La embajada americana en Madrid contactó el martes con el armador del Katrine Krog, Derival Prosnel, con el objetivo de presionarles y requerirle una solución al problema del buque mercante con seis ciudadanos estadounidenses a bordo, según fueron informados los miembros de la tripulación el pasado martes.
Sin embargo, en teoría el armador iba a hacer llegar el dinero de los sueldos el miércoles, algo que no sucedió, puesto que ayer no recibieron comunicación alguna. “Ya no creemos nada de él”, es la cantinela que dan continuamente.
Mientras tanto, y si el armador no cumple con la palabra que reiteradamente cambia y excusa, quedan dos opciones. La primera, que el mal tiempo les eche una mano. Hoy, el Estrecho de Gibraltar permanece en alerta naranja por vientos y si éstos pudieran poner en peligro la integridad de la tripulación, capitanía marítima tendría que ordenar introducir el mercante en el puerto.
A lo peor, cuando el combustible que ahora sólo usan para generar electricidad se acabe, habrá que tomar la misma decisión. Algo que sucederá dentro de unos diez días, aproximadamente. Atracar en alguno de los diques permitiría a la tripulación más facilidades legales para abandonar el barco y volver a casa, aunque complicaría de igual modo que la tripulación cobrara el salario que les deben, casi dos meses a dos mil dólares americanos por mes.
Según la versión del armador que dio ayer mismo, “todas las consignatarias de Ceuta se han negado porque les parecía mucho problema, pero el dinero estaba”.
Así que dice, ahora ha contratado una agencia británica para que realicen las operaciones en Gibraltar. “Repostarán 67 toneladas de fuel, y 50 toneladas de agua fresca, además de víveres. La operación costará 56.000 dólares que ya he enviado y llegarán, y también he pagado los sueldos a las familias vía Western Union”, insistió ayer. Pero sin pruebas ni resguardos que avalen sus palabras.
“Yo sólo vi unas manchas, pero después, mirando, distinguimos la virgen"
Estuvieron un mes entero en el puerto de Marstal, una ciudad con menos de 3.000 habitantes, dond tenían poco que hacer mientras se arreglaba el pago del barco que iba a cambiar de propietario. En Ceuta llevan ya tres semanas (las cumplieron ayer a las cuatro de la tarde). Agradecen la ayuda recibida, pero no pueden encontrarse bien. “Estamos ya desesperados”, aseguraba ayer Omar Peña. Aún sin una salida clara, recuerdan varias historias. Entre ellas la de La Virgen que encontraron en aquel pueblo danés.
“Yo estaba paseando en aquel entonces, cogiendo unas piedras de recuerdo. Ésta me llamó la atención por sus colores y sus manchas”, recuerda Omar Peña. Después, guardaron bien las piedras y fue un tiempo después cuando Jorge Mejía se lo comentó: “Mira, ¿eso no es como una persona?”.
En efecto, las muescas de la piedra dibujaban algo así como una persona. “Yo creo que es una Virgen, por eso que hay alrededor, como un aura”, opinó y opina Peña. Y ahí se quedó, la Virgen, la misma que menciona el timonel del Katrine Krog, Jorge Mejía, en su entrada del jueves 9 de diciembre, cuando ya estaba en Ceuta más de una semana: “Ahora creo que fue nuestra Virgen que nos trajo a este pueblo tan bondadoso. La virgencita se la encontró mi compañero Omar en Marstal, él la tiene incrustada en una piedra que encontró allí”, escribe.
Es el amuleto de la suerte que han encontrado, y una de las pocas cosas que les ayuda a mantenerse activos, porque la pesca es algo más complicado: a pesar de que les han prestado anzuelos para pescar, sin algo que sirva de alimento para que piquen los peces no parece tarea fácil. Por lo menos, han conseguido pescar algo, un pez “que estaba bien carnoso”.
“Se armó la sanpablera”
Sólo la radio les acompaña, con la que sintonizan las emisoras locales de la Ciudad. “El otro día nos hicieron una entrevista en la radio y la escuchamos”, recordaba Mejía. Pero saben que han aparecido en primera página de El Nuevo Herald, periódico de Miami, donde varios de ellos y sus familias residen.
También se vuelca la gente en las redes sociales. “Venga, ánimo, se armó un polvorín con todas las publicaciones que se están llegando casi a nivel internacional. Como decimos nosotros, se armó la sanpablera”. Era el mensaje de texto que había viajado miles de kilómetros, desde Venezuela, donde vive César Ignacio Peña. Allí se han difundido vídeos, noticias, todo ello utilizando redes sociales como Facebook, y ha sido posible conocer la realidad para buena parte de sus conciudadanos. Incluso el mismo César Peña escribió una carta al perfil de Juan vivas de esta red social. Unas familias que tienen noticias de ellos gracias a este movimiento y a las llamadas que realizan al móvil de la tripulación, así como los mensajes que les envían con el fin de darles ánimos.
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