-
Los GRS fueron activados mientras que por un paso ilegal que lleva al polígono del Tarajal se colaban decenas de hombres y mujeres; el cierre fronterizo provoca quejas entre los ceutíes al no acceder trabajadores transfronterizos ni cumplirse, por ejemplo, con citas médicas
La amenaza ante el intento de entrada masivo de cientos de porteadores a la carrera por la frontera del Tarajal llevó a su cierre durante más de una hora, así como al despliegue de las unidades de los GRS de la Guardia Civil. Sucedía ayer, en torno a las 9.00 horas, después de una jornada que comenzaba en los polígonos como ya se ha hecho normal, aunque no lo sea, repleto de porteadores con bultos ya cargados sin que hubieran abierto las naves porque, sencillamente, habían pasado noche en Ceuta. Al margen de esto, los vigilantes de seguridad y auxiliares ponían orden además de trabajadores de las propias naves y plantos. Aleatoriamente pasaban los vehículos de la UIR por el interior del conglomerado de naves mientras que fuera permanecían los agentes de la UIP.
Durante hora y media no pudo haber traslado de mercancía debido al cierre de la frontera y la situación de tensión que se estaba viviendo en Marruecos, en donde miles de personas estaban colapsadas, mezclándose trabajadores transfronterizos con españoles que tenían citas en Ceuta, empresarios, madres con escolares y los propios porteadores.
La Guardia Civil tenía orden de no dejar salir de Ceuta a Marruecos ni vehículos ni personas, mientras que la frontera quedara blindada hasta que el vecino país arreglara la presión registrada en su explanada, a donde acudieron varias ambulancias así como agentes para poner orden. La situación enquistada en el paso fronterizo está provocando cuantiosas quejas entre los ciudadanos por la repercusión que esto tiene en sus vidas. Y es que Ceuta depende en buena parte de esa frontera. Depende la llegada de trabajadores transfronterizos regularizados, con su cotización a la Seguridad Social y Seguro que no pueden pasar, que sufren avalanchas, que resultan heridos y que no encuentran protección alguna. Muchas familias y empresarios que los tienen contratados protestan por esta situación que lleva produciéndose más de una semana, sin que encuentren explicación alguna.
A esto se añaden más consecuencias, como la entrada de padres que tienen a sus niños escolarizados en Ceuta o aquellos que ven perdidas sus citas médicas o empresarios que no pueden atender sus negocios ni reuniones. Todos son las víctimas de un paso fronterizo que no funciona por esta presión de camalos y que está sufriendo una inseguridad más que evidente.
Mientras la frontera estaba cerrada, en el polígono se veían escenas cuando menos asombrosas y difícilmente entendibles. Las protagonizadas por decenas de hombres y mujeres que a la carrera se colaban por un paso ilegal, no habilitado, entrando desde Marruecos directamente al polígono, bordeando la zona de la antigua piscifactoría. Hombres y mujeres que saltan tapias de unos 3 metros, que caen heridos, que corren, que acuden a portear pero que, en otros casos, huyen en dirección hacia las barriadas próximas porque se trata de inmigrantes magrebíes. Un auténtico despropósito que se producía a la vista de todos sin que actuaran las fuerzas de seguridad. ¿Cuántas personas había realmente en el polígono? Nadie podía dar a ciencia cierta la respuesta porque las entradas por las vías irregulares se producen sin que sean contabilizadas. Algunos de estos ya habían porteado ese día al menos una vez y querían repetir sin pasar el filtro de Marruecos.
Una vez que volvió a abrir la frontera, pasadas las diez de la mañana, accedieron al lugar mujeres vestidas con ropa de calle y maquilladas que en vez de seguir su ruta hacia el centro se desviaban hacia las naves porque, en el fondo, eran porteadoras que habían logrado burlar el control.
La jornada en la frontera se mueve entre la búsqueda de respuestas y la calma siempre tensa.