Opinión

La conquista del desierto

Abrimos los ojos tras el sueño efímero de la infancia y de la juventud, y lo hacemos en medio de un desierto inhóspito y desolador. Giramos la mirada, pero las distancias alrededor desafían a la condición humana. Entonces, alzamos la voz: “¿Existe alguna posibilidad para salir de aquí?” El silencio va mermando nuestras esperanzas, mientras el sol ajusticia al morador de las arenas.

Permanecemos quietos, inmóviles, pues las dudas nos atenazan. ¿Qué son las dudas sino la voz de la incertidumbre? Pensamos: “Siempre será mejor estar quietos en espera de una ayuda, que comenzar un camino incierto y hacer círculos por el desierto.” Pero algo sucede.

Poco a poco el azul del cielo se va oscureciendo, y un manto de estrellas nos protege con su belleza y con su razón, al tiempo que enfría nuestra piel. La visión del espacio milenario distrae nuestra mirada, y nos preguntamos de forma intuitiva si las figuras que dibujan los puntos de luz no son en verdad las letras de un lenguaje ancestral, que podría ponernos en posición de salida.

¡Al fin un oriente! La simple posibilidad de sobrevivir fortalece los sentidos, y guiados por una energía de origen desconocido, iniciamos el camino, sabedores de que cualquier desviación en la línea recta pudiese ser fatal. La sensación de transitar por la senda verdadera nos hace atesorar instantes de emoción.

Ahora la luz es nuestra aliada, y en comunión con las estrellas vamos descifrando las claves de un destino universal. Todos los elementos del cielo entran en conjunción, y el mejor de los sonidos reconforta los oídos: son los rumores de un caudal de agua dulce, allá a lo lejos. Por fin, entramos en razón, y allí donde solo había desolación ahora hay un futuro prometedor; donde solo había vacío, ahora hay un libro con letras bañadas en filosofía. En la actitud del observador descubriremos nuestra verdad y nuestra brújula. Ya solo queda obrar en consecuencia, y hacer juramento, para no faltar nunca a belleza ni a ninguna de sus formas.

Nacemos en medio de un desierto, inmóviles. Y apenas tenemos una vida; lo dice nuestro aliento. Sin embargo, si emprendemos el camino recto, con determinación, al menos tendremos la esperanza de llegar a otros lugares; a otras vidas. En alguna parte del libro que escondieron las estrellas está escrito que debemos partir. El rumbo a seguir forma parte de nuestra libertad y de nuestra decisión.

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