Fue el psiquiatra Wilhelm Reich, el gran pope del marxismo freudiano, quien sostenía que la sexualización de los niños derrumbaría la construcción de la «sociedad burguesa». Y eso es lo que está haciendo el adoctrinamiento sexual desde la más tierna infancia: minar los cimientos no ya de la sociedad, sino de la civilización y esto lo podemos ver en dos noticias de actualidad.
La primera, en la que un profesor de un colegio de Oxfordshire, Inglaterra, ha sido suspendido de su empleo por una desafortunada equivocación. Cuando quiso felicitar a un grupo de alumnos por su buen trabajo, en el que todas eran chicas excepto un niño transexual, se dirigió a ellos como “chicas, bien hecho”. A pesar de que el alumno le corrigió y el maestro pidió disculpas de inmediato, se enfrenta a un posible despido.
Y la segunda, en la que el Servicio de Educación Católica de Gran Bretaña ha solicitado a las escuelas católicas que supriman los términos “padre” y “madre” de los formularios de admisión, después de dictaminar que esos términos podrían ser ofensivos.
Manipular a los niños y suplantar a los padres se ha convertido en objetivo de los gobiernos. Desde el evidente signo de analfabetismo del lenguaje sexista impuesto, hasta la matraca diaria con el adoctrinamiento de lo políticamente correcto, nuestros políticos pretenden manipular a nuestros hijos. Menos mal que todavía existen maestros y profesores que resisten numantinamente y no se dejan embaucar.
A un niño, no se le puede hacer faena mayor que destruir su inocencia. La inocencia es prácticamente la definición de infancia. Sin embargo, los gobiernos insisten en suplantar a los padres vinculados a nuestros hijos por el amor y con una responsabilidad permanente, y por tanto, obligados a la educación moral de los hijos, que se establece como un derecho humano inalienable. Hasta eso pretenden robarnos.
Lo advierte la socióloga alemana Gabriele Kuby en el libro La revolución sexual global . Lo que pretenden Naciones Unidas y la Unión Europea, explica Kuby, es disolver la autoridad paterna y sexualizar la infancia.
Cita a Sigmund Freud, cuando decía que la actividad sexual temprana en los niños dificulta su educación; y a un estudio de la Universidad de Harvard que muestra que la identidad de género incierta en niños menores de once años aumenta la probabilidad de abuso sexual, físico y maltrato psicológico y desórdenes por estrés traumático para siempre.
El estado de bienestar –el gran logro de la Europa de la posguerra- se agrieta por la ruptura de la familia, la generalización de trastornos psicológicos, la propagación de enfermedades de transmisión sexual, y el asesinato de millones de niños por nacer. Alarmas que señalan que la sociedad está en declive.
Como decía Unamuno, “hay que castellanizar Europa”. Sobre España pesa una leyenda negra, injusta y falaz, como país retrasado. Sin embargo, los hechos demuestran que somos uno de los países más avanzados, democráticos y tolerantes del mundo.
Sería mejor no imitar en las estupideces al resto, mucho menos a la decadente pérfida Albión.
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