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La cuadratura del círculo

Desde la antigüedad clásica se ha intentado resolver el problema de la cuadratura del círculo. De lo que se trataba era de conseguir encontrar un círculo y un cuadrado de igual área, utilizando sólo regla y compás. Hace más de un siglo, el matemático alemán Lindemann demostró científicamente que esto no era posible.   A partir de ese momento la frase quedó para describir situaciones en las que se intenta resolver problemas complicados. Pero si la solución se antoja imposible, seguir queriendo cuadrar el círculo, se convierte en algo sólo propio de zoquetes. Esto es justamente a lo que se está viendo forzada la Universidad de Granada con los estudios que imparte en Ceuta, como consecuencia de la presión financiera de la Junta de Andalucía y del Gobierno central, que no quieren enterarse de que nuestras circunstancias son distintas.
El problema surge como consecuencia de la implantación de las nuevas titulaciones de Grado. A partir de la entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior, desaparecen las titulaciones medias de 3 años y las licenciaturas de 5 años, para quedarse todas convertidas en titulaciones de 4 años. En los Campus de Granada capital ha habido una compensación entre titulaciones, pues había de 5 y de 3 años. El profesorado ha seguido siendo más o menos “suficiente” (salvo excepciones) para cubrir toda la carga docente. Pero en Ceuta, se trata de poner en marcha un año más de estudios universitarios en las más importantes especialidades. Cierto es que desaparecen la mayoría de especialidades de Magisterio y la Licenciatura de Psicopedagogía. Por tanto, ahí no va a ser tan acusada la carga docente. Pero se crea el Grado en Educación Social, de bastante aceptación; y los estudios de Ingeniería Informática y de Administración de empresas, se convierten en grados, con un nivel aceptable de alumnos. Y esto último no se puede realizar a coste cero.  
No hace falta hacer muchos números para darse cuenta de que si el profesorado que había estaba calculado para impartir enseñanzas en titulaciones de 3 años, al poner en marcha un año más se necesitan más docentes. Por tanto, o contratas a nuevos profesores, o aumentas la carga docente de los actuales, previa reconversión de sus contratos. En ambos casos, esto supone un coste económico que debería sufragar el Gobierno central, que es de quien dependen las enseñanzas superiores en Ceuta, aunque sean impartidas, en este caso, por una universidad andaluza.  Lo contrario es forzar a la Junta de Andalucía a que asuma una responsabilidad que no le corresponde, o a la propia Universidad de Granada, que para cumplir con sus compromisos en nuestra ciudad lo tendría que hacer a costa de restar recursos financieros a departamentos y centros de Granada. Ambas soluciones son injustas y perjudiciales. Todo ello coincide, además, con una muy seria crisis económica y con unas medidas de restricción del gasto en educación que han sido ampliamente tratadas y criticadas en todos los foros de opinión, y que no vamos a repetir ahora.
El cuarto curso de los distintos grados, que entrará en vigor el próximo curso académico, y cuya ordenación docente ya se está preparando, tiene una gran importancia para el futuro profesional de los alumnos. En el mismo es en el que se hacen las prácticas profesionales y se presentan los trabajos de fin de grado, y donde se concentran la mayor parte de las asignaturas optativas, muchas de ellas con un contenido de especialización importante. Esta optatividad es la que permite, por ejemplo, que el alumno diseñe su propia formación, adaptándola a sus circunstancias personales y a sus perspectivas profesionales, y favorece la transversalidad con otras enseñanzas. En los casos de Ceuta y Melilla es aún más importante, pues supone dar un extraordinario salto cualitativo en la mayoría de estudios universitarios, que ahora pasan a ser considerados como superiores. Así han debido entenderlo los alumnos que ya habían obtenido sus títulos medios, al matricularse de forma masiva para adaptarlos a las nuevas titulaciones. Ha sido necesario, incluso, establecer una lista de espera.
Evidentemente, pretender introducir un año más a coste cero en algunas de las más importantes especialidades de Ceuta, es una auténtica barbaridad que acarreará perjuicios irreparables para el futuro inmediato de los estudios universitarios en la ciudad. La estrategia para conseguirlo entra dentro de un plan general de la Universidad de Granada de incremento de la eficiencia, aprovechando los recursos humanos al máximo, que puede tener sentido para Granada, pero que es impracticable en estas ciudades. En ese sentido van las distintas medidas generales aprobadas en Consejo de gobierno, encaminadas a facilitar el traspaso del profesorado entre centros (siempre dentro de la misma ciudad), a fomentar el acuerdo entre departamentos, y a favorecer la vinculación y adscripción de asignaturas entre distintas áreas de similar conocimiento. También se están ampliando grupos que antes estaban divididos (porque así lo aconsejaba el nuevo marco europeo de educación superior), y se están suprimiendo asignaturas optativas. Para Ceuta y Melilla debería de haberse diseñado un plan adaptado a sus circunstancias.
