Categorías: Opinión

La evolución de nuestra productividad

Mucho se habla de la productividad como un elemento importante para entender la situación económica y nuestra posición competitiva. Efectivamente, uno de los elementos clave en la evolución de un país, o de una Comunidad, no es tanto la cantidad de lo que se produce, sino cuánto produce cada uno de sus trabajadores. Pero además de lo anterior, si nos fijamos en los componentes de esta productividad, capital humano y capital técnico, y en su adecuada combinación, el diagnóstico puede ser aún más certero. Este tipo de análisis es el que hemos hecho un grupo de investigadores de la Universidad de Granada en el XXIV Congreso de la Asociación Internacional de Economía Aplicada (ASEPELT), celebrado la pasada semana en Alicante, aunque referido a Andalucía, en comparación con España.
El objetivo del trabajo presentado era analizar la productividad de la economía andaluza entre 1977 y 2006, tomando la evolución de la economía española como referencia. Para ello se partía de las denominadas teorías del crecimiento endógeno, que sostienen que en el cálculo de la productividad total, además de los clásicos factores de capital y trabajo, se debe incluir un nuevo concepto denominado capital humano.  
Este concepto ayuda mejor a entender la productividad, pues lo que mide son aspectos como la formación y la experiencia, que van más allá del frio dato del número de trabajadores. La idea es que cuando un empresario paga el salario de un trabajador, lo hace en función de estos factores. Por tanto, si somos capaces de construir un índice que mida la proporción de trabajadores con una determinada formación, respecto a trabajadores sin dicha formación, podremos disponer de un indicador importante sobre nuestra posición. Es decir, cuanto mayor sea nuestro capital humano, más productivos podremos ser, pues con un menor número de trabajadores podremos producir lo mismo que en otras comunidades. Por eso, una sociedad sin una importante inversión en formación, nunca podrá ser suficientemente productiva. Como tampoco lo podrá ser un país en el que la mayoría de sus trabajadores están sometidos a contratos precarios y temporales, pues los mismos carecerán de experiencia, que es otro de los componentes de dicho indicador.
Pues bien, estos índices los elaboran y publican organismos como el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Aunque siempre faltan los datos de Ceuta y Melilla, suponemos que por razones de tamaño de la muestra. Y con los mismos, junto con los datos de capital productivo y de población activa, hemos utilizado dos potentes técnicas de medición económica, una econométrica y otra de programación lineal, que mezcladas nos han permitido llegar a conclusiones interesantes.
Con una población equivalente al 18% de la cifra nacional, Andalucía genera sólo el 14% de la Producción total y el 15% del empleo. Además, el stock de capital productivo en dicha Comunidad supone el 12% del español, y su capital humano per cápita es un 6% inferior a la media nacional. Estos datos señalan una clara limitación en términos de crecimiento y bienestar de la población, cuyo nivel de producción per cápita es el 77% de la media nacional.
Pero además de lo anterior, los modelos utilizados confirman el poder explicativo de las variables empleo, capital productivo y capital humano sobre la productividad total. Y también que en dichos años ha habido una clara mejora en la eficiencia técnica en Andalucía, lo que lleva a que la utilización de los factores productivos disponibles haya estado cercana al óptimo, en comparación con otras regiones españolas. Sin embargo, el problema es el déficit existente de capital humano y de capital productivo, además de la limitada capacidad de la región para crear empleo. O dicho de otra forma. Los andaluces no son flojos, o malos trabajadores. Lo que ocurre es que los políticos que la han gestionado (casi todo el tiempo el ceutí Chaves), han gastado mucho dinero en inversiones improductivas y poco en formación y en capital productivo. Suficiente como para que en las próximas elecciones los ciudadanos los mandaran a 'freír espárragos', pues dicha diferencia con el resto del país, lejos de acortarse a lo largo del tiempo, se ha agrandado.
Una cosa parecida ha ocurrido en Ceuta, en donde, a pesar de carecer de datos sobre índices de capital humano, con los que disponemos de otros estudios, podemos concluir que, si bien la dotación de factor trabajo (tasa de actividad) y capital humano (nivel formativo) son superiores a la media nacional, la dotación de capital productivo en relación a la población queda muy alejado del promedio nacional (68%).
Es decir, que menos sacar pecho y fotos para la galería, y más trabajo serio a favor del desarrollo económico de ambos territorios. Quizás no sería mala cosa que en Ceuta se fuese pensando en recuperar el carácter público de la línea del Estrecho, y en invertir en la creación de una naviera de propiedad municipal. Esto sí que sería verdaderamente productivo para la economía local.

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