La jefa del Programa apuntó en un informe que se debieron hacer todos los análisis y controlar hidratos y dosis de insulina
Las familias de los niños que participaron en septiembre del año pasado en el campamento para jóvenes diabéticos organizado por la Consejería de Sanidad y cuya supervisión médica se adjudicó al doctor Juan Antonio Márquez han formalizado esta semana sus recursos de apelación y reforma contra el sobreseimiento de la denuncia penal que formalizaron por supuesta imprudencia o mala praxis profesional, diligencias que se cerraron tras la declaración como investigados de Márquez y la responsable del Programa de Diabetes de la Ciudad, Margarita Medina.
La acusación considera que, cuando menos, la instructora debe solicitar un informe pericial a un especialista en Endocrinología que respalde que la actuación de ambos no causó lesiones a los menores, así como tomar declaración al DUE que asistió al campamento y esperar que el Colegio de Médicos remita el dictamen que requirió a un experto en Medicina Interna.
Para las familias, de la documentación que obra en la causa se deduce que se produjeron múltiples irregularidades “reconocidas por la propia coordinadora del Programa de Diabetes”.
En su informe sobre lo acontecido, elaborado para el expediente administrativo abierto que posteriormente fue paralizado hasta que termine la instrucción judicial, Medina reconoció que “el servicio sanitario debió comprobar que la insulina administrada a los menores (rápida y lenta) se ajustaba a las pautas que constaban en las fichas e informes médicos correspondientes”, así como que tenían que haberse efectuado “las mediaciones de glucemia de las 3.00 ó 4.00 horas todos los días y a todos los menores”, algo que no se hizo.
Igualmente, la jefa de Sección de Salud Escolar ha asumido que “el personal sanitario debió consultar con los padres de los menores en cuyas fichas médicas no constaban con exactitud las pautas de insulina” para saber cuáles debían seguirse.
En su informe, a cuyo contenido ha tenido acceso ‘El Faro’, también refirió que el equipo de Márquez, al que se adjudicó la supervisión médica de tres días de campamento por 2.700 euros, “debió tener en cuenta las raciones de hidratos de carbono que cada menor consumía”, así como “comprobar” en el caso concreto de un niño “que se respetaban los requerimientos de las raciones de hidratos de carbono y de estos con la insulina a administrar de acuerdo con su informe médico”.
Medina entiende, y así lo defendió en el Juzgado también, que la Consejería adoptó “todas las medidas oportunas para que el desarrollo de la actividad fuera adecuado” y que el personal de la Ciudad presente en García Aldave “cumplió su cometido adecuadamente”.
Igualmente resaltó que el equipo médico externo recibió “todos los medios oportunos para que el desarrollo de su actividad fuera adecuado”, desde informes y fichas médicas hasta hojas de registro diario de glucemia “con indicación de cuándo debían realizarse las mediciones”.
Medina negó en sede judicial que en ningún momento indicase que podían obviarse los controles nocturnos a los niños.
Si en el futuro se organizasen más campamentos parecidos, algo que “no se ha planteado” este año, la Consejería entiende que tendría que cambiar el modelo de arriba abajo, pidiendo mucha más información a las familias (hidratos de carbono a consumir, dosis de insulina...), organizando encuentros previos, contando con personal de la Consejería las veinticuatro horas y disponiendo de endocrinos y educadores en diabetes para elaborar los menús de los participantes.
IRREGULARIDADES M.M.A.Hasta 460 de azúcar. Uno de los asistentes al campamento, M.M.A., solo se puso dos días insulina lenta. Una jornada no se la inyectó al almorzar y llegó a 350 de azúcar. Al día siguiente sus niveles se dispararon hasta 465 y el tercero hasta 460 por no administrarse insulina en la cena. El cuarto se levantó con 258, “totalmente anormal a esa hora”. No se le hicieron controles ni al acostarse ni a las 3.00 horas.
C.C.I.Hipoglucemias. Otro menor osciló entre hipoglucemias y niveles superiores a 300 por no ponerse las dosis en tiempo y forma.
H.I.B.Sin insulina lenta. Sin controles nocturnos ni administrarse insulina lenta, llegó a más de 300 por la noche y sufrió una hipoglucemia tras una cena.
S.M.M.Registros contradictorios. S.M.M. tuvo dos hipoglucemias el primer día y al siguiente se levantó con 273. Por la tarde alcanzó 300 y a las 23.00 horas, a 501 pero “no se apuntó y aparece 190 a medianoche sin que su medidor recoja ese análisis”. “Sin rastro de insulina lenta ningún día”.
A.R.C.Contra las pautas. A.R.C. “nunca se inyectó lenta ni se puso insulina rápida a media mañana, como tenía pautada”. Llegó a tener hipoglucemias (62) poco después de cenar pero no tuvo mediciones nocturnas”. Alcanzó niveles de 366.
R.A.I.Falta de análisis. Pese a ser una niña con hipoglucemias frecuentes “y estaba avisado”, algunas madrugadas no se hicieron análisis nocturnos y en algunas comidas no se inyectó insulina, llegando a niveles de 370.
A.A.A.Hiperglucemias. “Sin controles al acostarse ni a las 3.00 horas” pese a mostrar frecuentes hiperglucemias de hasta 358, 390 y 325.
A.F.A.Sin insulina. Una jornada se levantó con hipoglucemia (59) y no se puso insulina al finalizar el desayuno. Tampoco en almuerzo ni cena, llegando a las 22 horas a 398. “Sin controles al acostarse ni de madrugada”.