El Poder es así. Muta en sí mismo mediante una extraña metamorfosis llamada política; cambia de piel y hasta de color, varía su centro de gravedad, modifica su cara, su porte, modula sus modales, disimula sus riendas, dulcifica sus arengas, cambia para que todo siga igual…. porque el Poder, siempre Poder se queda. Es la esencia de quienes mandan, la piedra filosofal de los que deciden sobre el bien y el mal ajeno.
Al final, todo este tinglado está lleno de falsos reyezuelos, emuladores virtuales de aquel Luis de Francia, el catorceavo de su nombre que, sin complejo alguno clamó eso de “El Estado soy Yo”… una versallesca manera de decir que, allí, quien mandaba eran sus rizos de peluca.
Pues sí, con sus matices, poco han cambiado las cosas desde esa época, y si no comprueben.
Como entonces, cualquier centro de Poder que se precie está lleno de cortesanos que, sin piedad alguna hacia semejantes, amigos o familia, matan por no perder el privilegio de ser quienes vehiculan el orinal del Monarca.
Como fino y hábil estratega, el que sólo responde ante Dios cierra sus delicados párpados en el preciso momento en que las ratas que suelen adularle hacen de las suyas. Si París bien valió una misa, el cetro de mando merece algunas miradas hacia otra parte, algo que posibilita el equilibrio necesario para que todos estén contentos. Resultado final: los vocablos “arriba” y “abajo” siguen más que nunca llenos de contenido, es la Democracia Ilustrada en lo más puro de su esencia.
Así, todos, y todas, se afanan para que al Soberano no le moleste ni el viento, ni la lluvia, ni nada. Lo protegen de cualquier agresión haciéndole creer al Vulgo, con esa actitud servil, bajuna y execrable que la cúspide es ignorante de tanta ignominia. Conclusión? los que rodean al Todopoderoso sí son malvados, él, obviamente, no.
Jugada perfecta pues, la exacta y precisa cuadratura del círculo que posibilita que quien tira de las riendas salga indemne de todo… siempre.
Y después están las intrigas palaciegas, esas que se producen en el magma de las cloacas del centro de decisiones. Manos que se aprietan, puñales que vuelan, villanos que ejecutan las órdenes de los Señores de turno….pero siempre a mayor Gloria del Rey Sol que, en este malvado juego en el que perdemos los de siempre, pero Él nunca pierde, jamás.
Obviamente, todo esto nos lo suelen vender envuelto en corbatas, trajes de Armani, modelitos elegantes, buenos modales y alocuciones versallescas, Noblesse Oblige que diría el culto……para colárnosla mejor, que dicen los que saben.
Ya lo ven, aquí Al Sur del Edén, en la Corte, lo que prima son rimel, coloretes y decorados de cartón piedra, y ello seguramente porque a nadie le gusta oír que vive en un estercolero.
Qué le vamos a hacer si son tiempos de reverencias y de tiralevitas, es lo que hay. Como dice mi mañica preferida, poco tragamos para lo que nos merecemos, y para mi que algo (o mucho) de razón tendrá. Como siempre, usted sabrá si es que, claro está, logra ver la luz en tamaña masa de agradecidos cortesanos camuflados entre tanta pluma, música de minuet y reflejos de lentejuelas de sus trajes. Qué le vamos a hacer si, insisto una vez más, es lo que hay.