Categorías: Opinión

La errática política cultural de ceuta

Vivimos en una época de crisis plagada de impresionantes contradicciones y de trágicas paradojas que nos confrontan en cada recodo, creando problemas que agobian nuestra capacidad de comprensión, poniendo en libertad fuerzas para cuyo dominio nos falta la confianza suficiente. Todos aquellos que gozan de cierta capacidad de análisis e inquietud por lo que acontece a su alrededor, dedican tiempo y esfuerzo a identificar y combatir las causas de nuestra crisis multidimensional. Entre este grupo de personas son mayoría quienes se detienen en estudiar la dimensión exterior de la crisis. Una crisis externa que puede resumirse en una breve sentencia: una edad de expansión, o en términos económicos de crecimiento, está cediendo el paso a una edad del equilibrio. Muchos se resisten a reconocer que el periodo del crecimiento económico, de la expansión territorial,  poblacional e industrial ha terminado.
Sin embargo, siendo importante el aspecto exterior de la crisis, nada es comparable a la crisis interna que sufre el hombre. El pensamiento materialista al que se refería el teólogo De la Hera el pasado martes en los desayunos de TVE, declaraciones que oportunamente también comentaba Carmen Echarri en su columna del jueves, nos ha llevado a confundir las necesidades de supervivencia con las de satisfacción de los aspectos más elevados de la condición humana. Nuestra supervivencia física depende como es lógico de tener acceso a bienes tan vitales para la vida como el aire, el agua, una alimentación adecuada, una vivienda con unas mínimas condiciones de habitabilidad. A partir de este primer plano de requerimientos básicos vamos ascendiendo hacia otros no menos importantes, como las necesidades de comunicación y cooperación, de relación sexual y paternal, de amistad, de compañerismo y apoyo mutuo, etc…
Pero si hablamos en términos de satisfacción de la vida, la referida escala ascendente de necesidades, desde la mera vida física hasta el estímulo social y la evolución personal, debe ser trastocada. Tal y como comentaba Lewis Mumford en su obra “La condición del hombre”, “las necesidades más importantes, desde el punto de la realización de la vida, son aquellas que estimulan la actividad espiritual y promueven el crecimiento espiritual: la necesidad de orden, continuidad, significación, valor, objetivos y designio; necesidades de las que han surgido el lenguaje, la poesía, la música, la ciencia, el arte y la religión”. Este ascenso desde las necesidades de supervivencia a las de satisfacción requiere un continuo esfuerzo personal. Si no queremos caer en la “animalización” (concepto matizable, ya que la animalidad es una condición inherente al propio hombre) de la que hablaba el teólogo De la Hera, tenemos que aumentar de manera constante la proporción del tiempo que dedicamos a satisfacer las necesidades superiores sobre las necesidades inferiores.  
Merced al contrato social, -inspirado por el pensamiento de Rousseau, sobre el que se asienta el actual modelo político de las democracias representativas-, los ciudadanos delegan parte de su poder cívico y libertad individual en el Estado para que éste lo administre para la consecución del denominado “interés general”. No obstante, el ciudadano no puede ceder la totalidad  de su libertad a favor del Estado, ya que en el hombre requiere conservar buena parte de su autonomía para posibilitar su desarrollo interno. La formación de personalidad corresponde a cada hombre y no es posible ni deseable que sea delegada en manos de un ente separado como puede ser el propio Estado.  
Las organizaciones e instituciones tienen que ser instrumentos secundarios de este proceso de autorrealización que nutre la personalidad, la humaniza, la refina, la profundiza, la intensifica y amplia su campo de acción. Pero no sucede así. Tal y como explica magistralmente el gran pensador francés Marc Fumaroli en su libro “El estado cultural (ensayo sobre una religión moderna)”, el Estado  se ha inmiscuido en el proceso, que debe ser autónomo, de satisfacción de las necesidades superiores del hombre.  Para ello ha desplegado una política cultural invasiva e ideologizante que, en su declarado objetivo de “dinamizar” la cultura, iguala por abajo, dando lugar a lo que Pedro Salinas denominaba un “mediocracia pseudopensante”. El camino hacia la cultura arranca en la infancia, dentro del entorno familiar y en la escuela, y no hay sendas alternativas que no pasen por lo que Fumaroli llama el “ocio estudioso”. Para llegar a la ansiada y siempre inabarcable meta de la cultura hace falta, según este pensador, “perseverancia, concentración, un largo aprendizaje, y también, cuando el momento es propicio, un verdadero abandono, la gracia”.
