Mustafa cruza la frontera cada mañana desde Marruecos hasta los polígonos del Tarajal. Se dedica a la alimentación y a la mercancía que haya acordado con algún empresario o que pueda vender al otro lado de la frontera.
La semana pasada portaba en su vehículo varios cientos de paquetes de frutos secos y de legumbres cuando la Guardia Civil le dio el alto a su regreso al país vecino.
Los agentes, tras pedirle la documentación e inspeccionar el coche, procedieron a requisarle los productos y levantaron un acta por “exportar mercancías de lícito comercio sin presentarlas para su despacho en las oficinas de aduanas o en los lugares habilitados por la Administración aduanera”. Los guardias solicitaron al marroquí el documento de declaración de exportación expedido por la autoridad aduanera –Documento Único Administrativo (DUA)– y le notificaron que estos hechos constituyen una infracción administrativa por “contrabando”.
Una aplicación de la normativa ya existente, pero ejecutada de forma más estricta ante la apertura del nuevo paso Tarajal II con el fin de paliar el comercio caótico que, hasta el momento, impera en la zona. Por su parte, los comerciantes de los polígonos y su entorno interpretan la petición del DUA como una “traba más” al desarrollo de su actividad.
Una furgoneta blanca, conducida por la Guardia Civil, se encarga de transportar los bultos y otros efectos requisados hasta las instalaciones a disposición de la Agencia Tributaria para su almacenamiento ya que estos casos se cuentan a diario por decenas. Una conservación que, en caso de productos perecederos transitados de forma irregular, pueden acabar en los bancos de alimentos para que esa mercancía no se pierda si finalmente nadie la reclama.
El objetivo, explicaron fuentes próximas a la Agencia Tributaria, consiste en evitar que los transeúntes intenten ‘colocar’ por el paso fronterizo del Tarajal la misma mercancía que, por diversas razones, entre otras el cierre del puente a las 13.00 horas, tienen vetado cruzar por el Biutz, el paso habilitado a tal efecto. Unos controles que pueden molestar, reconocieron los organismos competentes, pero que son de obligado cumplimiento por motivos de seguridad y en materia fiscal.
No obstante, recordó el Instituto Armado, aunque el comprador disponga del DUA, el Tarajal bajo ningún concepto es frontera comercial y el único paso habilitado para bultos de mayores dimensiones es el Biutz. Asimismo, continuó, sus agentes podrán retirar la mercancía en caso de alteración del orden o desobediencia, que pasará a disposición de Aduanas.
Los empresarios que venden esa mercancía forman la otra parte afectada por este refuerzo de las inspecciones, cuyo comienzo consideran que coincide con el despliegue de la Guardia Civil en la entrada de vehículos, es decir, en el exterior de la primera verja de acceso a la frontera. “Nunca había pasado antes. Ocurre desde hace unas dos semanas”, aseguraron.
Comerciantes del Tarajal y de otras áreas comerciales que mantienen contacto con clientes marroquíes desconocen por qué Aduanas exige ahora a los compradores que acrediten el DUA. “Cuando traemos la mercancía a Ceuta, el comerciante necesita este documento para pagar el IPSI correspondiente, es decir, que cuando vendemos la mercancía en nuestros establecimientos, ésta ya ha pagado sus impuestos y es de tráfico legal”, argumentaron. “Las autoridades pueden pedirle el DUA al empresario pero al cliente, como máximo, le pueden reclamar una factura o ticket que acredite la compra”, añadió el mismo colectivo.
A las barreras físicas al comercio que los empresarios ya denunciaron de forma pública, las cuales se traducen en la prohibición de entrada a clientes e incluso trabajadores a los polígonos del Tarajal por parte de la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP), ahora protestan por otras de “carácter administrativo” por la exigencia del DUA a los marroquíes que cruzan la frontera del Tarajal con mercancía adquirida en sus establecimientos; “están estrangulando al comercio local”.
