Además de la prensa convencional, suelo leer otro tipo de diarios. Uno de ellos es nuevatribuna.es, al que se accede libremente por la red.
El pasado viernes, 2 de enero, entre las noticias más leídas de 2014 aparecía la entrevista que el periodista Orencio Osuna le hizo el 14 de septiembre a Pablo Iglesias (el actual), dirigente de la coalición Podemos. Es tremendamente didáctica y de total actualidad, pues describe con perfecta nitidez la situación económica y política nacional e internacional. Pero lo más valioso de la misma, bajo mi punto de vista, es el certero diagnóstico que hace de la crisis por la que atraviesa la denominada “izquierda política y sociológica”.
Catarsis colectiva. Recuerdo la época en la que uno de los hermanos del todo poderoso Alfonso Guerra, hacía de las suyas en Andalucía. Se trataba de Juan Guerra, juzgado y condenado por cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones. Fue entonces cuando alguien decidió aplicar la “teoría del ventilador”, para que la “mierda” saliera y le tocara a cada uno su parte. Desde entonces son incontables los casos de corrupción de los gobiernos y partidos de todo signo. Sólo es necesario teclear “corrupción en España” en algún buscador de internet y saltan los casos más sonados, incluso de la época del franquismo. Sin embargo, catarsis, lo que se dice catarsis, en el sentido de purificación, considero que no la ha habido hasta ahora. A lo más que se había llegado es a tapar las corruptelas de unos con las de otros. Han tenido que sucederse las mareas ciudadanas de indignación, y combinarse con la acción de determinados Jueces honestos, para que la cosa empiece a cambiar. Y esta especie de catarsis colectiva también ha llegado a la política de la mano de Podemos. Su principal virtud es haber sabido canalizar esta ola de indignación y darle forma política. Pero además, lo están haciendo con inteligencia y humildad. Esta es la razón de su subida en las encuestas, que lo hace a la par que crece el nerviosismo de los grandes partidos.
Fracaso de la izquierda tradicional. La izquierda tradicional ha de hacer una profunda autocrítica. “El propio fenómeno Podemos es el resultado del fracaso de la izquierda tradicional”. El análisis de la realidad implica desplazar los escenarios del enfrentamiento político a marcos y lógicas distintas del 78. Ahora no se trata tanto de una lucha Izquierda/derecha. La mayoría social de ahora exige derechos sociales, que no haya corrupción, que los privilegios de la clase económica dirigente no sean tan injustos. La socialdemocracia y los partidos comunistas tradicionales han dejado de tener espacio en una situación gobernada por el neoliberalismo, que ellos mismos han de hacer posible. No hay margen de maniobra dentro de este sistema para las izquierdas tradicionales. Las nociones tradicionales de izquierda/derecha no sirven para expresar el conflicto que enfrenta a la mayoría social con las élites económicas. Las transformaciones en términos de redistribución de la riqueza y justicia social que han llegado a muchos países en el mundo, no se pueden entender en términos de izquierda/derecha. “A determinadas izquierdas les hace muy feliz ser una minoría antes que afrontar contradicciones políticas”. O en otros términos. “Contra franco vivíamos mejor”.
Crisis del régimen del 78. El régimen que se construyó en el 78 hace aguas por todas partes. Se necesita una estructura territorial del Estado diferente, un blindaje de los derechos sociales, una ley electoral diferente. Y todo esto necesita un proceso constituyente en el que todas las fuerzas sociales tengan la oportunidad de expresarse. A pesar de las contradicciones que ello genere. Y para ello es preciso un cambio en la estructura de poder político. Que se acabe de una vez con el bipartidismo que se instaló entonces.
Crisis económica. La actual crisis está revelando lo que los marxistas tradicionales ya conocían: “que las crisis son consustanciales al capitalismo como proceso de acumulación”. Y esto lo saben bien los propios capitalistas. Cuando Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del planeta, hablan de luchas de clases, todo el mundo le presta atención. Sobre todo cuando explica que, de momento, son ellos los que van ganando. Sin embargo, cuando se expresa en estos términos alguien de la izquierda, se le tacha de trasnochado, de “marxista”, en tono despectivo. Sin embargo, la lucha de clases es una realidad, que estamos sufriendo especialmente con la última crisis cíclica del capitalismo.
Europa. Nuestros principales adversarios en la construcción de Europa es la extrema derecha. Ellos son los que apelan a volver a las soberanías nacionales. Los que se oponen a la inmigración. A los derechos sociales. Si creemos en Europa, es imprescindible que se le dote de recursos militares propios y de una política exterior independiente.
Es decir, no se trata de una formación política de irresponsables, ni de gente poco preparada. A pesar de que muchos de los que no pudieron hacer el “agosto” en otras formaciones tradicionales, se hayan incorporado ahí para venderse como los “salvadores”. Entiendo que es un fenómeno político y social muy interesante, de cuya evolución deberemos estar muy pendientes a partir del nuevo año en el que nos adentramos.