El Estado en su disparatado intento de elevar el nivel cultural de sus ciudadanos, tarea que volvemos a insistir compete única y exclusivamente al propio sujeto, sustituye el “ocio estudioso” por “el ocio distrayente”. De modo que “la cultura tiende a no ser más que la enseña oficial del turismo, las distracciones, el shopping”. Y mientras que se dedica a estos menesteres, propios de un departamento de turismo y tiempo libre, el Estado desatiende la que debería ser su principal responsabilidad como restaurador y conservador del patrimonio, así como valedor de aquellas instituciones vinculadas al estudio, conservación y difusión del patrimonio cultural como son los museos, las bibliotecas y los archivos. Un patrimonio que, como bien dice Fumaroli, “se ha extendido a las ciudades en general, a la naturaleza entera, amenazada por los vándalos que polucionan los hábitats, los ríos, los bosques y la atmósfera. El Estado haría bien en prever esa extensión de la idea de patrimonio y concentrar sus esfuerzos y nuestro dinero en esa tarea urgente y vital”.  ¿Y en Ceuta? ¿Dónde concentra sus esfuerzos la Consejería de Educación, Cultura y Mujer?. Veámoslo.
Lo primero que llama la atención del presupuesto de la Consejería de Educación, Cultura y Mujer es la propia organización de los departamentos del área. En vez de existir un único departamento de patrimonio cultural que agrupe a los servicios de archivos, biblioteca y museos, junto a un servicio inexistente, -al menos de manera nominativa-, de investigación, protección, conservación y difusión del patrimonio, éstos son considerados servicios independientes y desconectados, al menos en la estructura administrativa y funcional de la consejería. Esta anómala organización de los departamentos relacionados con el patrimonio cultural parece que responde más al desigual reparto del poder dentro de la misma burocracia cultural que a razones estrictamente operativas para mejorar la consecución de sus objetivos y fines. Dicho esto, y en lo referente a la distribución de gasto dentro de esta caótica organización de la consejería, se nota a la legua que la hermana pobre de la Consejería es el negociado de patrimonio cultural que dispone de tan sólo 112.295 ?,  menos de una décima parte del  dinero con el que cuenta el departamento o sección de cultura para la organización de eventos culturales o la subvención a una amplia variedad de entidades culturales, desde la asociación de amigos de Camarón (1.500 ?), pasando por la tertulia flamenca (23.500 ?) y la asociación de Gigantes y Cabezudos (1.200 ?) a la asociación La Copla (17.000 ?), por citar tan sólo algunos ejemplos elegidos al azar entre las diecisiete asociaciones culturales subvencionadas que figuran en los presupuestos de la Ciudad de este año.
Desde nuestro punto de vista, es necesario abordar una profunda reforma de la política cultural en Ceuta. El gobierno de la Ciudad debería anteponer la educación, fomentar el autodesarrollo de los ciudadanos, su gusto y afición por el arte y la belleza, apoyar e impulsar el estudio y la investigación y, por encima de todo, atender la conservación e incremento del patrimonio. Esto no es incompatible, como bien señala Fumaroli, con una buena vulgarización de la cultura. Pero en lo que no podemos caer es la “actomanía” que tan duramente criticó el escritor Rafael Sánchez Ferlosio en el célebre artículo titulado “la cultura, ese invento del gobierno” que fue publicado en “El País” en el año 1984. Una pasión “por los actos, culturales o no” influenciado por “el espíritu de la publicidad”, cuya motivación principal no es otra que “el meritoriaje burocrático, puesto que el número y el brillo de los actos celebrados es siempre un tanto de valor visible y sólido en la columna del haber para el currículo de cualquier burócrata”.
Contamos en Ceuta con un lujoso auditorio y pronto dispondremos de una nueva biblioteca, pero nos falta lo principal: espectadores instruidos y verdaderos lectores. Sin ambos ingredientes nuestro teatro se llenará de esnobs y nuestra biblioteca de “leedores”, en vez de lectores.  Uno de los principales males de nuestro tiempo es la absurda creencia de que la simple construcción de equipamientos culturales conlleva la automática elevación del nivel cultural de los ciudadanos. Ojala fuera tan fácil. Conseguir ciudadanos ilustrados requiere tiempo y esfuerzo, sobre todo personal. Pretender alcanzar este objetivo desde la administración además de constituir un ejercicio estéril no deja de ser un mero mecanismo de propaganda, publicidad y vano espectáculo.

Entradas recientes

Ceuta recibe con los brazos abiertos la Navidad

Ceuta ha recibido con los brazos abiertos la Navidad. Este sábado se ha llevado a…

23/11/2024

Primera derrota del Ceuta B en liga (2-1)

El Ceuta B encaraba la jornada 12 de la liga ante el líder Puente Genil…

23/11/2024

Jornada agridulce para el balonmano ceutí

Nueva jornada agridulce para el balonmano ceutí con la victoria del BM Estudiantes y las…

23/11/2024

El “mercadeo” de medallas en la Guardia Civil y Aldama

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), con representación en Ceuta, ha mostrado su preocupación…

23/11/2024

El CD UCIDCE visita este domingo al Betis B

El CD UCIDCE tiene un difícil compromiso este domingo en la ciudad deportiva Fernando Gordillo…

23/11/2024

Militares ceutíes, a una misión europea de apoyo a Ucrania

El acuartelamiento Coronel Galindo, sede del Regimiento de Caballería Montesa número 3, fue el escenario…

23/11/2024