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La fobia verde

En estas líneas se trata de describir el fenómeno de la “Fobia Verde”, nombre que abarca el conjunto de reacciones que acontecen en muchos miembros de la Guardia Civil (de ahí el término “verde”) tras un periodo más o menos prolongado de baja psicológica, como consecuencia de un síndrome psicológico, bien de “quemazón profesional (burn-out), de estrés laboral prolongado, o de una situación de acoso.
El uso de término “fobia” no es gratuito, sino que quiere decir que se producen unas reacciones análogas a las de cualquier otro Trastorno Fóbico, como la agorafobia, fobia social, fobia a los ascensores, etc…, como son la intensa reactividad fisiológica, las conductas de evitación, la sensibilización a los estímulos que provocan este miedo, así como el componente irracional, distorsionado y miedo desproporcionado, que lo distinguen de una simple incomodidad, intranquilidad o desmotivación.
Un guardia se da cuenta de cuando necesita pedir una baja cuando aparecen algunos de los elementos siguientes: irritabilidad excesiva en el medio familiar, cansancio psíquico y físico hipersensibilidad a la crítica, desmotivación en el cumplimiento del deber, cronicidad de situaciones problemáticas en el servicio baja tolerancia a la frustración, agresividad contenida (hacia uno y/o hacia los demás). Veamos el cuadro 1.

Cuadro 1: Elementos predictores de la necesidad/ posibilidad de una baja laboral
· irritabilidad excesiva en el medio familiar,
· cansancio psíquico y físico
· hipersensibilidad a la crítica
· desmotivación en el cumplimiento del deber
· cronicidad de situaciones problemáticas en el servicio
· baja tolerancia a la frustración,
· agresividad contenida (hacia uno y/o hacia los demás)
· miedo a perder el control (contra sí mismo y /o los demás)
El caso típico sería el siguiente: un guardia civil, entre 40-50 años, casado y con familia, y con una antigüedad en el mismo puesto desde hace unos 5 años. Puede haber sufrido otras bajas psicológicas, o físicas enmascarando a las psicológicas con anterioridad, pero ha llegado el momento en que después de una situación de estrés crónico, con o sin acontecimiento precipitante, se ha dado cuenta que no puede más, que está próximo a tener una reacción agresiva que le puede ocasionar un problema mayor, o que cada día se encuentra más cansado, lento o desmotivado para realizar un trabajo en el cual debe mantener una condición física y psíquica adecuada.
Una vez que esta persona se encuentra de baja laboral, tras pasar por su médico de cabecera, comienza un periodo que debería ser de “descanso profesional” hasta que se recupere, al igual que una persona con lesión física o enfermedad necesita de reposo. Dicho descanso se ve interrumpido ocasionalmente por las visitas a su médico, psiquiatra o psicólogo, o al entregar los partes de baja en su puesto de trabajo cada diez días. Este es el marco general
Los pacientes se quejan a menudo de lo “difícil que les resulta entregar el parte de baja en el cuartel”, sobre todo cuando residen fuera de el. En un principio, se podría interpretar como un miedo o represalia a cruzarse con algún mando o compañero en especial con el que hubieran tenido los problemas con anterioridad a la baja. Más aún, en los diversos cuestionarios de personalidad, resultaba significativo el componente “Paranoide”, aunque es evidente la ausencia de síntomas psicóticos en la gran mayoría de estos pacientes.
Pero también aparecen otras actitudes y miedos que demuestran que no solo se trata de un miedo a la represalia: miedo y ansiedad al encontrarse con compañeros de la propia unidad, tanto amigos como no tanto, miedo a cruzarse con personal del servicio médico, hipersensibilidad a las preguntas “(como te encuentras”), atribuyendo casi siempre una mala intención a las mismas. Estos comportamientos y otros, se suelen ir agravando proporcionalmente al tiempo de baja, y van derivando en conductas de evitación, tales como entregar varios partes juntos, para ir lo menos posibles al cuartel, como el enviar a algún familiar a entregarlos por él, o no pasar de la puerta del edificio y dárselos al guardia de puertas si era conocido, para que el mismo los entregase al servicio médico.
El tratar de evitar de acudir al cuartel, o quedarse en casa para tratar de no encontrarse con nadie, son conductas de evitación, similares a las de otras fobias más clásicas, y que producen un agravamiento del problema, pues al realizarlas, y evitar en lo posible la situación fóbica, se produce una hipersensibilización a la ansiedad al no exponerse a las situaciones que la provocan, dando como resultado una persona cada vez más sensible y débil, llegando a verbalizar expresiones tales como “cada vez que veo un compañero de servicio me pongo ansioso” o “cuando entro dentro del cuartel, el corazón se me dispara y me tiemblan las piernas”. Veamos ahora el cuadro 2, donde se describen los componentes característicos de esta fobia:
· síntomas fóbicos de ansiedad al entrar en el cuartel, o ver otros compañeros o personal del servicio médico
· hipersensibilidad a las preguntas/ comentarios/ críticas de compañeros
· actitud de recelo ante el personal médico
· evitación de salir a la calle por miedo a encontrar alguien de su trabajo
· inactividad / pasividad en casa
· conflictos matrimoniales (en casos de larga duración)
· sensación de indefensión ante su futuro
· incapacidad para tomar decisiones // provisionalidad
· desarrollo de un cuadro depresivo provocado por la baja de larga duración (y no por el problema laboral en sí)
· hipermedicación

Este síndrome tiene mas probabilidades de ocurrir cuando se desarrolla lo que se conoce como “baja laboral pasiva”, es decir, la persona que tiende a bloquearse, permanecer inactiva, hipermedicada, obsesionada con la posible lejana reincorporación, y con una actitud totalmente pasiva, sin horarios, provisional y falta de objetivos. Estos casos tienen mal pronóstico, no solo en lo psicológico, sino en lo personal y familiar, con aumento de la conflictividad y riñas en casa a veces con mal desenlace.
Por tanto, cuando estos pacientes experimentan una inactividad total, la baja laboral se vuelve más problemática y de peor pronóstico, apareciendo a veces como secundario un proceso depresivo que ya poco tiene que ver con la situación que originó el conflicto. Lo ideal es realizar un descanso psicológico del servicio, pero manteniendo una autonomía personal, respetando unos horarios de “trabajo” o actividades, realizando ejercicio, además de algunas actividades intelectuales como cursillos de formación, que ayuden a fortalecerse anímicamente, y que aumenten los recursos emocionales para poder resistir a este síndrome fóbico.

Autor: Abel S. García, Psicólogo Clínico y Forense de Jaén, especializado en tratamiento en Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado,  colaborador AUGC a nivel nacional, con Policía Nacional así como con Asociaciones de Víctimas del Terrorismo.

Director del Centro de Psicología Clínica y Forense “Arthemia Psicólogos”

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