Ya se fue el puente, al menos para los afortunados que pudieron disfrutar de él. El resto nos conformamos con dos días de descanso en mitad de la semana, que tampoco está mal. Son unas fechas aprovechadas por muchos para viajar, ya sea por España o al extranjero. Unos disfrutaron y otros no tanto, pues sin duda, la noticia de este puente ha sido el abandono masivo por parte de unos 442 controladores aéreos de su puesto de trabajo.
Estos señores provocaron el colapso del espacio aéreo, perjudicando así a miles de ciudadanos, y el decreto del estado de alarma por parte del Gobierno. Esto a mí me sonó muy fuerte, pero una vez analizada la situación, creo que la decisión fue acertada.
Tras el salto al debate político, el PP ha apoyado al Gobierno en la decisión, aunque pide explicaciones. Actitud normal de una oposición, y ya me gustaría que fuera similar en otros tema.
Pero claro, todo no podía ser bueno, y los populares, junto con su maquinaria mediática, se han encargado de instalar en la opinión pública la sensación de que el decreto que el Gobierno sacó antes del puente forzó demasiado la situación y provocó la huelga masiva, pero la realidad es bien diferente.
El dos de diciembre, 10 de 28 controladores dejan de trabajar en Galicia. El motivo es que, según ellos, ya habían superado el número de horas trabajadas que marca la Ley. La Unión Sindical de Controladores Aéreos anticipó más problemas. Sin embargo, AENA consideraba que las horas no eran superadas ni de cerca, y que no se contabilizaba de forma correcta.
Al parecer, los señores controladores contaban como horas trabajadas hasta las horas de negociación sindical, todo un prodigio.
El problema asomaba, y Fomento tuvo conocimiento de que unos 300 controladores podían seguir el mismo camino en toda España. Ese es el motivo de que el Ministerio, para intentar frenar lo que luego ocurrió, sacara deprisa un Real Decreto que aclarara el método para contar las horas de actividad aeronáutica. Así que son los controladores los que provocaron la acción del Gobierno y no al revés.
Todo lo demás es intentar confundir. El Real Decreto se impulsa porque la situación era insostenible, y siendo cierto que no evitó el problema, tampoco lo provocó.
Hay que valorar la rapidez con la que se actuó, y por supuesto la valentía, pues este Gobierno se ha atrevido a “tocar” a un colectivo lleno de privilegios que hasta ahora parecía poder con todo.
Estos señores desafiaron al Estado de derecho, y eso no se puede consentir.