Categorías: Opinión

La eterna decepción

Futbolísticamente hablando, ahí seguimos, entre lamentos y añoranzas, cual un Giambattista Tiépolo, el cantor de sueños perdidos y abogado de glorias irrecuperables. Una temporada más nos quedamos apeados del play off del ascenso. La bofetada la veníamos venir quienes, fiel y pacientemente, subimos al Murube. A pesar de su ambicioso nuevo proyecto deportivo, el Ceuta ha carecido por completo de un patrón de juego, ni siquiera con el disparate y el dispendio del desfile de tres entrenadores por el banquillo. A las deficiencias físicas se unió un centro del campo incapaz de organizar o desbaratar las acciones del rival. Pudo ser positivo el refuerzo de Manolo Pérez, pero carente el catalán de certeros peones en esa zona que le hubieran permitido dar vía libre a su creatividad y al pase medido, sus esfuerzos resultaron baldíos. Tampoco respondió la zaga, especialmente vulnerable por su lateral derecho y con reiteradas muestras de inseguridad por parte de los centrales. Y con 21 puntos perdidos en casa, a qué podíamos aspirar.
El Ceuta ha sido un equipo carente de oficio y personalidad, víctima suicida, además, de una cadena de expulsiones impropias de un equipo de su teórica categoría. Posiblemente tampoco parece que el ambiente del vestuario haya sido el mejor. Falto Joao de Deus de autoridad, a sus 33 años el lusitano llegó como un técnico prácticamente en vías de formación y con un total desconocimiento del fútbol español. No parece que fuera muy afortunada su contratación, especialmente para esta compleja Segunda ‘B’.   
Pese a todo, el ex – seleccionador caboverdiano lo hizo mejor que su sucesor. Para tal suerte no era necesario el recambio, por mucha vitola de ex - seleccionador sub 21 y de sus dos ascensos a Primera que traía Goicoechea. La Segunda ‘B’ requiere de esos técnicos que se la conocen al dedillo. Y para colmo de técnicos, el affaire Peguero, con su pensamiento y su corazón puesto en el Huelva de sus amores, club en el que terminó recalando como director deportivo el 7 de abril.
En fin, un fiasco de temporada. Con esta van ya… ¿Y ahora qué? Primero a esperar lo que piense el nuevo gobierno de la Ciudad, la generosa patrocinadora del club, lo que sólo sucede aquí y en Melilla. Sin mecenazgo privado alguno y con una afición cada vez más minoritaria después de tantos desengaños, es lo que hay. Las gradas del estadio hablan por sí solas.
Decía Nietzche que las ideas aparecen mientras se camina. Así me he ido reafirmando yo también en las mías según iba siguiendo la temporada. Se impone la reflexión. El modelo actual no nos lleva a ninguna parte, no digamos si se produjeran recortes en el patrocinio. Convendría planificar un equipo de futuro en el que los valores de la cantera local estuviesen presentes, como sucedió con la extinta Agrupación. Con un conjunto así, recuérdese, se logró el ascenso a Segunda. Habría que ir a un bloque maestro de puntales claves entreverado con jugadores locales. Que los hay ahora mismo. Dentro y fuera de Ceuta. Y más saldrían si se constituyera esa columna vertebral del fútbol ceutí, que pasaría por contar con un filial, o como se le quiera llamar, en Tercera –ya tenemos al Murallas- , y uno o dos más en las ligas nacionales juveniles. Categorías en las que se irían forjando, debidamente tutelados y reforzados en su caso, aquellos jugadores que despuntaran para el primer equipo. Cabría profundizar en ello con un mayor espacio. Quede aquí la idea base.
Con aspiraciones a dos o más temporadas vista por la presencia de esas jóvenes promesas en el primer equipo, al estadio seguiremos siempre subiendo los mismos. Distinto sería cuando comenzaran a despuntar y a atraer paulatinamente a un mayor número de aficionados, al sentirse éstos más representados e identificados con un nuevo proyecto de equipo como el de antaño.   
Sería, sencillamente, invertir en Ceuta y en su fútbol, redistribuyendo los recursos. Generar ilusiones en chavales que, desgraciadamente, hoy por hoy,  a diferencia del fútbol sala, saben que muy difícilmente llegarán a jugar en el Ceuta, mientras otros vienen de fuera y se lo llevan calentito sin entregarse en tantos casos y faltos de sensibilidad con los colores que representan. Es una opinión.
El evidente éxodo de aficionados en las gradas merecería una reflexión profunda por la que abogo. Todo sea por bien del deporte rey ceutí y el de todos sus representantes en categoría nacional. Sinceramente, no veo otra salida.

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