En gran medida, y a la vista de los acontecimientos, la política parece ser más el arte de corromperse que cualquier otra cosa. Muchos políticos se encuentran tan por encima del bien y del mal que se creen hasta sus propias mentiras. Aunque estén corrompidos piensan que son honrados, que son gente decente. Es tal el delirio mental de algunos que creen que las leyes son para que las cumplan los demás. Al ser elegidos por el pueblo, no ellos, los partidos a los que representan, deben de pensar que son unos iluminados y que todo está justificado. En política parece valer todo. Que le dan tal o cual contrato al íntimo amigo o al familiar. No pasa nada, ellos lo valen. Que luego les gratifican por haber sido adjudicatarios de dicho contrato. Eso no es corrupción, eso es valía personal para hacer las cosas bien hechas.
La dualidad que constantemente dirige la vida de bastantes políticos es una demencia a la que están expuestos día y noche. Dicha demencia, un día les puede pasar factura y más de uno acabará entre rejas o teniendo que pasar una rachita tomando medicación para recuperar la cordura. La doble personalidad, y también el tener la mano larga, juega esas malas pasadas.
No hay que dejar de mencionar que quién parece que mueve los hilos de la política son los grandes empresarios desde sus despachos. ¿Quiénes financian campañas políticas? ¿No serán los empresarios que después se llevan los mejores contratos, los más suculentos? ¿No serán algunos empresarios de dudosa reputación?
Los primeros que dan saltos de alegría con las manos en alto cuando terminan las elecciones son los empresarios afines al partido ganador. Por algo será.
Hay miles de familias que lo están pasando mal porque no tienen ni una vivienda digna donde vivir. Los desahucios están a la orden del día. Miles de familias ven como todos sus miembros están parados y no tienen ni para pagar la hipoteca, luz, agua... Habiendo este panorama nos encontramos con que tenemos políticos que cobran un sueldo totalmente desorbitado para lo que hacen. Que no renuncian a sus privilegios y tienen coches oficiales y escoltas que los acompañan a cualquier sitio que vayan, aunque su destino tenga poco o nada que ver con su condición de político. De pena.
A los jueces de la Audiencia Nacional les quitaron escolta y coche oficial. De nada valió las advertencias de que no era conveniente retirar los escoltas a jueces que llevan casos de crimen organizado relacionados con grandes bandas dedicadas al narcotráfico, blanqueo de dinero, terrorismo, etc. Aquí perdimos todos. ¿Si no protegemos a los jueces para que puedan hacer su trabajo con garantías, quienes ganan?, ¿los malos? Así las cosas, tenemos jueces sin escoltas ni coches oficiales y políticos que viven a 100 metros de sus despachos con coches oficiales, escoltas y todo tipo de privilegios. Y lo mejor de todo: nos venden que son solidarios con el pueblo y que gobiernan para todos. No se lo creen ni ellos.
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