La mezquindad en política es algo que, tristemente, tenemos asumido todos los ciudadanos. A golpe de mangoneo, entendemos que es normal que condenen a todo un presidente autonómico por corrupción, o sea, por llevárselo calentito a su casa mientras alardea de transparencia, decoro, honestidad y no sé cuántas sandeces más. Resulta curioso cómo la clase política se dibuja una coraza y se construye un mundo virtual en el que parece que esto no existe. Se ven rodeados de la misma mierda teñida de corruptelas que ellos han maquinado y se asustan e indignan cuando salen a la luz pública irregularidades. Se preguntarán ustedes que qué tiene que ver esto con el titular de la columna. No sé, ha sido una mera reflexión tras leer la pregunta que se hacía Pedro Gordillo tras el encontronazo mantenido en la sede de Ainara. “¿Dónde está la transparencia y el proceso democrático que debería brillar en el Partido Popular?”. Esto es lo que se pregunta Pedro. Lo que ya no sé si se lo pregunta él en plan retórico, si se lo pregunta a determinados grupos del partido o se lo dirige a la ciudadanía. No creo que la respuesta sea la última. Porque a la ciudadanía, a estas alturas de la película, ya no se le puede hablar ni de transparencia ni de democracia. No ya en el seno del PP, sino en el resto de la política en general. Y no se lleven las manos a la cabeza, ni don Pedro se haga esas preguntas maliciosas, porque en la época del GIL (el auténtico no la pseudotransformación que todavía se enrosca y trepa por Ainara) no se las hacía, ni hablaba de democracia ni de transparecencia en un partido que se dedicaba a hacer negociaciones... dejémoslas en singulares, por no usar otros calificativos.
Ya en su día contaba que temía que el congreso popular terminara judicializándose. Ya, de entrada, tenemos las primeras denuncias a nivel de partido, después de que se hayan trasladado a Madrid esas supuestas irregularidades que ayer contaba en su crónica de última hora Luis Aznar. ¿Vendrán las otras... o las cortarán desde Génova? En este camino quedan muchas historias y sobre todo demasiadas rencillas entre los que eran fieles a Gordillo (entre ellos su propio delfín y su propia ahijada que él mismo creó para hundir a Regina Pizones... y ya ha llovido desde entonces) que ahora se intentan abrir camino para seguir asomando la cabeza de un partido al que le quedan más episodios por narrar. ¿De qué tipo? Eso nos lo contarán.