa. La antigua Yugoslavia se desmoronó en varios estados una vez que el martillo pilón soviético dejó de golpear los yunques y segar las hierbas desde el Báltico al Adriático. De aquella convulsa reconfiguración nació Eslovenia, país que se toca la mano con Kärten, la patria pequeña de Wastian. “En mi pueblo, Kärten, se celebró un referéndum en 1920 para decidir si los ciudadanos preferían pertenecer a Austria o a la Yugoslavia de entonces. Salió Austria por muy poca diferencia”. La geografía y la historia de Kärten han propiciado una ubicación y un texto en Wastian, un antropólogo social y cultural que siente cómo las fronteras le “persiguen”. Lo curioso es que la ubicación y el texto de este joven  investigador es la ubicación y el texto no definidos, híbridos, como las ciudades fronterizas. “Muchos las consideran periferia, pero para mí las localidades de frontera son el centro”. Recién llegado de Melilla, Wastian se encuentra en Ceuta para realizar un estudio comparativo con las poblaciones que bordean México y Estados Unidos. “Pero el choque cultural entre España y Marruecos es mayor que el existente en la frontera mexicano-estadounidense”. El borde norteamericano fue el objeto de estudio que ha traído a Wastian a España a la búsqueda de la identidad local. “Me interesan los artistas de las fronteras. Los creadores son una especie de sismógrafos de la sociedad. No atienden a las convenciones ni se someten a las verdades establecidas por la historia. Los artistas transmiten la voz de los perdedores”. Aprovechando que el discurso se detiene en si la historia la escriben los vencedores o la legitiman los perdedores desde sus catacumbas, Wastian se mesa el pelo y se coloca la montera de la historiografía. “La historia está sobrevalorada. Para los individuos tiene más trascendencia lo que ocurrió hace dos décadas que lo que pasó hace mil años. No estudio fósiles sino personas, hábitos y comportamientos”. “¿Qué es una frontera? Una línea que tiene dos lados”. De entrada, Wastian propone el juego de la no definición. “Es la única forma de enfrentarte a una investigación: sin prejuicios ni presupuestos”. Pero, ¿cuál es la línea y los dos lados de la frontera de Ceuta y Melilla? “Aquí es un asunto no tan evidente como sucede en el caso de México y Estados Unidos. En Nador pregunté a muchos que no consideraban la existencia de una frontera. Es una cosa política. Es más, allí me encontré a mucha gente que no se sienten ciudadanos fronterizos”. En Ceuta Wastian se encuentra buscando ciudadanos fronterizos, o, mejor, el arte que produce la gente que vive en lugares fronterizos. En Melilla, después de un mes, dio con varios especímenes de interés. “Una escultora mexicana que lleva viviendo en Melilla 17 años y un interesante cantante de Nador, Rashid Nadori, que habla precisamente de cuestiones fronterizas en sus canciones. Ese es mi objetivo. Ahora solo necesito a alguien que me traduzca las letras al español”. Wastian aún desconoce el tiempo que se quedará en la ciudad. “No tengo comprado un boleto de vuelta”, dice. El estudio, la ciencia antropológica, obliga a un cauto desapego. “A México vuelvo todos los años desde 2006. Ahora soy uno más en la comunidad, lo que acarrea ventajas e inconvenientes. Lo bueno es que me he ganado la cercanía y  la confianza de la gente. Lo menos bueno es que esta integración y esta familiaridad puede condicionar mi objeto de estudio”. El cristal se hace espejo después de un tiempo de observación. Más vale alejarse entonces. Ahora, entre Nador y Melilla, entre Ceuta y Tetuán, Wastian vuelve a buscar su centro, para muchos la periferia. O los suburbios. “Observo que hay una cierta integración entre las cuatro culturas. No llevo mucho tiempo, pero puedo hablar desde mi experiencia en Melilla. No aprecio que haya un conflicto nítido. Esto debería aprovecharse. Los ciudadanos deberían alimentarse y aprender unos de los otros”. En las ciudades fronterizas, dicen los expertos, hay un tercer estado que ni es uno ni es el otro. Los vasos comunicantes existen en la medida en que las estructuras lo favorecen. “Es como en las ciudades medievales de Al-Ándalus. Dicen que allí se transmitió la cultura clásica a Occidente. El conocimiento debería ser un fluido en las poblaciones de frontera”. Wastian observa la frontera de Ceuta desde Recinto deseando que el cristal no se haga espejo  así como así.

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