El caso opuesto al de Mustafa, que transportaba frutos secos y legumbres en su coche, pudo verse este lunes en las movilizaciones por el derribo de la escalera del Tarajal. Una marroquí que había adquirido algunos pares de calcetines y de zapatillas de estar por casa, todos los productos para uso exclusivamente familiar, se encontró con la negativa de la Guardia Civil al cruzar el paso fronterizo como peatón. “Me dicen que tengo que pasarlo por el Biutz, pero no es un bulto, es una bolsa de mano que llevo a mi domicilio. Así van a conseguir que la próxima vez me piense si merece la pena venir a comprar a Ceuta”, comentó esta marroquí.
La claves
Aparcamientos
Escasez de plazas para empresarios y clientes
Los empresarios solicitaron en diversas ocasiones la dotación de plazas en el entorno de los polígonos. La Chimenea proyecta destinar la explanada frente al Biutz, cuando se cierre, a este fin.
Naves pirata
Solicitan la inspección de las licencias de apertura
Las denominadas consignas, donde se guardan los bultos de origen desconocido, constituyen uno de los principales motivos de indignación de los comerciantes.
Horario
Confían en que Tarajal II pase más horas abierto
El colectivo siempre ha considerado insuficiente que el puente del Biutz esté abierto de 8.00 a 13.00 horas y solicita que se amplíe como ocurre en la ciudad autónoma de Melilla.
Multas
Sanciones “injustas” por carga y descarga en la nave
Según los comerciantes, la Policía Local ha multado, “de forma injusta”, a varios comerciantes por esta actividad por ocupar la puerta de sus negocios con furgonetas.
Limpieza
Protestan porque pagan tasas pero sigue “sucio”
Propietarios y arrendatarios de los establecimientos en los cuatro polígonos sostienen que se incumplen los acuerdos en materia de limpieza adquiridos con la Administración.
Clientes
Critican que el control de la Policía les niega el paso
Desde las naves se quejan de que los filtros que establece el Cuerpo Nacional deniegan la entrada a los clientes e incluso si van acompañados de los empresarios.
Agentes de la UIP reconocen que intentan sobornarles
Los policías nacionales que han prestado servicio en los pasos para porteadores en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla conocen la idiosincrasia de los polígonos del Tarajal y, en concreto, del puente del Biutz. La dificultad de los accesos, a la que la Delegación del Gobierno confía poner remedio con la apertura del nuevo acceso bautizado como Tarajal II, es una de las señas de identidad de este recinto en el que los agentes intentan conjugar la seguridad con la actividad comercial que se desarrolla en las naves.
Los grupos de la Unidad de Intervención Policial (UIP), procedentes de distintos puntos de la península son los que se encargan de garantizar que la jornada transcurra con normalidad mediante la organización de las filas o socorriendo a las porteadoras que puedan quedar atrapadas en las avalanchas o asfixiadas por las cuerdas con las que se endosan la mercancía a su cuerpo.
En este trasiego de cientos de porteadores, problemas de infraestructuras agravados con la desaparición de las escaleras que permitían el acceso al Tarajal por la Zona I y II y las quejas de la Comunidad de Propietarios, llama la atención la figura del denominado colaborador, marroquíes que oficialmente se encargan de poner y quitar las vallas para las filas de porteadoras. Sin embargo, realizan otras funciones para la Policía Nacional como la de intérprete, una concesión que les ha llevado a hacerse con el control en los accesos, según las denuncias de los empresarios.
Los agentes de la UIP reconocieron que estos ‘plantos’ o cooperadores les ofrecen “de todo” en el entorno del Biutz, un soborno que, como dijeron a este periódico, evidentemente declinan. En 2009, varios policías nacionales dejaron constancia de los presuntos intentos de soborno en el Biutz para facilitar el pase de mercancías en un informe interno, como publicó este periódico. En aquel momento, algunos agentes del Cuerpo habrían sido abordados por porteadores y porteadoras que les ofrecían dinero y sexo a cambio de que hicieran “la vista gorda”. A raíz de esta denuncia, la Jefatura Superior de Ceuta abrió una investigación para esclarecer aquellos hechos.
