La competencia de los incompetentes

El estado de la cuestión de la educación en Ceuta es sin paliativos demoledor. Suspende en todos los frentes: matemáticas, conocimientos lingüísticos, sociedad y ciudadanía e interacción con el mundo, siendo la media en España 500, Ceuta  se halla siempre por debajo de esa calificación. El fracaso escolar es de los que hacen época, el 25% de los alumnos repite curso y el 36% de los alumnos ceutíes abandona los estudios tras la ESO. Decir, por tanto, que tenemos un grave problema es referirse a un lugar común.
En los últimos veinticinco años, cinco leyes han marcado la educación en nuestro país: LODE (1985), LOGSE (1990), LOPEG (1995), LOCE (2002), LOE (2006), y sin embargo los alumnos españoles han ocupado normalmente los últimos lugares del escalafón educativo, no sólo de Europa, sino de Occidente. Quizá de todas ellas, sea la LOGSE la ‘clave de bóveda’ de todo nuestro sistema educativo. Esta ley asume el modelo de ‘escuela comprensiva’ que circulaba por Europa allá por los sesenta y setenta del pasado siglo. La corriente pedagógica que ilustra esta ley es lo que se dio en llamar  el ‘constructivismo’: el alumno debe aprender por sí mismo y el profesor venía a ser un ‘mero auxiliar’. Esa ley recoge la educación obligatoria, gratuita y la atención a la diversidad, entre otros postulados. A pesar de ello, el bajo rendimiento escolar, el abandono precoz del sistema educativo, la violencia y la tensión en los centros y el deterioro de la autoridad del profesor no han encontrado una solución satisfactoria.
Cierto es que competir en un mundo globalizado significa apostar decisivamente por el conocimiento. Esta es la sociedad del conocimiento, y el saber es el fin de la enseñanza. Educar es bastante más que transmitir conocimientos, educar es transmitir actitudes para así acercarnos a las fuentes del conocimiento por nosotros mismos para mejorar nuestra vida personal y la de los demás. Lo dijo el viejo Sócrates: “Todas las virtudes se reducen a una sola: el conocimiento”. Mediante la utilidad práctica del conocimiento los seres humanos comenzaron a intervenir en la naturaleza y a dominarla. No descubrimos nada si decimos que las nuevas tecnologías han hecho posible el paso de la ‘sociedad industrial’ a la del conocimiento.
Si realmente contamos con un enorme bagaje teórico de la necesidad del conocimiento en esta sociedad globalizada, ¿por qué nuestro sistema educativo va de fracaso en fracaso? ¿Por qué nuestra educación es de tan baja calidad? Hay quienes dicen que nuestro sistema educativo ha sufrido demasiados vaivenes y por eso necesita cierta estabilidad. Pero también los hay quienes afirman que no ha habido tales vaivenes puesto que la LOGSE es el fundamento de todas las leyes que han venido después de ella. En eso quizá esté el daño.
Por otro lado, ha habido demasiado pedagogo ‘a la violeta’ que ha querido meter mano en el sistema y ha puesto en prácticas sus doctrinas, como “enfoques pedagógicos” presuntamente avanzados que han conducido a un fracaso tras otro. La ‘enseñanza sistemática’ de toda la vida ha sido suplantada, en no poca medida, por “propósitos tan indefinidos y retóricos” como “las competencias”, “las destrezas” y “las habilidades”, como nos recuerda el catedrático de Metafísica de Navarra, Alejandro Llano. Cuesta aceptar, a este respecto, que el aprendizaje efectivo de los estudiantes depende, sobre todo, de las cosas que los alumnos son capaces de hacer por cuenta propia.
La actividad diaria del profesor en el aula está en gran medida ‘encorsetada’ y mediatiza por las dichosas programaciones que se le remiten desde los diferentes departamentos. Acaso se olvida que tan importantes son los ‘imprevistos’ que el docente pueda encontrar al entrar en el aula como lo que está planificado para esa hora o para ese día. Se trata, en suma, de encontrar ese “azar dichoso”, feliz, que le dé un nuevo sentido a lo que se había programado.
Ahora, programar por ‘objetivos’ ha quedado obsoleto. Descúbranse porque el nuevo modelo educativo se basa en la “adquisición de competencias básicas”. ‘Han muerto los objetivos, vivan las competencia básicas’. Con las competencias cambia todo el entramado educativo y organizativo: cambia la forma de programar, la de evaluar, los criterios de evaluación  y los procedimientos para evaluar el grado de adquisición de las competencias básicas. Y en esas estamos.
Mientras, los nuevos ‘gurús’ del nuevo modelo educativo se dejan caer en el CPR con declaraciones de este jaez: “investigación de la metodología cualitativa y la aplicación de las tareas integradas en el aula”. ¡Uf! La asesora del CPR invitó a los docentes a “que se animaran a trabajar utilizando como enfoque metodológico las tareas integradas ya que éstas garantizan que el alumno ponga su conocimiento en acción”. Eso sí, corremos el riesgo de confeccionar frases y sentencias que a fuerza de repetirse corren el riesgo, también, de no decir nada. Todo este galimatías puede que distraiga al profesor en su noble labor de educar en el sentido de transmitir actitudes.  Por otro lado, para finalizar, mientras el profesor se hace ‘competente’ para poder lidiar con las ‘competencias básicas’, el sistema educativo, cual corcho azotado por vientos alisios y contra alisios en una mar bravía y tempestuosa, camina hacia el despeñadero azotado por los vientos de ideólogos, de incompetentes, de ‘pedabobos’, de arribistas, de ‘asaltacaravanas’,  de charlatanes y demás fauna.