Estupefacción y arcadas son las sensaciones que impregnan a cualquier persona de bien en su intento de digerir declaraciones, artículos y proclamas al sol que atacan, insultan y denigran a los españoles que profesan la religión musulmana. La educación, y sobre todo las buenas formas son las líneas que van a enmarcar esta contestación cargada, por el contrario, de gran dósis de indignación y tristeza. Los discursos que incitan al odio, denigrando y humillando a una parte de la población jamás pueden ni deben estar mimetizados tras la cortina de la libertad de expresión ni tan siquiera secundados por acción u omisión por aquellos que representan, viven o creen en los pilares básicos de un estado de Derecho.
Existe un tipo de persona que en público reprueba con la boca pequeña este tipo de discursos y luego en privado, aplaude, alienta y hasta jalean (algunos tras el anonimato de una pantalla) los vómitos de odio que tanto daño hacen. Existen ‘Señores y Señoras’ que, casualmente y ante la perplejidad de propios y extraños, son líderes de formaciones que se les presupone acatamiento y respeto a los valores constitucionales y desintegran el artículo 14 de nuestra Carta Magna diluyéndolo en discursos xenófobos que incitan al odio y a la confrontación social .
El reconocimiento de la Pluralidad Política y LA MULTICULTURALIDAD de los pueblos de España y Europa deben ser principios y fundamentos básicos y que algunas formaciones políticas han mutado transformándolos en bilis de odio e intolerancia que regurgitan con publicidad y alevosía. Seguramente, estos captadores de votos cuando sacan a pasear sus lenguas en campaña electoral tan solo reflexionan en términos de papeletas y sueñan con una catapulta para tener altavoz en la Asamblea para sus discursos retrógrados e insultantes.
La demagogia del discurso es tan contagiosa que otras formaciones políticas se han sumado al juego de mostrar quien la tiene más larga ( la lengua extremista y xenófoba). A tal punto llega la esquizofrenia y manía persecutoria en sus excesos verbales que la pluralidad y la diversidad se convierten en amenaza de su anhelado espacio dominante. Y como ejemplo de ello es que nuestra candidata de Unidas Podemos al Congreso, mujer, musulmana y con hiyab ha sido objeto de críticas y mofas simplemente por llevar una prenda que cubre su cabeza pero no sus férreos ideales de justicia e igualdad.
Causa estupor y tristeza ver como algunos, enfundados en su traje de salvadores de la patria, critican a una mujer por su apariencia y no por el programa político que representa y defiende. Ceuta es una ciudad basada en una sociedad cuyos valores son la convivencia y la cohesión social. Intentar fracturar lo que se ha alcanzado es el objetivo de “partidos ambulantes” que solo buscan vociferar para vender discursos de mercadillo a bajo precio moral. Mientras unos mercadean con sus discursos demagogos, otros y otras nos dedicamos, desde Unidas Podemos, a intentar trabajar con inteligencia por la sociedad ceutí en general sea de la condición social que sea. Decía Miguel de Unamuno que “Lo que los fascistas odian es la inteligencia”.