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La estrecha línea entre delito y desesperación

  • Un inmigrante se enfrenta a 7 años de cárcel, acusado de ser el patrón que dirigió el pase de otros 15 compatriotas

  • Cinco de los ocupantes se precipitaron al agua, a riesgo de morir

¿Qué se esconde tras la mirada de Fode Konde?, ¿se trata de un cooperador necesario de las pequeñas redes que trabajan entre una y otra frontera para facilitar el pase de inmigrantes?, ¿o es un sin papeles más que, a diferencia de otros compatriotas, demostró su valentía tomando los mandos de la embarcación que el 11 de julio de 2016 rescató la Benemérita en pleno naufragio? Y es que así es como dice la Guardia Civil que lo vio, dirigiendo una semirrígida hacinada de subsaharianos, demostrando un manejo de la misma que obligaba a pensar la existencia de ciertos conocimientos en el mar.

Ayer, Fode Konde, gambiano, residente en el CETI, se sentó ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta para demostrar su inocencia. El Ministerio Fiscal le pide 7 años de prisión por haber patroneado la embarcación y puesto en peligro a otros 15 compatriotas que habían iniciado travesía con él, cinco de los cuales cayeron al mar y tuvieron que ser rescatados in extremis por el Servicio Marítimo. Su abogado defensor intentó hacer valer las tesis contrarias, dibujando a su patrocinado como un inmigrante más que tan solo colaboró haciéndose responsable de los mandos después de que un supuesto marroquí que la Guardia Civil nunca vio y que debía ser el auténtico patrón se arrojara al agua dejándolos a su suerte. “Estamos ante un ilícito administrativo y no penal”, reseñó ante el tribunal.

Un tribunal que tuvo que ingeniárselas para luchar por la no suspensión del juicio, después de toparse con un acusado cuya única lengua conocida era el mandi, un dialecto de su país. Finalmente se logró dar con un intérprete, conocedor de otro dialecto que sí entendía el acusado, pudiendo efectuar, telefónicamente, su declaración.

Básicamente, en esta historia judicial en la que se intenta esclarecer si quien se aferra a su inocencia es una víctima o un delincuente, chocan dos versiones. El acusado mantiene que partió de Marruecos junto a varios compatriotas que conoció en el bosque. Fue un marroquí el que les animó a subirse a una embarcación con capacidad para 4 personas que terminó siendo ocupada por 16. Emprendiendo travesía hacia Ceuta, ese joven se arrojó al mar dejándolos a la deriva. ¿Y por qué Fode Konde tomó los mandos? Nadie lo dejó claro de manera convicente. “Mis compañeros me pidieron que lo hiciera yo”, aclaró. Se habían quedado abandonados, en medio del mar, sus vidas corrían peligro y tomó los mandos. No paró la embarcación cuando el Marítimo se lo dijo porque “no sabía cómo”, aclaró. “No tenía miedo, quería llegar a tierra pero no sabía parar el motor”.

La visión de lo que pasó aquella mañana es completamente distinta si quienes hablan son los guardias civiles que estaban en la patrullera. El responsable llegó a declarar que la embarcación quería abordarles para así provocar que subieran a los inmigrantes, algo que finalmente se hizo al existir un peligro para sus vidas. Parecía ser un último recurso para evitar, así, que Marruecos se hiciera cargo de todos ellos. Aclaró que Fode Konde paró en varias ocasiones la embarcación y la volvió a poner en marcha, ofreciendo un dato contradictorio a la versión del acusado de que no sabía parar el motor. También puntualizó que para dirigir una embarcación hacinada y ejerciendo maniobras evasivas, debía tener algún conocimiento sobre navegación.

Algo que verificó un segundo agente, que aclaró que el detenido pilotaba bien por los “quiebros” que hacía, lo que demostraba que con anterioridad había manejado alguna embarcación. Así también recalcó el riesgo para la vida de los inmigrantes, toda vez que cayeron al agua y uno estuvo a punto de morir ahogado.

A favor de la testifical de Konde estuvieron los testimonios de dos de los inmigrantes que estaban ese día junto a él. Insistieron en que el acusado tomó los mandos porque los demás compatriotas le instaron a hacerlo ya que tenían miedo de perder la vida. ¿Por qué él? Nadie sabía dar respuesta, más allá de que, curiosamente, el acusado fuera el único que confesó no haber tenido nunca miedo.

Fiscalía insistió en que aun siendo un inmigrante, ésto no le excluía de su actuación penal que consideró demostrada. La Defensa puntualizó la inexistencia de pruebas suficientes como para que se enerve la presunción de inocencia sobre su patrocinado.

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