El Tarajal aporta casi la mitad del IPSI
La Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE) calcula que los cuatro polígonos del Tarajal aportan casi la mitad de la recaudación por IPSI de la Ciudad Autónoma, según el informe que elaboró hace dos meses con el fin de evaluar su impacto económico en la ciudad.
Este estudio concluye que las 260 naves generan cerca de 15 millones de euros anuales en IPSI, mientras que el total en Ceuta supera los 30, comunicó este órgano de representación del empresariado ceutí. No obstante, continuó, producen otros ingresos indirectos a las arcas públicas derivados de las asesorías, servicios financieros o el pago de las tasas de limpieza, entre otros.
El compromiso de la CECE con los propietarios y arrendatarios del Tarajal se materializó la semana pasada cuando Rafael Montero Ávalos, su presidente, asistió junto a Alejandro Ramírez, secretario general de esta entidad, a la reunión de urgencia que mantuvieron por el malestar generalizado ante meses de caídas en las ventas. Un descenso que algunos comerciantes sitúan entre el 70 y el 80 por ciento.
Los comerciantes del Tarajal consultados por este periódico lamentaron que ambas administraciones les conciban como un elemento “hostigante”, es decir, que solo dan problemas a la Ciudad Autónoma y a la Delegación del Gobierno por unas reivindicaciones que, aseguraron, nunca reciben respuesta. “Esto es un acoso y derribo al comercio”, sentenciaron.
Una parte del colectivo sostiene que si la situación persiste y su figura “no da a lugar en el tejido comercial ceutí”, la Administración debería plantearse la condonación del IPSI de la mercancía sin vender, además de facilitar una plataforma logística para la devolución de la mercancía que tienen en stock ante la imposibilidad de darle salida.
Asimismo, ante las “barreras administrativas” para el desarrollo de su actividad, algunos empresarios piensan que están en posición de solicitar una “indemnización por la merma en su actividad”.
Del fiasco de la ‘Operación Pacota’ al orden en el paso
La Guardia Civil no pasa ni una. Se afana en el decomiso de mercancía que intenta salir por el Tarajal después del horario del Biutz. Para, registra y decomisa. Pero esta vez lo hace con papeles, con el respaldo de Aduanas, cumpliendo unas órdenes que han escarmentado del gran fiasco que protagonizó este Cuerpo de la mano de la Delegación del Gobierno en el año 2004 gracias a la mal gestada y parida ‘Operación Pacota’. Aquello se vendió como el gran golpe policial al contrabando, con 66 detenidos (entre ellos empresarios y porteadores) y gran cantidad de mercancía intervenida. Media Comandancia implicada en atender las directrices del que fuera delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto. Al final tuvo que venir la justicia, y en concreto el magistrado del número 2, a pararles los pies, ordenando el archivo del caso abierto e instando a la Administración a que devolviera lo quitado y subsanara el desaguisado. La Benemérita consideraba que esa mercancía formaba parte de unas relaciones comerciales basadas en el contrabando y por lo tanto se estaba permitiendo una acción comercial ilegal. El juez no lo vio así, echando un jarro de agua fría sobre todo el planeamiento que se había dibujado en los despachos.
La ordenación del comercio del Tarajal siempre ha sido una obsesión para los políticos. Lo ha sido porque tienen que bailar con las presiones de Marruecos y la necesaria garantía de la seguridad en la zona, sin perder de vista que en ese pulmón que ahora enferma se mueve tanta cantidad de mercancía que resulta clave para la inyección económica de la que se nutren las arcas municipales.
De la ‘Pacota’ se ha aprendido porque la Benemérita actúa respaldada, mientras en la Delegación del Gobierno se busca reordenar la zona ante la apertura, en 2014, del ‘Tarajal II’. Es tal el grado de control que se ha pasado de una frontera caótica a un blindaje que deja incongruencias diarias, con guardias civiles que registran mochilas, que miran el interior de bolsas portadas en la mano por marroquíes que regresan de trabajar en Ceuta con compras domésticas y que requisan hasta dos bolsas de pañales. En la frontera no haymedidas,nicontrolniexplicaciónquevalga.