La razón es que aquí, por ejemplo, en titulaciones tan importantes como Administración y Dirección de Empresas, la mayoría del profesorado está contratado a tiempo parcial y está al máximo de su potencial docente. Es más, en algunos de los departamentos más importantes de la especialidad, la falta de profesores es tan clamorosa, que muchas de sus materias han tenido que ser asumidas, desde hace ya bastantes años, por profesores de otros departamentos. El resultado es un peligroso desequilibrio con la misma titulación en Granada, pues mientras que allí cada departamento puede asumir aquellas materias en las que está especializado, aquí no es posible, lo que repercute negativamente en la calidad de las enseñanzas y en el aprendizaje del alumno.
De esta forma, si para evitar contratar a nuevo profesorado, o ampliar el número de horas del actual, se opta por no impartir asignaturas optativas de gran importancia y utilidad, como va a ocurrir; se sigue recurriendo a acuerdos con departamentos que no estén especializados en esas materias; se amplían grupos antes reducidos; o se utiliza el cambio normativo del gobierno central para forzar a que los pocos profesores contratados a tiempo total tengan que llegar al máximo de su capacidad docente, el nuevo curso perderá su atractivo. Se convertirá en una continuación de materias generales, dadas por profesores generalistas, que en nada facilitará la necesaria especialización del alumno que pretende incorporarse al mundo del trabajo.
Y todo ello, sin contar con el tremendo perjuicio que se causa a los profesores, que como consecuencia de la ampliación de grupos, o de las nuevas normativas de ahorro del gasto, se ven obligados a asumir nuevas materias. No es lo mismo que un profesor imparta una asignatura a tres o cuatro grupos distintos, que es lo que ocurre en Granada, al haber muchos alumnos matriculados, a que un profesor tenga que impartir tres o cuatro materias distintas, algunas de otra especialidad, a los mismos alumnos, que es lo que pasa en lugares pequeños como Ceuta. Evidentemente, la calidad se ve muy mermada, pues un profesor no tiene tiempo material para prepararse, con la profundidad necesaria, cuatro o cinco materias distintas.
La consecuencia de lo anterior es que, si aquí se llevan a la práctica los planes que hay en marcha, la baja calidad de los estudios universitarios en Ceuta estará garantizada desde el principio. Y la excelencia universitaria sentenciada al fracaso. En estas circunstancias, la salida de los alumnos será la de irse a cursarlos a los lugares en los que tengan más prestigio y calidad, si es que pueden, o resignarse a continuarlos aquí, aún a riesgo de que su título tenga siempre colgado el “sambenito” de la baja calidad.
Soluciones las hay. Pero para ello es preciso que el Gobierno central comprenda que si se quiere tener una enseñanza universitaria en Ceuta de una mínima calidad, hay que pagarla. Y también que el Gobierno local haga un esfuerzo por apoyar a la Universidad de Granada, incluso financieramente, para que nuestros estudiantes gocen de las mismas oportunidades que los de otras ciudades españolas. La construcción de un Campus no es suficiente. Ahora hay que llenarlo de contenido y de conocimiento, para que el mismo sea un polo de atracción y de desarrollo cultural y económico.
Hace unos años, la Universidad de Granada realizaba un estudio de impacto de su actividad en la provincia.  Entonces se estimaba que las actividades vinculadas a la Universidad suponían un 3,2% del PIB granadino, que ascendía al 4,7% si se le añadía el efecto multiplicador. De este importe, casi la mitad era imputable a los estudiantes.
En Ceuta dicha cifra debe ser muy similar. Y se podría incrementar si sabemos atraer estudiantes de la zona para que cursen nuestras titulaciones. Las actuales, o las nuevas que se creen. Ya ocurre en Enfermería. El asunto está en saber tener visión de futuro. No por razones economicistas. Fundamentalmente por una cuestión de pura supervivencia como Ciudad. Aún estamos a tiempo de conseguirlo.

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